Están absortos.
Contemplativos observan, como elevan a las alturas la veleta que habrá de
ondear en la cúpula del nuevo edificio del Ayuntamiento, el que acaba de
inaugurar en fechas cercanas el presidente de Castilla-La Mancha, José Bono.
Este asunto de la veleta es una cuestión perseguida con denodado encono por el
mencionado Botones. Desde la puesta en marcha del consistorio no ha parado de
insistir al alcalde y concejales que un ayuntamiento sin veleta es como un
jardín sin flores. Así que ante la insistencia del susodicho y sometido el
asunto a debate, se llegó a la conclusión de que la idea era aceptable y presto
se encargó al artesano correspondiente la elaboración del artilugio que habrá
de mostrar, con exacta precisión, de que punto cardinal nos sopla el aire que
corre por los rincones del pueblo y sus moradores.
Terminados pues quedan
en un par de horas los trabajos y ya ondea lozana y bella la veleta contra el
viento, aposentada en las alturas. Así, la cohorte de curiosos que miraban y
comentaban el izado del armatoste se empiezan a encaminar, unos a su casa a
comer el diario sustento y otros menos precipitados al bar, a tomarse unas
cervezas fresquitas. Es entonces, cuando en un aparte, el inventor de la idea,
se dirige a este pobre munícipe para instarle a que brevemente y en corto
plazo, componga una poesía, una oda que glorifique y exalte al aparato
giratorio. En una primera instancia permanezco embelesado, y atónito me
pregunto si será cierto lo que mis sentidos intuyen; la certeza de que este
hombre me pide, quedándose pancho y tranquilo, que me saque de la chistera una
lirica composición al trasto volátil, cual si de una enamorada doncella se
tratara.
Puede imaginar el
lector, que como se suele decir, largas le doy al asunto, a la vez que
argumento la complejidad de la cuestión y así uno por un lado y el otro, por el
contrario, nos damos la despedida y a otra cosa mariposa. Nada que reseñar
habría de no ser porque a la mañana siguiente, al subir la escalinata que
conduce al consistorio, lo encuentro cual guardia suizo a las puertas del
Vaticano, a la espera de mi llegada. Me hace entrega solemne, con explicaciones
y detalles incluidos, de una nota donde esboza y da pinceladas de los hilos
compositivos del poema que haga alabanza a la veleta y haciendo que me sienta
como ratón entre gatos, he de admitir que comprendo que no hay escapatoria, que
no tengo más solución, ni pertinente medida que acometer el encargo con premura
y dedicación, so pena de quedar chiflado, ido y sin solución. Con el paso de
los días nada viene a la cabeza y engañar debo al padre del instrumento,
diciéndole que estoy en ello, cuando las musas huidizas no pasan por mi cabeza.
Han pasado días,
tal vez semanas, cuando observo el diario trajín del pueblo y sus moradores a
través del balcón del consistorio y es entonces cuando traslado mis ojos miopes
a la veleta, que está justo encima de mi cabeza, dándole vida a la idea que
habrá de satisfacer, complacer y hasta gustar al buen amigo Botones.
Mirando desde la altura, el lento pasar del tiempo
viendo como cada día, corre la vida en el pueblo
de como unos se casaron y otros se han ido muriendo
y ahora corren por la plaza, los que hace poco nacieron.
Altiva sobre el tejado, ve conversar a los viejos
de recuerdos y añoranzas, de tiempos que no volvieron
a “ Jaito” recordando, sus tiempos de sartenero
y en la puerta de su casa, mira el “Botones” al
cielo
observando negras nubes, que amenazan aguacero
lluvia sobre los tejados, barro sobre los barbechos.
También contempla altanera, quien llega al
Ayuntamiento
quien sube las escaleras, quien dobla por las esquinas
el Clio del “ Colorin ”, el puro del “Gasolina”
los portales del Mercado, la gente que va a Correos.
Y arriba como un guerrero, luchando contra los vientos
ve pasar parsimoniosos, lentos días discurriendo
el “Patito” con su cine, Javi en la carnicería
Jesús que va a la Campana, Pedro ”El Charreto barriendo.
Al cartero y sus seguros, Isaito y los helados
el Alcalde con el Rover, “Pote” la carne
vendiendo
en el fondo, de un plumazo, la vida yendo y viniendo.
Nacida por el tesón de “El Botones” Ángel Bravo
enclavada en las alturas por Santiago Ruiz “Chipena”
fue creada entre las manos de Andrés Muñoz “Colorin”
siendo Alcalde de la villa, el que apodan “El Bajillo”
estos versos le compuso el nieto de “Santiaguillo".
A quienes sois del lugar poco hay que añadir, porque a todos los reseñados habréis de conocer, aunque algunos tristemente ya nos han abandonado. A los foráneos de la villa, poco habrá de importarles quien es cada cual sin conocerlo; simplemente decir que fue un retrato de lo que vi y también imaginé en aquel momento maravilloso, cuando al fin me vi aliviado de la carga que, sin quererlo, ni buscarlo soportaba. ¡Son las cosas de la vida y sus asuntos!