Les contaba ayer de lo acontecido en los años en que el
hambre y la miseria, con sus enfermedades, asolaron este lugar de La Mancha que
habitamos. Y parece ser que les gustó. Por eso, hoy vamos a viajar, de nuevo de
la mano de Don Antonio Pardo y sus BREVES PAGINAS ACERCA DE LA VILLA DE SANTA
CRUZ DE MUDELA, hasta el principio de ese siglo XIX en que la Guerra de La
Independencia, contra el odiado gabacho francés, devastaba sin piedad todo
nuestro suelo patrio.
La estratégica posición de Santa Cruz de Mudela en la carretera que conduce hacia Andalucía, a poca distancia de Sierra Morena, motivó que nuestros paisanos tomaran parte activa en la porfiada lucha por nuestra independencia(… no en vano tenemos varias calles que llevan nombres relativos a ella como homenaje) y fueron muchos los que nutrieron las partidas de guerrilleros que recorrían montes y sierras, amenazando constantemente al invasor de tal manera, que ni los destacamentos apostados para la seguridad de los correos (… que en aquel tiempo iban lógicamente a caballo), ni los militares en marcha, estaban seguros de una emboscada, de un ataque nocturno o de un asalto en toda regla.
A últimos de marzo de 1809 se detuvo en el pueblo un general del ejército francés que no encontró autoridad alguna a quien exigir comida para sus tropas puesto que todas habían abandonado la población. Nombró por ello alcalde a Sebastián José de Lamo, labrador al que considero la persona con más apariencia de entre las que quedaban en el pueblo. Y mal lo pasó el buen hombre porque, siendo muy frecuente el tránsito de tropas, tanto españolas, como francesas, pasó grandes apuros para darles la comida que, almacenada en El Pósito, se agotó completamente, con lo que los pobres vecinos hubieron de pasar hambre y calamidades de todo género.
Como han leído, este es otro de los rosarios de desgracias acaecidas en este pueblo del alma que nos vio nacer y donde, a lo largo de la historia, ha pasado, como en cualquier lugar, de todo.
Y de todo se aprende. De lo que bueno hubo y podemos repetir e, igualmente, de lo que malo fue ocurriendo, y no conviene olvidar, para que no se repita. Por ello, y haciendo buenas las palabras de George Carlin, acuérdense de ser amables con quien ahora les admira, porque esa personita crecerá muy pronto y se alejará de ustedes. Acuérdense igualmente de abrazar (… cuando nos dejen y puedan), a los que tienen cerca porque ese es el único tesoro que pueden dar con el corazón y, además, no les costará un solo euro. Díganle a su pareja, a sus hijos, y a quien buenamente deseen, que les quieren. Y díganlo sinceramente, porque un beso y un abrazo reparan una herida cuando se dan con toda el alma. Y cuando tomen de la mano a esos que quieren, atesoren ese momento, porque un día esa persona ya no estará a su lado. O ustedes al suyo. Y dense tiempo, mucho tiempo, ahora que nos sobra, para querer, conversar y compartir sus más preciadas ideas. Y recuerden siempre QUE LA VIDA NO SE MIDE POR EL NUMERO DE VECES QUE TOMAMOS ALIENTO, SINO POR LOS EXTRAORDINARIOS MOMENTOS QUE NOS LO QUITAN.
Hoy también me dio por rememorar un retazo de nuestra no tan lejana historia. Esa que conviene que pase de unos a otros para que nunca caiga en el pozo del olvido. Que es donde suelen caer muchos acontecimientos por miedo a volver a eso que ahora se conoce erróneamente como reabrir las heridas. Seguro que pocos sabían que en el Pósito, (…lugar como antes les decía, que fue escuela, sede de falange, lugar de juegos y ocio en los tiempos de la OJE, del añorado Club Septum y del recordado GRUPO TEATRAL MUDELA), habían ocurrido los desgraciados hechos que les he narrado. Pues les diré más. También fue cárcel durante los días de nuestra sangrienta guerra civil. Y de allí salieron, para ver la luz por última vez, los frailes del Colegio de San José que fueron vilmente asesinados en el cementerio de Valdepeñas. ¿A que tampoco lo sabían? Siempre se habló poco de ello debido a las reticencias de las que les hablaba antes.
La estratégica posición de Santa Cruz de Mudela en la carretera que conduce hacia Andalucía, a poca distancia de Sierra Morena, motivó que nuestros paisanos tomaran parte activa en la porfiada lucha por nuestra independencia(… no en vano tenemos varias calles que llevan nombres relativos a ella como homenaje) y fueron muchos los que nutrieron las partidas de guerrilleros que recorrían montes y sierras, amenazando constantemente al invasor de tal manera, que ni los destacamentos apostados para la seguridad de los correos (… que en aquel tiempo iban lógicamente a caballo), ni los militares en marcha, estaban seguros de una emboscada, de un ataque nocturno o de un asalto en toda regla.
Los malos tratos que a diario recibían del
sanguinario invasor francés, que con fiereza inaudita sostenía una guerra de
exterminio, aumentaban el coraje de los españoles y ponían a prueba su nunca
desmentido valor. El general francés Dupont había fijado su residencia en
Toledo y su ejército ocupaba los más importantes puntos de La Mancha. Cuando a
últimos de mayo cruzó este país ,pudo observar que sus pueblos se hallaban
rodeados de una soledad espantosa y sus moradores, como en las invasiones de
los vándalos y árabes, habían abandonado sus casas, buscando en los montes
cercanos abrigo a sus desventuras. El incendio, el saqueo y los atropellos
brutales de ancianos y enfermos, eran la ocupación favorita de aquella
soldadesca que todo lo envolvía en una orgía de sangre y fuego.
La noticia de las crueldades cometidas por el
malvado Murat el día 2 de Mayo en Madrid acuchillando a grupos de paisanos y
entrando en las casas a saco y degüello, junto con la de los brutales sucesos
acaecidos en Córdoba, donde se materializó una masacre matando, degollando,
robando, violando y abusando bárbaramente de las esposas e hijas de los
cordobeses, lanzaron a los habitantes de los pueblos por los que iban pasando
los franceses a la consecución de cumplidas represalias.
En Santa Cruz de Mudela los franceses saquearon casas
e Iglesias, (… robaron dos copones y destrozaron todos los ornamentos),
atropellados sus ancianos y doncellas y viéndose nuestros paisanos heridos en
sus más hondos sentimientos, no solo se tomaban cumplida venganza siempre que
encontraban ocasión contra el insolente francés, acuchillándolo y matándolo al
menor descuido, sino que, creció tanto la indignación popular que
atacaron, el 5 de Junio de 1808, a una escolta de 700 soldados franceses.
El General Dupont ordenó que, en su paso para
Andalucía, los almacenes de galletas, medicinas y otros útiles necesarios para
el ejército francés, se estableciesen en el Pósito (… ¡cuanto no habrá
ocurrido entre esas paredes donde estuvieron la OJE, el Club Septum y
están ahora ubicadas la Biblioteca y la Casa de la Cultura!), dejando una
escolta de 700 hombres para que lo custodiasen y mantuviesen las comunicaciones
entre los ejércitos del Centro y Andalucía.
Y fue en la tarde del 5 de Junio cuando, armados los
vecinos de esta villa, y a una señal convenida, se lanzaron contra los
franceses. La lucha duró durante toda la tarde y noche por todas las calles del
pueblo y al día siguiente, viendo que su situación era comprometida, huyeron
los gabachos al campo perseguidos por nuestros paisanos. El jefe de los
franceses murió al principio de lo que hoy es la carretera que lleva a Moral de
Calatrava. Se dispersaron entonces los franceses y, perseguidos por los vecinos
de Santa Cruz, se rindieron finalmente en la llamada Encomienda de Corralrrubio
(… situada, más o menos, a un par de kilómetros a la izquierda, en dirección a
Madrid, y a la altura del Area de Descanso de los marroquíes en la Autovía del
Sur. La foto que acompaña al relato es del cortijo de la mencionada finca en el
presente). Como consecuencia de la lucha perdieron la vida 113 franceses y
fueron hechos prisioneros otros 119. En la consecución de esta victoria
jugó un papel estelar Juan Laguna “El Remendado”, natural de esta villa que,
habiendo formado una guerrilla con 300 mozos del pueblo, se ocultaba en los
montes próximos para no dejar un momento de reposo a los destacamentos
franceses que iban y venían de Andalucía.
Posteriormente, y temiendo las consecuencias de esta
jornada, tan desgraciada para los franceses como gloriosa para Santa Cruz, e
intentando contrarrestar los sentimientos de venganza del invasor francés, el
alcalde, que era Félix Nieto, con otros dos vecinos, acompañados de un
Comisario de Guerra, (… a quien habían perdonado la vida y tratado con la mayor
consideración), se presentaron ante el general francés Vedel, que se hallaba en
Manzanares, y le pidieron que tuviera clemencia y conmiseración con los
habitantes de Santa Cruz. El general, teniendo en cuenta sus suplicas y el buen
trato que habían dispensado a los prisioneros, prometió verbalmente indultar al
pueblo aunque parece ser que, a pesar de su promesa, el paso de los ejércitos
franceses siguió siendo una desdicha para el pueblo puesto que siguieron
causando males y muertes, entre otras, el asesinato de dos ancianos a tres
cuartos de legua de la población.
Para evitar las continuas vejaciones que sufría
el pueblo del invasor francés emigraron gran parte de sus vecinos. Las familias
más pudientes(… como ocurre siempre), pusieron pies en polvorosa y se
trasladaron a pueblos mis distantes de la carretera que se veían libres de los
horrores de la guerra, dejando escondidas o confiadas a sus servidores más
fieles las riquezas y alhajas que no podían llevarse. Familias de posición más
modesta y pobre también emigraron a las casas de campo ocultando así a sus
esposas e hijas a la vista de aquella soldadesca vil y canalla.
A últimos de marzo de 1809 se detuvo en el pueblo un general del ejército francés que no encontró autoridad alguna a quien exigir comida para sus tropas puesto que todas habían abandonado la población. Nombró por ello alcalde a Sebastián José de Lamo, labrador al que considero la persona con más apariencia de entre las que quedaban en el pueblo. Y mal lo pasó el buen hombre porque, siendo muy frecuente el tránsito de tropas, tanto españolas, como francesas, pasó grandes apuros para darles la comida que, almacenada en El Pósito, se agotó completamente, con lo que los pobres vecinos hubieron de pasar hambre y calamidades de todo género.
Como han leído, este es otro de los rosarios de desgracias acaecidas en este pueblo del alma que nos vio nacer y donde, a lo largo de la historia, ha pasado, como en cualquier lugar, de todo.
Y de todo se aprende. De lo que bueno hubo y podemos repetir e, igualmente, de lo que malo fue ocurriendo, y no conviene olvidar, para que no se repita. Por ello, y haciendo buenas las palabras de George Carlin, acuérdense de ser amables con quien ahora les admira, porque esa personita crecerá muy pronto y se alejará de ustedes. Acuérdense igualmente de abrazar (… cuando nos dejen y puedan), a los que tienen cerca porque ese es el único tesoro que pueden dar con el corazón y, además, no les costará un solo euro. Díganle a su pareja, a sus hijos, y a quien buenamente deseen, que les quieren. Y díganlo sinceramente, porque un beso y un abrazo reparan una herida cuando se dan con toda el alma. Y cuando tomen de la mano a esos que quieren, atesoren ese momento, porque un día esa persona ya no estará a su lado. O ustedes al suyo. Y dense tiempo, mucho tiempo, ahora que nos sobra, para querer, conversar y compartir sus más preciadas ideas. Y recuerden siempre QUE LA VIDA NO SE MIDE POR EL NUMERO DE VECES QUE TOMAMOS ALIENTO, SINO POR LOS EXTRAORDINARIOS MOMENTOS QUE NOS LO QUITAN.
Hoy también me dio por rememorar un retazo de nuestra no tan lejana historia. Esa que conviene que pase de unos a otros para que nunca caiga en el pozo del olvido. Que es donde suelen caer muchos acontecimientos por miedo a volver a eso que ahora se conoce erróneamente como reabrir las heridas. Seguro que pocos sabían que en el Pósito, (…lugar como antes les decía, que fue escuela, sede de falange, lugar de juegos y ocio en los tiempos de la OJE, del añorado Club Septum y del recordado GRUPO TEATRAL MUDELA), habían ocurrido los desgraciados hechos que les he narrado. Pues les diré más. También fue cárcel durante los días de nuestra sangrienta guerra civil. Y de allí salieron, para ver la luz por última vez, los frailes del Colegio de San José que fueron vilmente asesinados en el cementerio de Valdepeñas. ¿A que tampoco lo sabían? Siempre se habló poco de ello debido a las reticencias de las que les hablaba antes.
Queden con Dios en este día en que termina
definitivamente el desfile de tanta fiesta. De lo que veníamos hablando al
principio de este diario volveremos a hablar mañana. Que hay cosas que referir,
por las que cabrearse y ya está bien de tanta holganza histórica. Buena noche y
felices sueños.
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