Como mandamientos:

Es bueno ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivirla con pasión. Perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho para ser insignificante.
Charles Chaplin

A veces uno sabe de que lado estar simplemente viendo los que están del otro lado.
Leonard Cohen

miércoles, 22 de abril de 2020

Diario de Incertidumbres. 22 de Abril





   

  
 Escribe Javier Sampedro en EL PAIS: "La mitad de los jóvenes españoles –los nacidos a partir de 1985— estaban sin empleo en la década pasada, y los italianos no iban muy por atrás de ese porcentaje. La mejor opción de una persona de esa edad sería haber nacido en Alemania, con solo un 11% de paro juvenil. Pero uno nace donde Dios le dice, ¿no es cierto?, con la posible excepción de los bilbaínos, que nacen donde les da la gana. Los jóvenes de entonces, que ahora frisan los 35, estaban apenas recuperándose de la crisis financiera de 2008 cuando les ha caído encima el coronavirus. Cuando estos marginados por la historia escriban sus autobiografías, sus blogs de madurez o cualquier otra cosa de naturaleza cuántica que se lleve para entonces, mirarán atrás y relatarán el bodrio de mundo que heredaron de nosotros. Los viejos vamos a quedar fatal en los textos de historia”.

  Y continúa: “como yo fui un científico en mi juventud, allá por los últimos ochenta y primeros noventa, no me cuesta mucho entender las que están pasando ahora los jóvenes de cualquier sector o formación. Becas cutres, buhardillas a cincuenta grados, falta de cotización a la Seguridad Social y una atención médica deficiente. Pero en aquella época podíamos al menos mirar alrededor y ver que nuestros compañeros de generación estaban haciendo una pasta. Lo más fácil era pensar que nos habíamos equivocado de carrera. Los jóvenes de ahora ni siquiera tienen ese dudoso consuelo. Si miran a su alrededor, solo ven el mismo infortunio que les amarga la vida a ellos. Empleos no ya precarios, sino prehistóricos y delincuenciales, contratos por horas, sueños por segundo, desolación, nada.

 Y remacha los clavos afirmando:”los millennials no han visto más que crisis económicas en toda su vida. No conocen otro mundo. La gente de 35 años debería ser ahora mismo el motor laboral, económico y cultural del país, y en vez de eso están perdiendo sus años más productivos mandando currículos y atendiendo los tristes mensajes de LinkedIn que les ofrecen otra penalidad peor aún de la que ya tenían. Esto afecta más a las clases más vulnerables, como es de rigor, pero ni las familias más acomodadas se libran de ello. Hay un eje generacional que traza una nueva línea ortogonal a la ya complicada geometría sociopolítica. Nadie quedará atrás, decimos, pero estamos dejando atrás a una generación entera. Qué bien lo hemos hecho.

 Uno de mis analistas europeos favoritos (Carlomagno en The Economist) llama a los jóvenes sureuropeos los “vencedores pírricos de la globalización”. Tenían todas las cartas previstas que supuestamente debían salvarles del crash financiero –formación, sistemas de contacto, un pasaporte de la Unión Europea— y el coronavirus ha vuelto a aplastar sus expectativas. “Los bajos salarios de ahora engendran los bajos salarios de después”, dice Carlomagno. Para las generaciones experimentadas, el virus es una crisis como otras que hemos vivido. Para los jóvenes españoles, la pandemia es la puntilla."  Aterrador, pero muy cierto el panorama que nos describe.

  Y con los pelos de punta y la piel como la carne de gallina, siento que tiene razón. Pienso en mis hijos y cada vez tengo menos dudas de que el mundo que habré de dejarles será peor del que yo disfruté. Y es algo que, salvo en contadas etapas de la historia, no había ocurrido nunca. Pocas veces ha dejado una generación a la que le sigue una sociedad tan execrable y  al borde de abismos materiales y existenciales tan patentes como los que se dan en nuestros días. Y no cabe el consuelo, como se dice en algún lugar del artículo anterior, que cabía en épocas anteriores de pensar que si no estudias, porque no puedes, porque no quieres o porque no vales, vas a tener la oportunidad de tener un trabajo medianamente remunerado y decente. Lo que había ya era miseria y lo que viene habrá de ser aún peor. Los buitres que nunca se fueron esperan agazapados a que se calme la tormenta para salir a la caza de lo que siempre consideraron carroña con la que alimentarse. Y me apena más aún el pensar que aquellos que estudian y se preparan que, aun teniendo obviamente más oportunidades, tampoco tendrán asegurado un trabajo donde prosperar y que justicia haga a sus años de estudio, preparación y conocimiento. Y con estos mimbres, me pregunto, de qué manera podrán afrontar el vivir en un mundo competitivo, impersonal y deshumanizado, cuyos valores no van más allá de los que dicta la propia supervivencia cayendo quien caiga. Mal plan se intuye. Ya veremos.

  Leo que desde ayer andan estos del gobierno dándole vueltas al asunto de permitir que los tiernos infantes pongan por un rato los pies en la calle y, por lo que veo, no aciertan ni a tiros. Irrisorio resultaba el permitir que lo hicieran acompañados de algún mayor cuando este fuese de compras a la farmacia o al supermercado. Dejar que los más jóvenes, que al parecer son los más asintomáticos portadores del bicho, compartan lugar con quienes son más propensos a caer en su red es algo incomprensible.  No sé qué lumbrera habría elucubrado en su mente un despropósito de semejante tamaño. Aunque ahora parece que se desdicen y cambian esta medida por otra que permitirá salir a los menores de 14 años a pasear hasta un kilómetro de distancia de sus casas. Ya veremos en qué termina este circo.
  
  Ayer murió, víctima de esta inmunda ponzoña José María Calleja, periodista veraz, valiente y sin pelos en la lengua que hasta hubo de llevar escolta durante años porque ETA lo tuvo en su punto de mira y condenado a muerte. Siempre le recordare por la vehemencia en sus exposiciones y porque se me quedó grabada para siempre una máxima de su autoría que venía a decir que había que ser “independiente siempre e imparcial nunca”. Descanse en paz como tantos otros que en estos días nos están dejando.

  Por hoy ya está bien. Tengan un feliz descanso y deténganse, ahora que tiempo les sobra, en mirar hacia su interior, hasta lo más profundo de su corazón. Si lo hacen, se darán cuenta de que muchas de las cosas que creían esenciales hasta hace tan solo unas semanas no pasan ahora de ser simples banalidades. Y además tendrán claro que es en ese corazón donde se cobijan sentimientos y deseos. Esos que unas veces nos turban y otras hacen de nuestra vida un discurrir maravilloso.  








6 comentarios:

  1. Siempre dejo los penúltimos momentos del día para leerte. Cuando lo hacía pensaba la suerte que tuve al nacer hace tantos años. Pasé de una infancia carente de todo menos de cariño, a una juventud plena. Digo juventud, porque,pase con con 22 años a formar mi familia, y pase a vivir mucho mejor que en mi infancia, es decir, pasé a un mejor bienestar.
    Ahora es lo contrario.En ese aspecto hemos involucionado. Y una sociedad que retrocede en el bienestar, es una sociedad que está fallando en lo sustancial.
    Pero bueno...no hay ni bien ni mal que cien años dure.
    Y como siempre...un placer.

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    1. Ni cuerpo que lo resista. Y si esto es así, como evidentemente es, ¿que podemos hacer para ponerle remedio? ¿volver otra vez a las barricadas?. Ni así. A poco que leas la historia y su devenir comprobarás que cuando realmente se consiguieron los mayores logros sociales fue durante el siglo XX. Antes, la Revolución Francesa, que sin dudas fue un hito, y otros logros salpicados con cuentagotas a lo largo y ancho del mundo. España, otrora nación donde no se ponía el sol y de ruina eternamente para los de siempre , hasta después de la muerte del innombrable, fue siempre un país de miseria donde unos vivían como pachas mientras otros se morían de hambre. Y a eso quiere volver este mundo comandado por siniestras corporaciones que son las que verdaderamente mandan. Ya veremos como termina este circo. Si lo vemos. Entretanto,cerveza fresca, buen vino y alimentos varios. Incluidos los de la mente. Gracias por tu eterna fidelidad. Un gusto.

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  2. Muy buenas reflexiones, Mauro. He comenzado hace poco a leerte, por recomendación de una fan incondicional tuya. Y bien me recomendó. Hay mucha verdad en tus palabras. Leí hace unos meses un artículo sobre la sociedad del sandwich mixto. Esa sociedad en la que vivimos. La que no premia al que se esfuerza, la que desprecia al honrado, la que fomenta la picaresca mal entendida... Intento luchar contra eso animando a las bases desde mi trabajo como docente. Y me emociono cuando veo ilusión y ganas de superarse en los ojos de algunos. Pero me hundo cuando me pregunto qué les esperará después y si no les irá peor en la vida que a aquellos que viven del cuento. En fin. Respecto a las medidas-parche... Mejor otro día... Gracias, Mauro

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    1. Ese es mi pesar. El pensar que el esfuerzo no haya de verse recompensado. Y te habla uno que nunca tuvo en exceso don tan preciado. Siempre me gustó ver las cosas hechas de un día para otro y eso es muy parecido al pan para hoy y hambre para mañana. Por eso intento transmitir a los jóvenes que me quieren escuchar, entre los que lógicamente están mis hijos, aquello de que el esfuerzo siempre tiene premio. Pero ¿en que consiste ese premio ahora?. Si después de años de preparación y estudio tienes que ponerte a fregar platos por un sueldo de porquería porque no hay salida de ningún tipo, ¿de que ha servido ese esfuerzo? y peor, ¿que motivación hay para seguir luchando?. Y, si lo que quieres es un trabajo, sin más, y este esta remunerado con un salario de mierda, ¿que habrá de incitarte cada día a ir a trabajar?. Simplemente la subsistencia. Y eso, es deplorable y triste. No son estos buenos tiempos para la lírica. En fin que un placer recibirte, amigo o amiga desconocido. Sería un placer saber de tu identidad. Siempre que lo desees claro. Entretanto, salud y un abrazo.

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    2. No, Mauro. La lírica tiene poca cabida ahora. Estadísticas, porcentajes... pero poca humanidad. Además, espantamos a muchos buenos, que se nos van donde les aprecian. En fin, quizá son tiempos de mucha reflexión y eso, con la que está cayendo, duele.
      Por cierto, me llamo Marta, hija de la que te es eternamente fiel.
      Buenas noches y gracias de nuevo

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    3. Poca humanidad la hubo siempre. Somos racionales, dicen, y nos comportamos muchas veces, siempre diría, peor que lo hacen los animales. Quisiera yo que lo que dices de la reflexión fuese un hecho consumado y cierto porque es esta, si se hace en conciencia con humildad y sin partidismos de ningún tipo, la única que nos puede sacar del agujero. Y es prioritario y altamente recomendable que aprendamos a valorar, y a pagar con dignidad, a los que tenemos aquí en detrimento de tanta globalización de las narices. Un placer el hacerte un hueco en la mesa. Aunque, en esta ocasión, conozcas sobradamente a una de las comensales. Un abrazo.

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