Como mandamientos:

Es bueno ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivirla con pasión. Perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho para ser insignificante.
Charles Chaplin

A veces uno sabe de que lado estar simplemente viendo los que están del otro lado.
Leonard Cohen

martes, 28 de octubre de 2014

Lo que quiero ahora






   De momento sigo por esta nueva senda de las grabaciones. A la espera de que vuelva la inspiración, y mis maltrechas neuronas despierten, he de reconocer que me evade este asunto de grabar audiciones y más aún cuando se trata de plasmar con la voz lo que escrito ha sido por una persona digna e íntegra. Es lo que me parece Ángeles Caso. Y el texto, magistral y maravilloso, lo siento como mío. Si lo tienen a bien, disfrútenlo. 

 


                                           
                                 










jueves, 16 de octubre de 2014

Cuando yo me vaya .











   Un servidor de ustedes, amigos y amigas míos, sigue seco en el asunto de juntar palabras. Por ello, y mientras vuelven las musas de jugar con las musarañas, permítanme que abusando de su eterna condescendencia les siga dando la tabarra con esto de las grabaciones en audio. Matamos el gusanillo y pasamos el rato. Hoy les recito un texto original de Carlos Alberto Boaglio que siento como mío.





                                               
                                 








jueves, 2 de octubre de 2014

Anclados en la memoria

      


       



     


      Cuando llevo un tiempo seco para estos asuntos de la escritura y las musas parecen huir de mi lado despavoridas ha llamado a la puerta la infanta de los lloros  con un relato que me ha conmovido, desde sus adentros, cuerpo y alma. Y por ello, le doy paso y testigo. Porque a sus quince años, me da que promete. Gracias Amparo, porque hasta en los gustos musicales solemos ir de la mano.


      Tenía apenas unos minutos de vida cuando mi madre murió. Lógicamente fue mi parto lo que la convirtió en un despojo más de la tierra. Mi abuela acostumbraba a decirme que dio su vida a cambio de la mía. Yo sin embargo solía pensar que era la culpable de la muerte de mis padres. Papá no había podido soportar el dolor por la pérdida de mamá y había optado por reunirse con ella en el firmamento. Lo sé, esta no es la mejor forma de contar una historia, podría endulzarla, de verdad me encantaría, pero simplemente no sería una versión real. Esta es la realidad.

     18 de Febrero de 2004, el día de mi quinto cumpleaños. La abuela me había preparado una tarta con todo el esmero y cariño que había podido. Sus manos ya envejecidas y temblorosas habían provocado algún que otro desliz sobre la fina capa de chocolate y nata que cubría un bizcocho de limón, pero no importaba, aquellas imperfecciones eran lo que la hacían perfecta. Estaba preparada para soplar una vela con el número 5 que chorreaba más a cada segundo que pasaba. La abuela me detuvo y me dijo que pidiese un deseo. Yo lo hice: Pedí que mamá y papá entrasen en ese mismo instante por la puerta del salón, no llenos de regalos como cualquier niño hubiese deseado. Solo pedí que entrasen. Una mente inocente como la mía no podía pensar que ese deseo jamás se cumpliría. Así que soplé, lo hice tan fuerte como pude poniendo toda mi confianza en aquel deseo que se desvanecería en el aire como el humo de la vela ya apagada…

     Los años han pasado, me encuentro observando una foto de aquel día. Mi abuela, admiro su fortaleza, con su sonrisa gastada por tantas experiencias duras me sostenía en brazos. Paso la página del álbum de fotos que sostengo sobre mis manos. Ahí están mis padres, sonrientes. Mi madre luce un precioso vientre de embarazada; papá la sujeta por los hombros y acaricia el lugar donde mi recién formado cuerpo seguramente reposaba. Los ojos de mi padre son azules, tanto que me recuerdan al mar de Tenerife, sin embargo los de mamá son tan oscuros que parecen engullir todo un universo. Papá alto, mamá bajita, pero tan perfecta a la vez. La abuela siempre decía que era igual que ella. Mi pelo negro enroscado en anchos tirabuzones no dejaba duda alguna de ello. Siempre será mi foto preferida, supongo que se debe a que no tengo otra con ellos. Papá por capricho del destino había de llamarse Marco, siempre pensé que su nombre hacía referencia a aquel personaje de dibujos animados que emprendió una gran aventura en busca de su madre, solo que mi padre había ido en busca de su esposa Alicia; espero que la encontrase en el País de las Maravillas.

     Dejo el álbum de fotos a un lado. Una niña de 5 añitos recién cumplidos acaba de entrar por la puerta, temo por ella, temo no ser lo suficiente buena madre, nunca he conocido muy bien el significado de esa palabra, pero esta pequeña me inspira confianza, la confianza suficiente para conseguir darle todo aquello de lo que yo un día carecí.

     Papá, mamá, gracias por hacerme el regalo más grande de todos, gracias por darme la vida. Siento como si os hubiese quitado la vuestra. Nunca pretendí tal cosa. Os quiero.