Dando vueltas, tantas como daba
el azúcar blanco dentro del espeso café negro, que degustaba Juanito Apolinar en
el Circulo del Recreo durante las frías noches de invierno del final de los
días de bruma que coronaban el termino de la década de los sesenta, aquella en
la que afloraron al perfil de la historia mitos que aun siguen vivos como
los Beatles, he llegado hasta la puerta del Restaurante Europa. Todos los
que habiten las jachas tierras habrán de saber, a buen seguro, donde se
encuentra y, muy al contrario, aquellos que no sean oriundos de estos
sagrados lugares se habrán de preguntar por el lugar del que les estoy hablando.
Por ello les digo y les cuento que el citado
establecimiento hostelero se encuentra anclado, o sito para resultar más
fino, en la vecina y muy heroica ciudad de Valdepeñas, que es vecina por
aquello de que está a tan solo dieciséis kilómetros del pueblo con sus gallinas
y heroica porque los jachos, que es el apelativo “cariñoso” que reciben hasta
odiarlo y llegar a las manos con quien nombrarlo solo lo nombre ante sus
narices, fueron capaces de repeler, como más tarde lo harían en el pueblo y sus
contornos los churriegos, con palos, piedras y todo utensilio que contundente
fuera al gabacho francés que invadió esta llanura del Quijote cuando apenas
asomaba sus albores el lejano siglo XIX.
Les digo, aunque parecerlo pueda, que no me
encuentro ante sus puertas por capricho, ya que intuyo que ustedes imaginan a
este escribidor oliendo la barra de los bares como el ratón hociquea con anhelo
el queso pero en esta ocasión quien juzgue el hecho por semejante razón se
equivoca porque acudir acudo a la llamada del hambre, esa que me devora las
tripas desde hace tres días, justo los que llevo encerrado entre las lúgubres
paredes del Hospital Gutiérrez Ortega de Valdepeñas a la espera de que la
hacedora de mis días se recupere del penúltimo mazazo en su mala salud de
hierro. Ya saben ustedes que en estos lugares de curación suele haber máquinas
expendedoras de todo tipo de productos: bollería, refrescos, agua y hasta
sándwiches de jamón, atún y tortilla de patatas, pero en cuestiones de
alimentar el hambre uno es como es, chapado a la antigua y de gustos anclados
en la máxima de los potajes y los platos de cuchara.
Es por ello que una vez aposentado en la mesa y
vistos los menús que en la carta se me ofrecen opto por pedir un estofado de
ternera con patatas y verduras para calmar de entrada el hambre latente y un
bacalao a la marinera como segundo para alejar de una vez por todas los
fantasmas de la hambruna y sus augurios. Mientras espero la llegada de tan
sublimes viandas observo, porque es cosa que me gusta y afición que porto desde
mis días de tierno infante a los comensales que se encuentran salpicados por
las mesas del comedor que en esos momentos se encuentra a medio gas de
ocupación y que habrá de llegar a completar su pleno aforo cuando parta por la
puerta con la barriga bien llena.
Entre ellos contemplo los concisos movimientos que
con la mano realiza un pájaro varonil de edad mediana que habla a través de un
móvil de última generación mientras toma notas en su agenda con un bolígrafo
que parece sacado del bolsillo de un albañil. Es verde, de esos de plástico con
la propaganda serigrafiada en letras descomunales de color blanco y me pregunto
si no habrá agenciado el que parece ser ejecutivo de poco pelo capital
suficiente para comprar una pluma estilográfica o herramienta similar de cómo
más empaque y prestigio, porque imaginen y les dará la risa, la estampa que se
retrata sacando las fotos del tonto de tres al cuarto con el Iphone en una mano
y el bolígrafo de pasta en la contraria.
Devoro con deleite el primer plato que me resulta
exquisito. Como he dicho es un guiso de ternera muy sabroso con verduras a las
que a pesar de mi eterna inquina acojo con fervor en mi estómago anheloso,
mientras voy echando tientos de la botella de vino tinto que me han servido con
el menú, tratando a su vez de dejar hueco en la caverna para la acogida del
esperado bacalao que llega reposado y glorioso en un plato de colosales
dimensiones adornado con unas patatas cocidas. No demoro más el relato de esta
suntuosa comida que resulta plenamente de mi agrado y así una vez terminado el
banquete, todo por el módico precio de 15 €, encamino mis pasos hacia la calle
y me dispongo, muy bien comido y saciado, a realizar una visita a la
progenitora en el Hospital. Siempre me pusieron, como a cada hijo de vecino,
los pelos de punta estos lugares de soledad por el ambiente de angustia y dolor
que en ellos se vive, por la impotencia que entre sus paredes siente el ser
humano cuando no vislumbra el final de los lóbregos corredores de la enfermedad
y el desamparo. Encuentro a mi madre entre las nubes de un reparador sueño y
vislumbro la ocasión apetecida de salir a dar un paseo que ayude a bajar hasta
las tripas los residuos del condumio consumido. Es así como encamino mis pasos
hasta el parque, donde se encuentra la añeja Escuela de Maestría Industrial,
hoy instituto de de secundaria de Gregorio Prieto, que es el lugar donde un
servidor de ustedes cursó sus exiguos y desastrosos estudios de Formación
Profesional en la rama de electricidad. Ya les conté en su día algunos de los
avatares vividos en aquella escuela y más en concreto en las clases de gimnasia que impartía El Morgan. Me
tiemblan aún las canillas cuando recuerdo al profesor de dibujo que apodaban
Mediometro por la escasez de su estatura compensada crecidamente con elevadas
dosis de mala hostia y me suben hasta el entrecejo vapores y hasta vahos
insufribles cuando vislumbro entre las tinieblas de la recordación el semblante
de Caraminda impartiendo sus tediosas clases de Física y Química entre suspiros
y bostezos.
Y como si de un cúmulo de ajados fotogramas se
tratara pasa ante mis ojos la película de aquellos años, mientras observo
como la casa del guarda que abría cada mañana la puerta de la escuela continúa
en el mismo lugar casi cuatro décadas más tarde; igual sucede con el bar donde
hube de pasar interminables horas sustraídas de clases a las que no asistía y
paseando con calma por los exteriores vuelvo a visionar los aconteceres de
aquel tiempo, los juegos en los patios, las carreras de cinco mil metros azuzados
por el Morgan, en las que el corazón latía inmisericorde pugnando por salir de
su habitáculo y los interminables lapsos de tiempo, que eran los más
abundantes, utilizados en el divagar terreno de pensar como abstraídos en no
hacer nada que no fuera otra cosa que encaminar nuestros pasos de febriles
adolescentes en el candor de la edad hacia la taberna inmunda que tenía Bernabé
en las entrañas del cercano parque valdepeñero, donde degustábamos las primeras
cervezas y litros de vino,(… que pedal cogió el Tartaja), que mojaban nuestro
sediento gaznate entre tapas de huevo duro, patatas cocidas con picante y lo
que a bien tuviera ofrecernos aquel buen hombre a quien la limpieza del
establecimiento era asunto que le pasaba por las partes bajas, pero que a cambio
ofrecía cantidad de sustento al caminante bajo el reclamo del cartel que
anunciaba con grandes letras escritas como en desbandada aquel decir que decía: "Si quieres comer y beber, vente al bar de Bernabé”.
Empieza a llover con intensidad cuando
encamino mis pasos hacia la tienda de los chinos que hay cerca del hospital con
la intención de comprar un cuaderno donde plasmar estos retazos del tiempo
perdido, mientras dispongo el cuerpo y el alma para pasar otra noche triste de
hospital. Oscura, tenebrosa y negra como la boca de un lobo.
Pues si Mauro, es verdad que parece que el tiempo no ha pasado cuando contemplas la entrada del viejo Maestría y hoy IES Gregorio Prieto. Si te adentras observarás ciertos cambios, sobre todo en la parte que antes eran los talleres de Metal y que ahora son aulas normales. La escalera, con los peldaños marcados por las miles de pisadas que contemplan sus huesos de madera. Y prácticamente igual a conforme lo dejamos, todo lo demás. Por allí han pasado ya unos cuantos alumnos y profesores que cada uno en su época recordará con mas o menos exactitud. Esos profesores que mencionas también formaron parte de mi vida, y por lo que sé, la han formado hasta no hace mucho. De echo, el otro profesor de E.Física, Lorenzo Sanchez Sancha, se jubiló el año pasado después de dejar la escuela cerca de los 70 años, aunque a última hora impartía Matemáticas, es mas, daba clases de apoyo por amor al arte por las tardes a todo aquel que lo necesitase. Angel Manzano, Angel Ruíz Parada, Milagrosa Garrido, José Sanchez-Migallón, Lorenzo Sanchez, y algún otro que se me olvida, estos son de los buenos, y otros muchos de cuyo nombre no quiero acordarme.
ResponderEliminarLo de Bernabé siempre me acuerdo cuando pedías una tapa y te daban un huevo, ya pelado y todo, y se lo iban pasando de mano en mano toda la familia hasta que te llegaba a ti manoseado, diciendo: ¿Que queréis de tapa, chicos?.. Un huevo.
¡¡Que tiempos Maurito!!
Bueno, como siempre, recibe dos besos retorcíos. Tu madre se recuperará sin duda. Es una mujer fuerte, aunque es verdad que cada vez estos golpes le van haciendo mas huella.
A un servidor Sancha le daba clases de política que entonces, en los agónicos finales de Franco y su dictadura, se limitaba al estudio de todas y cada una de las leyes franquistas del glorioso Movimiento. A casi todos los que mencionas los he conocido y sufrido. Algunos eran profesores extraordinarios, como tu posterior jefe Manzano, y a otros los guardo en el rincón del olvido porque poco me aportaron. Ahora recuerdo a un tal Ferrellol, más bestia que una mula y a la Otero, una profesora que debía ser por aquellos años septuagenaria, que daba Humanidades y me tenía como subido en un altar desde el que me ponía sobresalientes, debieron ser los únicos que logre entre aquellas paredes, en casi todos los exámenes. Los huevos de Bernabé,¡que recuerdos!, llegaban a su destino más negros que las manos de mi padre después de pulir en la zapatería las botas y los zapatos del pueblo y de sus gallinas. Un abrazo, siete besos y ante todo gracias por estar siempre que se te necesita. Tu me entiendes hermano ...
EliminarTe deseamos que tu señora Madre se recupere pronto y vuelvas a la normalidad de tu vida. Quien mas quien menos,hemos pasado junto a nuestra Madre o Padre alguna noche en vela. Justo es, por tantas noches que ellos habrán pasado meciéndonos cuando éramos unos bebés llorones y mimosos, que tan solo queríamos estar siempre en sus brazos !
ResponderEliminarCordiales saludos.
Que se recupere no será fácil, sobre todo porque los deterioros son avanzados y la edad aún más. pero es verdad que ahora toca responder a las horas de desvelos que ellos tuvieron con nosotros. Es el discurrir de la vida y sus designios. Abrazos allende los mares ...
EliminarEspero que se recupere pronto tu madre y los días de hospital se acaben. Al menos hemos disfrutado de tu buena prosa, que por cierto, se me esta despertando el apetito. Un abrazo.
ResponderEliminarPues, con apetito, tu que vives en las jachas tierras, aprovecha y date una vuelta por el mencionado con la señora. Seguro que habrá de gustarte. Gracias por parar en estos andenes. Se agradece y se te espera.
EliminarHola mon ami te deseo que se ponga bien muy pronto un saludo.
ResponderEliminarGracias, aunque lo que va viniendo solo son parches y remiendos. Un abrazo.
EliminarLo primero, espero que tu madre este mejor y pronto este en casita, que si que es triste estar en el hospital y te lo digo yo, que de eso se un rato.
ResponderEliminarbueno lo de tu escrito como siempre una delicia, el leerte, y mira dos de mis hijas estudiaron en ese centro, Vivi estuvo 5 años, hizo técnico administrativo, y una servidora pertenecio al ampa, Hampa, (o como se escriba) del centro desde que empezo hasta que termino, por lo cual lo visite con frecuencia, y tengo muchos recuerdos, y buenos amigos de esa epoca. me a gustado mucho tu relato, y tu comida, como si me la estuviera comiendo, jeje, y el tio del boli, ya le bale, si esque hay gente PA TO!!! eres un sol, dale un beso a tu madre.
Gracias Victoria por tus halagos y consideración repartidos en demasía. Ya veo, aunque siempre tuve la certeza de ello, que has sido mujer activa y participativa. Ello nos hace sin duda mejores personas, porque es con la gente y entre ella como se vive y aprende. En verdad que hay humanos para todos los gustos, aunque algunos sean especies dignas de estudio. Le daré un beso de tu parte, aunque difícilmente te recordará. Besos
EliminarSi Maurito, lo cierto es que si, que he sido y soy, muy activa y con muchas inquietudes, y siempre con ganas de aprender, aunque tú, me has hecho recordar, que mi abuela conejera me decia que yo, era muy LICENCIA. Jejeje, mi abuela era muy guapa, y muy lista, y casi siempre tenia razon, un beso niño, y otro para tu madre.
EliminarBuen relato Mauro, tu tienes mano para esto.
ResponderEliminarComo bien sabes, mientras tu estabas en Maestria, yo estaba ya con "el Morenito" en VISAN.S.A., pues las circunstancias familiares me impidieron seguir estudiando.
En cuanto a lo de los hospitales, tambien tengo una reciente experiencia tras pasarme allí mas de un mes noche tras noche. Como yo no tengo la mano que tu tienes para la escritura, me dedicaba a la lectura, teniendo la ocasión de devorarme ocho libros y de comprobar como tu cuentas ese ambiente de los hospitales, como entre página y página sentado en el pasillo veia pasar delante de mí a varios pacientes haciendo el viaje desde su habitación a la quinta dimensión.
Espero que tu madre se rehaga lo mejor posible.
Un abrazo.
Temblores me dan, aunque al igual que a Cachito con su academia no lo sufrí, cuando oigo hablar del Morenito. Siempre tuvo fama, contrastada con muchos que a sus ordenes trabajaron, de ser bueno arreando estopa. De los hospitales y sus vivencias prefiero no hablar porque es asusto que inevitablemente me deprime. Gracias por tus deseos que no creo que se vean realizados. Un abrazo de vuelta buen amigo.
EliminarMAURO ME PERMITO HACERTE UNA CORRECCIÓN, EL ATAQUE A VALDEPEÑAS SE FRAGUÓ DESPUÉS DE QUE EN LA NOCHE ANTERIOR LOS VECINOS DE SANTA CRUZ DE MUDELA ANIQUILARAN A CASI TODO EL DESTACAMENTO FRANCÉS ESTABLECIDO EN NUESTRA LOCALIDAD.
ResponderEliminarGracias por tu corrección amigo desconocido. Uno olvida a veces los hechos y junta pegando sin orden ni concierto. De cualquier manera, lo importante es que los largamos, los unos con los otros, con viento fresco. Saludos y gracias por la aclaración.
EliminarEspero que tu madre este mejor,los años no pasan en balde,y " LA SEÑORA MARÍA " ya tiene unos pocos,un saludo desde esta tierra que es preciosa....Extremadura,
ResponderEliminarEstá, anónimo amig@, aunque chunguilla, la verdad sea dicha. Ochenta y dos años la contemplan desde un deterioro que viene de años. Que Dios haga y disponga. Un abrazo...
EliminarCuida mucho a tu mami, Mauro, que no tenemos más que una(ahora me acuerdo de una canción muy graciosa que decía eso, madre no hay más que una y me tuvo que tocar a mí, jaja, lo pienso estos días cuando acompaño a la mía a rehabilitación porque se enfada y protesta por todo...no ha nacido nadie lo suficientemente sagaz para engañarla y la sagacidad no se encuentra entre las muchas virtudes de su fisioterapeuta osea que las dos saben que lo que mi madre hace no le sirve para nada y anda de muy mal humor) Y mientras la cuidas no sueltes ese cuaderno de los chinos(allí se habrá comprado el boli el del iphone, también, y ten piedad de los sufridos y voluntariosos seguidores de las dietas crueles que imponen cenar manzana y yogur desnatado, coño, no nos hables de bacalao...
ResponderEliminar:D
Un beso grande, amigo
Se hace lo que se puede Alma del alma mía, aunque a veces sepas que es poco lo que está en tu mano. El cuaderno no lo suelto. Lo malo es que este mortal es persona a quien los vaivenes y cambios en el diario discurrir de las cosas son asunto que le desvaría el cerebro y los "sentios". El del IPHONE ni compró el boligrafo, se lo debieron dar de propaganda por lo feo y hortera que era. Ten en cuenta que llegué a comer con dieta impuesta de antemano y se me abrieron las carnes al ver lo que allí se me ofrecía, aunque a mi, aparte de los volátiles bichos, y eso si no me los camuflan, hay pocos manjares que se me resistan. Bacalao, pulpo a la gallega y hasta un buen chuletón de buey. Se me abren las carnes al pensarlo. Dos besos de vuelta ...
EliminarLo que espero Mauro es que pronto vuelva tu madre a casa y cuando vayas a degustar un nuevo menú, no sea por estos motivos.
ResponderEliminarYa anda por estos lares, aunque andar ande poco. El próximo menú puede ser una de sus exquisitas recetas. Un abrazo.
EliminarEspero que tu mami se recupere pronto, desgraciadamente hace poquito yo he pasado por eso y los días son eternos allí, sacamos lo posiivo...TU HERMOSO RELATO. Un saludo
ResponderEliminarFita.
Difícil está eso de la recuperación. Lo de ahora es seguir caminando entre parches y remiendos. Gracias por llamar de nuevo a la puerta.
EliminarMuchas gracias Mauro. El secreto está en publicar todos los días y echarle muchas horas. Un abrazo.
ResponderEliminarHace dieciocho años, me tocó ir de visita a la planta no se qué número de la Paz, el hospital de Madrid, era oncología, al final de un largo pasillo estaba el solarium, unos ventanales enormes y muy soleados hacia los que me dirigí rapidamente huyendo de lo q por allí había (sufrimiento, dolor y poca esperanza...)qué equivocada estaba y que pronto iba a cambiar mi idea de todo aquello. Tan sólo un par de días después hube de volver, esta vez para quedarme...cómo contarte Mauro la vida, fuerza, esperanza que allí había, qué graciosos unos viejetes contando historias y, esa madre-coraje, la adolescente bellísima y dulce, a la que Dios o lo que sea se llevó muy pronto, todo cambió para mí, descubrí la fuerza que cada uno tenemos dentro y cómo apoyándote en alguien más, puedes llegar a ser invencible...el equipo de médic@s y enfermer@s superior...cuando echo la vista atrás, cosa que me gusta poco al pensar en hospitales como a todos, te aseguro que me da verguenza recordar mi primera visita allí, en la que estaba deseando irme y hasta me daba grima respirar y luego el cambio radical y positivo que experimenté lo que me enseñaron y en especial la mujer más fuerte y luchadora que jamás pueda encontrar, luchó y ganó, te lo aseguro, mi madre, asidua también de la peluquería familiar vuestra...sé positivo, lo eres, de casi todo hay algo bueno, un beso, Mauro Ängel.
ResponderEliminar¡Cuanta razón llevas!. Me ocurrió esos días que me topé,(...suele ocurrir en esas ocasiones), con gente de nuestro paisanaje a la que apenas conocía. Y que tendrán esos ambientes hospitalarios que llevan a la confidencia, (... también es verdad que soy de los que pronto hace amistades)y a contar sin tasa los que nos oprime y llevamos dentro. A mi, como a cada hijo de vecino, tampoco me hacen gracia esos sitios, máxime cuando no esperas demasiadas cosas buenas de esa estancia, pero es verdad que te refuerzan el ser y hacen que de los adentros te salgan cosas sublimes, a veces hasta el llanto triste y lleno de congoja, que de alguna manera te revitalizan y dan vida. Recuerdo cuando tu madre estuvo enferma, ¡como pasa el tiempo!, igual que la recuerdo en el establecimiento peluquero de mi querida madre. te aseguro que aunque a veces resulte ser un cagalastimas, son palabras de la santa y deben de sentar cátedra e ir a misa, nada hay más lejos de mi horizonte que el ser negativo. Solo ocurre que cayendome la que ahora me cae, por un sitio y por el otyro, me empieza a costar mucho eso de sacar el pescuezo. Pero ya decía Serrat aquello de:"Bienaventurados aquellos que estan en el fondo del pozo, porque de ahí en adelante solo cabe ir mejorando. Otro beso "pa" ti. O mejor dos, uno en cada "lao" de tu hermosa cara. Y gracias por volver...
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