En el mundo ha habido tantas
pestes como guerras. Y, no obstante, pestes y guerras siempre cogen
desprevenida a la gente. Lo dijo Albert Camus en LA PESTE hace como ochenta
años. Y no le faltaba razón.
Hoy dice el periódico que el 87,8
% de los españoles creen que los partidos deben de apoyar al gobierno y dejarse
de tanta crítica. Luego dice también que casi la mitad confían poco, o nada, en
la gestión de Pedro Sánchez ante el virus aunque, eso sí, tienen claro que Casado
no lo haría mejor y anuncian que a partir del jueves el presidente iniciará una
ronda de conversaciones con la líder de Ciudadanos, mientras que Casado, de
momento, ni está, ni se le espera.
Y del Cid salvador de las Españas
no hablaremos porque este y los de su fiel legión siempre hacen, dando por
saco, la guerra solos. Sigo leyendo los datos que dan en el periódico y es tal
el mantecao mental que se me nubla el cerebro con sus entendederas(… uno
siempre fue como más propenso a las letras), y opto por seguir estos análisis
con argumentos de mi cosecha.
Veamos, si cierto es que tan
elevado número de españoles piensan que en estos momentos solo cabe el ir todos
a una, al igual que en la Batalla del Ebro, ¿Cómo es que el barbado líder afín
a la gaviota no escucha las peticiones de los que se supone que son de su misma
cuerda?. Otra, ¿Por qué sigue obcecado en la estrategia del constante acoso y
derribo, hacia el rival que le ganó holgadamente en las pasadas elecciones?
Sencillas respuestas. Ni amor a la patria, ni leches. Desea que salga el sol
por Antequera, o por donde quiera salir, siempre que ello le permita sentar su
venerable trasero en la poltrona que hay detrás de la mesa del despacho presidencial
en La Moncloa. Aunque pinten bastos y no sea el momento. Jamás van a perdonar
que Aznar perdiese, por mentir como un bellaco a toda España, unas elecciones que
según las encuestas tenía ganadas con holgura. Y no hay más.
Andaba esta mañana escuchando la
radio y la terminé apagando porque asco me estaba dando la palabrería del
citado mientras pedía que, si con el quieren pactar algo, se haga con luz,
taquígrafos y en el Congreso. ¿Qué sabrán de luz y taquígrafos los que
engañaron a España entera durante años, sin haber dado una mísera explicación,
y sin que se haya atisbado jamás una mínima intención de pedir por ello perdón?
Le ha pedido también al presidente que tenga, “como tiene él” humildad y se
ponga corbata negra de luto por los muertos. (… esto le pone mucho al facherio.
A mi hubo una afín a la causa que me reprocho llevarla de color en el día de
las exequias de mi buena madre.).
Mientras, en la más vil y
rastrera de las estrategias demuestra que le importan un comino los vivos y sus
desvelos. Detrás de esta y, según leo a posteriori, ha alumbrado otro buen
serial de gilipolleces como corresponde a un hombre serio, tradicional,
defensor de los valores patrios, liberal y defensor de las buenas costumbres
que se le supone ser. Solo deseo que pase a la historia por lo que es y está
haciendo. Un individuo patético y lamentable. Está consiguiendo que le coja a Sánchez
la simpatía que le tenía negada. Y mira que…
Y sigue el circo, la de
VOX con la careta verde que lleva grabada la bandera de España, que acusó ayer
al gobierno de aplicar la eutanasia por la vía de los hechos, (… aunque después
saliera el Espinosa de los Monteros a justificar sus palabras diciendo que lo
que quiso decir es que “con Sánchez mueren más mayores en las residencias),
acusa hoy a Pablo Iglesias de estar tratando de “imponer un modelo chavista” en
esta crisis.
Y sentencia que nuestra
democracia, como si de ella supiese algo, se desangra y no es por el
coronavirus. Lo acusa además de destruir la nación aprovechando una desgracia
natural, controlando los servicios de inteligencia y los medios de comunicación.
Y asegura que “han prostituido Televisión Española y están persiguiendo a los
periodistas libres”. Y asegura también que se han propuesto controlar a la
opinión pública “monitorizando las redes, identificando y censurando al
disidente como la Gestapo hitleriana vigilaba la verdad oficial”. El culmen de
la paranoia. Aun así, todavía hay quien confía en estos lobos. Pensaran que les
van a traer turrón por Reyes.
Están también animando a sus
fieles a sortear las trabas que intentan frenar la difusión de tanto bulo y
mentira en Internet siendo, como son, los reyes en ese arte. Denuncian una
supuesta “censura” impuesta por Whatsapp, aunque este servicio de mensajería no
haya implantado ningún tipo de censura sobre el contenido de escritos, videos,
audios o imágenes. Simplemente ha ralentizado la difusión de mensajes masivos.
Pero mienten igual que cagan. Todos los días y a cualquier hora.
Me dice el amigo Vidal Saavedra
que su abuela materna, que al igual que mi abuelo Santiaguillo debía ser muy dada
a los refranes, le decía siempre aquello de que hace más el que quiere que el
que puede, porque querer es poder. Y así debiera de ser. Mas como observa que
me cabreo y voy dejando de creer en que esto tenga un final feliz, y de cómo cuento
de Blancanieves, me anima diciendo que se niega a pensar que no vayamos a sacar
algo positivo de entre toda esta miseria, mientras pide al personal que piense
que el cambio es posible en los humanos de dos patas porque nunca hay que darse
por vencido antes de empezar.
Y sigue, cargado de razones,
exponiendo que la esclavitud jamás se habría abolido pensando que era algo
imposible, que el avance en derechos sociales jamás se habría conseguido
diciendo que no se podía avanzar o que el matrimonio entre personas de un mismo
sexo jamás habría sido posible pensando que era una aberración. Y nos pide
encarecidamente que, como se puede, hagamos todo lo posible para hacerlo.
Es cierto amigo. Y me alegra que
aún creas en el ser humano. Hoy las palmas en el balcón serán para ti y para
los que, como tú, piensan que un mundo mejor es posible. Siempre lo creí.
Aunque ahora me cueste creerlo.
Será porque cada vez me asombra
más la incapacidad de los hombres para ser felices juntos. Para escucharse,
comprenderse y amarse. Y sobre todo, para convivir respetando el pensar de cada
cual aunando fuerzas cuando el viento sopla en contra.
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