Como mandamientos:

Es bueno ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivirla con pasión. Perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho para ser insignificante.
Charles Chaplin

A veces uno sabe de que lado estar simplemente viendo los que están del otro lado.
Leonard Cohen

miércoles, 23 de febrero de 2011

A mi amigo Serrat, por tantas pequeñas cosas.



      




  Llevo más de cuarenta años disfrutando de tu música bendita, deleitándome con tus versos, devorando cada entrevista, cada aparición televisiva, cada charla radiofónica, saboreando todo aquello que inventa tu forma de pensar y de escribir. Creo en lo cotidiano, en lo sencillo, disfruto de la lluvia en otoño, de los pájaros nocturnos, del amanecer de mayo, de tantas pequeñas cosas que la vida ofrece sin precio, por nada. Por ello, espero tus discos como bocanada de aire fresco, porque no he encontrado jamás, mejor manera de expresar los sentimientos que con esas canciones tuyas, paridas con el alma. Mi pasión es compartida con amigos que crecieron igualmente cobijados entre tus versos y los sábados de invierno nos reunimos en mi casa de Las Virtudes, una pequeña aldea entre montes cercana a nuestro pueblo.

   Y allí, escuchamos y sentimos tus canciones arropados por la lumbre. Oyendo la lluvia que cae inundando los regueros de las alamedas, mientras bebemos unas copas de buen vino manchego y asamos en las brasas gustosas chuletas de cordero. Y añoro no conocerte. Aunque en numerosas ocasiones he disfrutado de tu música, en tus idas y venidas por estas tierras. En esos momentos deseo que sea caprichoso el azar y le pido, sin respuesta, que tenga la gentileza de brindarme la ocasión de poder encontrarte algún día para darte un abrazo, para decirte de tu a tu, que eres un bálsamo en forma de poesía cuando la vida se torna difícil, un buen remedio para el cuerpo y el alma cuando las fuerzas flaquean y los asuntos de la vida dejan de tener sentido.

   Probablemente no sabré nunca si esta carta escrita con humildad y sincera veneración ha llegado hasta tus manos. Pero de cualquier manera si existe algo más allá de esta vida y ese algo se traduce en sentimiento, seguramente nos veremos, porque soy de los que piensan que las almas gemelas terminan por encontrarse.

  Mientras llega ese momento, recibe un sincero abrazo de este amigo a quien no conoces y afánate en concederme el capricho imposible de no fenecer. De no morirte nunca.

                                                                                     Un abrazo y hasta siempre, amigo.
   




lunes, 14 de febrero de 2011

Llegar a viejo.

   



   A veces me da por pensar en que el camino se estrecha. En que se torna escaso el tiempo que me queda de estar disfrutando de la serena placidez de este convento. En que más pronto que tarde habrán de llamar a mi puerta realidades hasta ahora ajenas e impensables en los oscuros recovecos de mi apreciado cerebro. ¿Qué son un par de décadas más en este corto devenir llamado vida?; una insignificancia que ha de pasar como soplo de aire fresco en una tarde de verano, sin que apenas me dé cuenta de que el tren de la existencia se acerca inexorablemente a esa preestablecida meta que no es otra que el final de un camino en el que cada vez habrá menos luces mientras el corazón se siente  cada vez más acobardado.

   Y el miedo, que nunca antes asomó, irá haciendo mella en mi ser, porque aunque no quiera hacerlo y lo sienta como algo lejano en la distancia, me niego a preguntarme como habrá de ser el día, si ha de llegar, en que deje mis enseres, la casa que me cobijó, mis libros, mis discos y  todos los pequeños retazos que compusieron el puzle de mi vida, para partir hacia uno de esos maravillosos “hoteles de cinco estrellas” donde apartan como en un cementerio de elefantes a todo el ganado sobrante; cárceles del alma de lujo aparente donde los padres quedan presos y los hijos marchan con la “conciencia tranquila” y la falsa convicción de que dejaron a quienes les dieron la vida en buenas manos.

   Lo que más me cuesta aceptar es que mi libertad sea coartada. Que todo lo que haya de hacer cada día sea preestablecido. No volver a ver mis calles y dejar de hablar con los pocos paisanos que aún me sean conocidos. Que el suelo de las aceras que recorrí desde niño no sienta ya el eco de mis pisadas. Ya sé que esto es solo una hipótesis y puede que jamás ocurra. Que hasta puede ser que el calor del añorado hogar me cobije y me arrope hasta el postrero suspiro existencial. Que cuando lleguen esas últimas jornadas el peso del cansancio acumulado a lo largo de los años y las maletas de tantas derrotas solo sean una carga de experiencia, batallitas que contar a los nietos, si llegaran, sin ningún regusto amargo. Pero me queda la duda que, como decía Borges, es uno de los nombres de la inteligencia.
   
    Y que decir más, si ni soy adivino, ni por supuesto se lo que ha de esperarme; seguiré viviendo plácidamente, comiendo y bebiendo lo que buenamente pueda, disfrutando de los dones que la vida me vaya asignando. Y después, con el paso de los años, si tiene que salir  el sol por Antequera, que salga, si ha de salir por donde quiera.

... si no estuviese tan oscuro a la vuelta de la esquina o simplemente si todos, descubriésemos que todos, llevamos un viejo encima. (Joan Manuel Serrat.)


sábado, 5 de febrero de 2011

De lo narrado por Steinbeck.

     


   He terminado de leer Las uvas de la ira de John Steinbeck, premio Nobel de literatura en 1962 y he de decir que su lectura me ha resultado demoledora, impactante. La historia contada se desarrolla durante los años de la gran depresión americana y Estados Unidos atraviesa la crisis económica más grande de su historia. Narra la odisea en busca de fortuna de una familia humilde de campesinos despojados de sus tierras, su éxodo de Oklahoma a California buscando mejorar sus condiciones de vida en medio de la violencia, la injusticia y el odio. Empujados por los patronos, propietarios de sus tierras arrendadas, son expulsados de ellas en aras del progreso y la mecanización; tratados como gusanos, como pobres perros sarnosos.

   “Las casas quedaron vacías en los campos y por ello la tierra parecía estar vacía. Solo estaban vivos los cobertizos de hierro galvanizado de los tractores plateados y brillantes. Cuando el motor de un tractor se apaga, se queda tan muerto como el mineral del que está hecho; el calor le abandona, igual que el calor de la vida abandona a un cadáver y así, tan fácil, el trabajo pierde interés y el hombre que conduce esa máquina, ese tractor muerto por un campo que ni conoce, ni ama, siente desprecio por la tierra y por si mismo”.

   Peregrinando hacia el soñado paraíso, a lomos enseres y personas de un camión desvencijado habrán de soportar muerte, hambre y miseria; vejaciones e injurias mientras todo el que sale a su paso se aprovecha de su desventura.

   “Uno que hace negocios tiene que mentir y engañar, pero él lo llama de otra manera. Eso es lo importante. Si tu vas y robas un neumático eres un ladrón, pero el intentó robarte cuatro dólares por un neumático reventado y a eso le llaman hacer un buen negocio”.

    Se imprimieron anuncios en los periódicos, se tiraron octavillas incitando a la gente a viajar hacia el oeste, al rico vergel californiano. Mientras, en Kansas, Texas y Oklahoma los tractores invadían mas tierras y echaban a los arrendatarios. Así, a California llegaron cientos de miles y otros se ponían en camino. Carreteras, sendas y caminos llenos de gente; gente hambrienta que corría como las hormigas en busca de un trabajo y por cada puesto surgieron diez pares de manos para ocuparlo y por cada ración de comida había diez bocas que se abrían.

   “Y sucedió el hecho que siempre acompaña; cuando hay gente, mucha gente que pasa hambre y frio, tomara por la fuerza lo que necesita: Entonces llegará la represión y el único resultado de la represión es la fortaleza y la unión de los reprimidos.

    Los grandes propietarios hicieron caso omiso de lo que dice la historia. La tierra fue usurpada, aumento el numero de los desposeídos y los patronos dirigieron sus esfuerzos a la infame tarea de la represión y se incrementaron los tractores que dejaban a la gente sin trabajo, las líneas de transporte que acarreaban las cargas, las maquinas que producen y las familias corrieron por caminos y carreteras buscando y mendigando las migajas de las grandes propiedades. Mientras, los grandes patronos formaban asociaciones para protegerse y celebraban reuniones en las que discutían como intimidar y asesinar.”

   Tras estas breves reflexiones me pregunto si este mundo en que vivimos, girando vertiginoso, presuroso y convulso, no estará volviendo a lo relatado magistralmente por Steinbeck. No olvidemos, queridos amigos, que la historia suele repetirse y el ser humano es el único animal del universo que se equivoca dos veces, tropieza otras tantas y repite asiduamente sus miserias e infortunios.
     

   “Si tienes problemas, estas herido o necesitado, acude a la gente pobre, son los únicos que te ayudaran, los únicos”….
  En cursiva, he transcrito, literalmente, lo narrado por John Steinbeck". John Ford filmó, basada en esta novela, una  de sus obras maestras protagonizada por Henry Fonda.