Como mandamientos:

Es bueno ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivirla con pasión. Perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho para ser insignificante.
Charles Chaplin

A veces uno sabe de que lado estar simplemente viendo los que están del otro lado.
Leonard Cohen

martes, 21 de noviembre de 2017

Siempre en mi recuerdo, madre.



  

    No quiero recordarte madre entre los velos de bruma que poblaban tu mirada en el último eslabón de tu existencia. Los ojos acuosos, perdidos en un vacío que parecía disiparse entre horizontes de olvidos en los que ya no eras capaz de recordar nada que no fuesen pequeñas migajas del pasado, vagos recuerdos escondidos desde hacía tiempo en los cajones del abandono. Solo a veces, ironías que se escondían en el fondo de los pozos negros en aquel ultimo discurrir, me reconocías como tu hijo y parecías recordarme como tal; otras muchas te afanabas en pensar que era un ser desconocido o hasta mi buen padre, tu recordado marido, aunque no llevase en la mano aquella garrota que su sempiterna cojera le obligó a portar para siempre y de por vida. Y recuerdo también madre, y ese recuerdo me da paz y hasta sosiego, los últimos días de hospital en que peine tus cabellos, limpie de lágrimas tus ojos y enjuague las llagas de tu boca mientras te cubría de besos.

   Prefiero retener para siempre, y así va ocurriendo con el pasar ineludible del tiempo, lo que de bueno vivimos juntos. Y, si tengo que quedarme con algo, hacerlo con el ejemplo de entrega y dedicación que fuiste capaz de llevar a cabo durante demasiados días a lo largo de una vida que vio por primera vez la luz en el seno de una familia humilde, pobre y vestida con el único atributo de su propia dignidad. Todos los días recuerdo tu imagen, sigo tu consejo y añoro tus sencillos guisos. Esos que me hiciste apuntar hace más de veinticinco años en una pequeña libreta de espiral y que, por mucho que lo intento, soy incapaz de elaborar con tu exquisita maestría.

  Y hoy, que se cumplen tres años de tu partida, dondequiera que estés, que será el lugar que da cobijo a las buenas personas, recibe un beso enorme. Te sigo queriendo madre. Y jamás te olvidaré. 

   

 

 

 























lunes, 13 de noviembre de 2017

No quiero.


   Este poema que hoy les traigo de Ángela Figuera Aymerich remueve cualquier conciencia limpia del signo que sea. Nacida en Bilbao a principios del siglo XX, fue vasca en Madrid y madrileña en el País Vasco. Pero, ante todo, fue una ciudadana del mundo abierta al humanismo que acoge a todos los pueblos por igual. Quiero dedicárselo muy especialmente a Manuel Vacas Nieto, viejo amigo que me puso en la senda de esta mujer excepcional. Disfrútenlo ahondando en lo que dice, que tiene mucho que ver con el mundo que hoy nos rodea.


                                              

                                                  





Teoría de los buenos deseos


Que no te falte tiempo para comer con los amigos, partir el pan, reconocerse en las miradas. Deseo que la noche se te transforme en música y la mesa en un largo sonido de campanas. Que nada te desvíe, que nada te disturbe, que siempre tengas algo de hoy para mañana. Y que lo sepas dar para regar las plantas, para cortar la leña, para encender el fuego, para ganar la lucha, para que tengas paz. Que es la grave tarea que me he impuesto esta noche, hermano mío.




                                            


Ahora que pasé de los cincuenta.



Hoy les traigo una cerveza de buena marca hasta la taberna. Sobre todo porque contiene en su interior una buena dosis de verdades incuestionables. De esas que solo se hacen verdaderas con el pasar inexorable de los años, El texto es de Pacual Girons, un maestro en esto del hurgar los interiores del ser humano y quiero dedicárselo a Tomás A. Felipe, una buena persona que hoy cumple años. Aunque aún le quede un largo camino para llegar a los cincuenta. Un abrazo amigo. Y se feliz.







                                          





Para amar.



  Cuando alguien me vende éxito, inmediatamente le pregunto cómo le va con el éxito. Os aseguro que muchos arrugan la cara porque es muy fácil querer arreglar las vidas ajenas sin haber arreglado las propias, primeramente. Es una lástima que los que de verdad pueden ayudarnos y guiarnos estén tan dispersos entre toda esta hojarasca de falsos ayudadores y repartidores de abundancia. No permitáis que nadie os lleve a ningún sitio donde el no haya estado. Y menos pagando. PASCUAL GIRONS.







                                      


Mambooooooooo !!!

 

El amigo José Antonio Illanes, cincel certero que traspasa las duras rocas que hoy en día pugnan por aplastarnos, es el autor de esta crónica que les traigo con voz y que no deja de ser un fiel reflejo de lo que imaginamos que deben ser los pensamientos del divino prócer que conduce los destinos de la nave hispana y que, como siempre, este andaluz de escritura extraordinaria es capaz de diseccionar hasta sacarle las tripas. Va por ti, amigo Illanes. ¡Eres grande!!!





                                               


Gente necesaria.


Gracias a Pilar Punzano me llegó esta poesía inmensa de Hamlet Lima, poeta argentino, músico y cantor. "A veces el silencio es la palabra justa, la que enciende las luces, la que mejor se escucha, la que place o se sufre cargada de milenios, la que otorga hermosura, la flor del pensamiento". Esto dejó dicho. Y no me negaran que es sublime y hermoso.





                                                


Pido perdón.



   De Nemesio De Lara Guerrero, buen amigo y gran persona, es este texto, sublime en su concepto y cierto en sus inmensas verdades, que debiera ser, como a modo de nuevas tablas con mandamientos, de obligado cumplimiento en el simple hecho de acercarnos a la autocrítica llegado el momento de reconocer en cuantas cosas fallamos en esta vida, tan absurda y material en multitud de ocasiones, por la que a veces deambulamos como almas en pena. Deseo que les guste.


                



El bodrio



    "Este es el panorama que auguran los profetas. Si la crisis económica persiste con esta virulencia, la sociedad quedará dividida en tres partes incomunicadas: unos pocos ricos serán cada día más ricos; la clase media se verá reducida a la pobreza; los pobres de toda la vida bajarán otro escalón y se convertirán en mendigos". Excelso Manuel Vicent en este artículo al que hoy le puse voz para estrenar una nueva sección en la Taberna, Son sus recuelos.





                                             


El horror del carcelero.

  Hoy les sirvo en la barra de nuestra taberna un fragmento de ANDAMIOS, poderoso y a su vez gran libro, del maestro Benedetti, que nos viene a mostrar la agonía de espíritu que embarga al ser humano cuando se ve entre rejas por el simple hecho de proclamar sus ideas diciendo lo que piensa y pensando lo que dice. Y como vivimos en un tiempo de hipocresía, donde hay quien dice ser una cosa resultando ser la otra, me pareció oportuno el ponerle voz a estas palabras incidiendo en que jamás debemos olvidar a quien, con arrojo y valentía, luchó porque los que habrían de continuarle vivieran en un mundo mejor. Esos, los que se dejaron la piel, son los imprescindibles. Y no los idealistas militantes de salón, de cualquier cuño y vertiente, que no sirven para nada.

 




                                        


No hay tanto pan.


 

  De Silvia Pérez Cruz, gran actriz y mejor cantante, es este texto al que también ella misma aporta la extraordinaria canción que suena de fondo y que pueden escuchar, junto con el tema al cual pongo voz, en la película CERCA DE TU CASA, que también protagoniza. Hablamos esta vez de la indignidad de los desahucios. De las tragedias que desencadenan, de las vidas que saltan hechas añicos como el cristal y de la villanía de quienes arrastran con estas miserables decisiones a gente humilde al fondo de un pozo negro como la boca de un lobo. Hay que luchar, hasta enterrarlos en el mar.


                                              




Carta de despedida.


Aunque se dice que fue el propio Gabriel García Márquez quien desmintió ser el autor de este texto, y así me lo parece porque guarda poca relación en su estructura con el sublime modo de escribir del colombiano, a mí me resulta hermoso en su concepto y cierto en lo que nos dice, que no deja de ser un adiós pensando en aquello que a lo largo de toda una vida pudo hacernos felices y no fuimos capaces de ver y aprovechar.