Querida
Amparo:
En el día en que cumples quince años me
gustaría desearte que tu vida esté siempre rodeada de buenas sensaciones,
Quisiera, ante todo y en principio, que ames con pasión porque amando también
serás amada y si así no fuera te aconsejaría que sepas olvidar con brevedad y
no guardes nunca rencor porque la vida es corta y no merece la pena malgastarla
recordando lo que de malo nos aconteció.
Deseo también que tengas amigos que te
sean fieles y que puedas confiar en
ellos sin duda alguna y a la vez creo que sería bueno que tuvieses enemigos
para que seas capaz de cuestionarte tus propias convicciones. Y me gustaría que
anidase en tu ser la sensación de sentirte útil, que tengas siempre la certeza
de que eres buena desarrollando algo, pero nunca imprescindible e insustituible
porque ello te llevaría a sentarte a la mesa de la vanidad que siempre es mala
compañera de viaje y que cuando te sientas mal y asomen los malos momentos, que
suelen ser cuantiosos, abundantes y cuajados de nubes negras, seas capaz de
levantarte y mantenerte en pie.
Te pediría también que fueses tolerante,
comprensiva y condescendiente con aquellos que se equivocan mucho y sin remedio
porque haciendo uso de esa tolerancia servirás de ejemplo a otros. Y porque el
mundo que nos rodea es como es y resulta complicado cambiarlo sería deseable
que siendo aun tan joven no madures con demasiada prisa porque si es así te perderás
lo que de bueno tiene este irrepetible momento y que cuando seas mayor no
sientas la necesidad de rejuvenecer y que siendo vieja no te desesperes porque
cada edad tiene su placer y su dolor.
Y de paso te deseo que sepas estar triste,
aunque sea por un día, porque así descubrirás que la risa diaria es sana y cura
el alma, que la habitual es anodina e insustancial y el reír constante puede
resultar hasta dañino y perjudicial. Y por encima de todo, con la máxima
urgencia, quiero que descubras que existen y te rodean seres oprimidos tratados
con injusticia y personas infelices.
Deseo también que tengas dinero y que de
vez en cuando lo pongas delante de ti y te digas: “esto es mío”, para que de
esa manera quede claro quien es el dueño de quien. También desearía que ninguno
de tus seres queridos muera pero que si muere alguno puedas llorar y recordarlo
sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.
Te deseo, por fin y para terminar, que
siendo una buena mujer tengas un buen hombre y que sepas querer porque
queriendo serás querida. Y si todas estas cosas llegan a pasar, como decía Víctor
Hugo a quien debo la idea de este montón de deseos, no tengo nada más que
desearte.