La tienda de David Laguna |
El principio de este desafuero incontenido por el
asunto de la reparación vino a tener lugar entre la lóbregas paredes de la casa
de mi infancia. Tenía la tía María un aparato de radio de colosales dimensiones
puesto sobre una mesa, con pañito de ganchillo incluido, en el comedor
“que no servía pa ná”, al que nunca jamás entraba nadie y del que aún recuerdo
como si de ayer se tratara , el olor a habitáculo cerrado y sin ventilación que
desprendía y al que profesaba un sentido aprecio, hablamos nuevamente del
aparato de radio, porque se lo había regalado su primo Bernardino, hombre que
al parecer se dedicó a la importación desde la quinta puñeta de las primeras
radios que se oyeron en el pueblo o debieron oírse, debiéramos a la vez decir,
porque el antedicho jamás emitió sonido alguno que pudiese verificar si llegó
útil a su destino o fue más bien para el arrastre, aunque con el paso de
los años y un discurrir más granado me dio por pensar que aquel cacharro estaba
allí puesto para servir de empaque y adorno, que era cosa que vestía mucho.
Eran los tiempos en que para mi gozo había llegado
el primer casete Sanyo a la casa y hurgando por sus rincones, hube de comprobar
que en uno de sus costados portaba salida para altavoz. De esa manera, llegados
a las primeras tardes del verano con sus siestas, hube de esperar a que los
ronquidos emitidos en la casa fuesen como estereofónicos; unos procedentes de
la alcoba de mis padres y los otros, por el costado opuesto, de los aposentos
de la tía María a quien acompañaba mi hermana, para armado con el
destornillador de madera que habían usado varias generaciones y que aún
subsiste en la caja de herramientas que tiene el tuerto, descerrajar la tapa
trasera del mastodóntico elemento y proceder a la extracción desde sus
polvorientas entrañas de un altavoz que por sus dimensiones, bien pudiera haber
servido para dar fuerza y clamor a las arengas que el Alcalde daba, ya no
recuerdo el porqué, desde el balcón del Ayuntamiento. Llevado a cabo el hurto,
con premeditación y alevosía, presto encaminé los pasos hasta el camarón en el que destripamos al gallo puñetero del
corral, donde tenía preparado un cable, de aquellos textiles que al
quemarse soltaban un pestuzo de mil demonios, que conecté al altavoz y a la
salida del reproductor de cintas. Cuando a continuación le di al play, un ruido
cavernoso emergió del fondo del artefacto sonoro hasta que sin previo aviso
aquello pegó un pedo que pareció sobrevenido de las fallas de Valencia y menos
mal que, debíamos haber comido cocido, ningún bicho viviente moviose de su
morada, con lo que este mortal de necesidad tuvo tiempo sobrado para devolver
lo sustraído a su lugar de origen, con la plena convicción de que la radio
mencionada, por si había alguna duda, ya no sonaría jamás.
La siguiente víctima de mis quirúrgicas
operaciones, aunque queden en el olvido algunas reparaciones de poca monta, fue
una Telefunken en blanco y negro que mi padre había adquirido en la tienda de
David Laguna Rodero. Un inciso para reseñar que en este comercio incomparable,
sito en la calle San Sebastián y antiguo salón de baile de Coronado, donde la
noche se juntaba con el día en los carnavales de mi infancia, se vendía todo lo
vendible relacionado con la música, el sonido y la palabra hablada, además de
frigoríficos, discos y ventiladores, para rizando el rizo ser también estudio
de fotografía por el que pasaron los caretos de varias generaciones del pueblo.
La tienda con sus productos |
Fue el primer televisor que
entró por la puerta de la casa y como todo lo primerizo se divisaba, grande y
aparatoso, sobre la mesilla en la que aposentaba sus voluminosos reales. Eran
estos, tiempos en que solo se gozaba de la emisión de dos canales televisivos,
ambos de Televisión Española, el VHF y el UHF, siendo este último para
privilegio y gozo de unos cuantos, de aquellos que poder podían colocar
sobre su tejado la doble antena que permitía su recepción, por lo que un
servidor, que solo tenía una enorme, parecida a un tendedero de ropa erizado
sobre la cima de un mástil de oxidado hierro, había de conformarse con lo que a
bien tuvieran de emitir por la primera cadena, desde la Carta de Ajuste, poco
antes del mediodía, hasta el cierre de la emisión, al filo de la medianoche con
el “chunda, chunda, tachunda, chunda, chunda,chunda, chunda, chun, tachunda,
chunda, chun” o lo que es igual, al son de los marciales compases del himno
nacional, que con sus reyes y principitos nos indicaban que había que largarse
“pa” la cama. Así, con Jose María Iñigo, Los hombres de Harrelson, Starsky y
Hutch y el Un, Dos, Tres pasábamos noches interminables, mientras unos
bostezaban, otros aplaudían y los más, se dormían por la modorra que provocaba
el brasero de picón, cuyos vapores y humos convulsionaban estómagos y cabezas
provocando mareos, náuseas y vómitos incontenibles, además de unas cabrillas en
las piernas que picaban más que treinta lombrices pugnando por seguir vivas en
el mismísimo ojo del culo.
Y fue por aquel entonces cuando alguna mente
lúcida, de buena fe o a mala leche, me hubo de indicar que, manipulando en la
parte trasera del receptor, en un tornillo de ajuste que indicaba UHF, se podía
visionar el canal sin necesidad de antena. Así, una de las noches en que la
programación no debía de ser muy entretenida para los integrantes del clan,
motivo por el cual se encaminaron con prontitud a pernoctar, enganche cual
Tizona el destornillador de madera y otro de menos calibre, que también
conservo, y levanté sin remilgos la tapa del aparato, apareciendo ante mis ojos
un universo de lámparas, cables y circuitos que emitían sonidos y destellos
variados. Con la miopía que me acompaña de por vida y las pocas luces que había
en aquel vetusto comedor, hube de echar mano de la linterna que tenía una pila
de petaca y de esta manera, como un caballero con su espada y con su escudo,
arrimé el entrecejo y entorné los ojos, hasta que descubrí para mi gozo el
susodicho tornillo. Sin premura, empecé a manipular la tuerca “pa un lao y pa
otro” sin que al parecer nada ocurriese de particular en la pantalla del
televisor. Más he aquí que observando, observé que había otros tornillos de
ajuste, con lo que sin pensarlo dos veces, siempre fui en estas cuestiones
muchacho de rápida decisión, empecé a darles vueltas sin ton, ni son, con lo
que en apenas unos segundos, la pantalla perdió brillo, se encogió por
arriba y por abajo y una especie de silbido nacido de las cavernas empezó a ser
audible desde el fondo de aquella cueva. Ahí si me entró el acojone, justo al
tiempo que desde la alcoba de mis padres se oía la voz de mi progenitor
indicándome que prontamente apagase luces y aparato, y me fuese “pa la jodia
cama”. Así, que ipso-facto que se dice, cerré tapadera, coloqué tornillos y me
fui para los aposentos susurrando todas las oraciones que aprendido había en
mis años de tierno infante en el Colegio de las Madres
Concepcionistas.
Juro que aquella noche soñé con el desastre, con
la catástrofe y calamidad que habría de avecinarse al día siguiente, cuando el
cabeza de familia, su esposa y la benjamina, hubieran de sentarse a visionar el
Un, Dos, Tres que presentaba Kiko Ledgard, un peruano nacido en Lima que
llevaba dos relojes y calcetines de distinto color. Llegada la hora, con la
cena sobre la mesa, botella de vino blanco, gaseosa de La Pitusa, y a la orden
tajante del ¡enchufa la tele Maurito!, casi caigo derrengado cual
ciclista en la cima de los Lagos de Covadonga, cuando anduve el escaso trecho
que había de la mesa hasta la televisión, con los consiguientes temblores y
estremecimientos. No eran aquellos, aparatos que echasen a funcionar
prontamente como los actuales, por lo que tiempo tuve de meditar la que había
de caer cuando apareciese, que apareció, el presentador nombrado, con dos
cabezas, cuatro brazos, las mismas piernas e idénticos relojes, además de verse
todo, que se veía, como difuminado, desencuadrado y difuso. Temblaron los
santos en el cielo, casi se abrió la tierra bajo los pies y poco pudo faltar,
aunque gracias a Dios faltó, para que la garrota que portaba a perpetuidad mi
padre, no partiese en dos el aparato y la testuz de quien subscribe.
Aunque justo será el reconocer, en sus haberes de
padre, que jamás fue el mío, hombre que me pusiera la mano encima, fuera de los
típicos capones y hasta collejas, asuntos banales y sin importancia que se
estilaban entonces. Hubo además de llamar al bueno de David Laguna para que
solucionase el entuerto y llegado, cuando observó de pronto vistazo lo
acontecido en aquellas vísceras televisivas, absorto quedó al comprobar que
visto el desastre acontecido y los elementos del trasto que había manipulado,
no hubiese quedado frito, cual pescaito de Cádiz, este escribidor de añejos
relatos, dadas las altas intensidades que fluían y hasta manaban del fondo del
vetusto televisor descuajaringado.
Y no piensen que aquí acaba este relato. Habrá de
seguir con los tocadiscos y las máquinas de cine que enviamos al desguace en la
casa de Acción Católica, los años en que fui electricista con el Hormigón de
Ala, los inventos de cuando fui titiritero y ya en tiempos más actuales con los
“arreglos” de ordenadores y la puesta en marcha anual de la depuradora de la
piscina. Pero esas son historias, para que vayan abriendo boca, que les contaré
en otra venidera ocasión.
Bendito sea Dios Mauro! Gracias, me has echo pasar un buen rato, me he reido, como hacia tiempo no lo hacia, eres un tio estupendo, y listo como el hambre, la leche que recuerdos, la tienda de David, y la tia Maria, (mi peluquera) si te pilla zarzaneando en el comedor bueno, segurisimo, te da, como minimo un escobazo... jajaja, sigue así, no cambies nunca, y gracias por estos buenos momentos que nos das, un abrazo...
ResponderEliminarAquí es donde te quiero ver Victoria. Me hace mucha ilusión saber quien lee mis tontunas y me gusta que lo hagan en el blog, porque así creamos familia. Ya lo hiciste en una ocasión y te salió bien, así que inténtalo de nuevo. Lo del facebook lo hago para llegar a más gente, pero donde verdaderamente disfruto es aquí. Gracias por tus piropos, que agradezco y hacen que me suba el pavo, aunque uno de presuntuoso tiene poco. Si la tía María me pilla con las manos en la masa me hubiese ganado una buena regañina, porque la verdad es que en su honor he de decir que no era mujer dada a dar palo y tentetieso. De hecho, de muchacho, un servidor gustaba más de andar por Las Virtudes en su santa compaña, que con mi madre en el pueblo, que si era más de darle a la zapatilla cuando la sacaba de sus casillas. Lo dicho, un gusto y en este lugar tienes tu casa.
EliminarSigue con tus benditas tontunas, espero que esto me salga bien,
EliminarAsí nacen los manitas, superando riesgos innecesarios y saliendo "casi airoso" de los experimentos.
ResponderEliminarYo tuve una época en que me dio por descuartizar los ordenadores que con tanta celeridad cambiaban los amigos por otros nuevos y lo cierto es que no se me daba nada mal, de cuatro viejos sacaba uno joven ;-)).
Un abrazo
Si tu supieras, amigo Senovilla, las inocentes victimas que han ido cayendo en mis cruentas manos. Con los ordenadores yo las he "liao" de ordago por bacín y "enterao", pero eso queda para la próxima. Lo que es verdad, es que termino por perder el miedo a todo, y como ya sabes que aprendiz de muchos oficios suele dar el resultado de maestro en ninguno muchas veces, dicho vulgarmente, la cago. Ya queda poco para esa final copera, así que suerte, vista, y al toro. Si ves a Manolo, le das recuerdos que desde que le dió por el Facebook, tiene el blog que parece el desierto del Sahara. Saludos y abrazos.
EliminarMuy bueno, como siempre.
ResponderEliminarGracias Israel, por tu apreciación. He pasado tu comentario de Facebook al blog, porque me gusta ver que andáis por aquí. Si te animas tienes las puertas abiertas. Un saludo
EliminarLeo todos tus artículos, lo que pasa esque veo las actualizaciones en el Facebook y nunca antes me había dado por comentarlos.
EliminarLa verdad que aunque yo soy más joven (32 años) hay muchas cosas de las que narras que eran comunes para casi todo el mundo y que mi padre también me ha contado alguna vez, además me gusta como le quitas hierro al asunto y pones ese toque de humor.
Bueno no sé si me conoces pero si alguna vez te veo por el pueblo me acercaré a darte la enhorabuena por este blog.
Saludos.
Si mis pesquisas de adivinador no me fallan, por los apellidos y el nombre, creo adivinar que eres el hijo del Lalo. ¿me equivoco?, aunque con el paso de los años, ahora mismo no te pongo cara, así que si te veo me tendrás que decir que eres tu, o a buen seguro no me enteraré. Me suele pasar con mucha gente, que debido a mi eterno despiste, me saludan, me llaman por mi nombre, mientras yo no tengo ni pijotera idea de con quien estoy hablando. Será un placer acogerte por aquí y aunque como dices, eres bastante más joven, tienes a tu padre para recordarte muchas cosas, que el siempre a sido, como un servidor, hombre de bares y tascas, lugares donde se aprende y se vive mucho. Gracias por parar en estos andenes, y lo dicho, vuelve cuando quieras, porque es aquí donde se crea este mundillo inigualable del comentario y la respuesta que me da vida para seguir escribiendo. Un saludo.
EliminarNo te equivocas.
Eliminar:D
ResponderEliminarJo, me acuerdo de todo y no estaba allí; el casette sanyo, la telefunken en blanco y negro...en el comedor de mi suegra, que tampoco se usa jamás, sigue habiendo una radio, aunque funciona. También hay un reloj que siempre ha marcado las cinco y es feo de solemnidad, pero un dia que mi santo intentó quitarlo, mi suegra empezó a dar alaridos...y no veas el miedo que da, que yo también la he mirado por si hubiera alguna posibilidad de desconectarle el altavoz a ella.
Cuando yo empecé a ver el Un Dos Tres ya lo presentaba Mayra, pero por lo demás...es como un recuerdo mío :)
Un beso
Con esos recuerdos tan sugerentes, maravillosos y bien escritos que tienes a bien regalarnos en la Cuecalagua, es un honor para este mortal que los míos los sientas tuyos. Creo Alma, que todas las madres y suegras tienen trastos de como los mencionados por las casas a los que quieren con más pasión que a sus hijos. Debe de ser por el esfuerzo que les costó adquirirlos. En el pueblo hacemos mucho uso del dicho que viene a decir aquello del "tienes más "tontas" que un mueble bar".Lo conocías?, porque piensalo y veras como no encuentras rincón en la casa donde haya de haber más inutilidades expuestas. Como siempre,un gustazo sentarla a mi humilde mesa. Abrazos, besos...
EliminarBueno Mauro, creo que ya le cogí el tranquillo a esto, y por si ahora me sale bien, te digo que sigas con tus benditas tontunas, que con los tiempos que corremos, es de agradecer, que nos hagas pasar un buen rato, sigue así, que es una delicia leerte, un abrazo, y aleluyaaaa, me saliooo...
ResponderEliminarQuien la sigue, la consigue Victoria. Mis tontunas seguirán mientras me queden recuerdos y cabeza para escribirlos. Y luego, de vez en cuando, echaremos mano de las recetas culinarias, de las reflesiones y de lo que vaya haciendo falta. Lo que me sobra es perrería Victoria, porque me cuesta infinito ponerme a escribir. Debe de ser porque solo utilizo dos dedos a los que ya di otros usos en un relato del pasado... Un abrazo
EliminarHOLA Buenissimo,como siempre mon ami.
ResponderEliminarDIOSSSSS MAURO Lo consegui jajajaja ya no aparecere,como anonimo jajajaja sera que la noche me despeja,las ideas jajaja.Bueno tu no te canses de escribir que nosotros no,nos cansaremos de leer.Saludos mon ami.
ResponderEliminarEs que la noche tiene mucho de embrujo y encanto, amiga mía. Ahora solo queda que subas una foto con esa cara bonita, adornada con una de tus sonrisas y dejaras de ser un fantasma. Hasta donde pueda y me quede memoria, seguiré con este reto. Además, de vez en cuando, habrá que ir echando mano de las Crónicas Municipales, que tan bien conoce usted y tanto juego nos dieron en el pasado. Un besote grande, muy grande..
EliminarMauro: Te admiro ese coraje tan español,de los que se atreven - herramienta en mano - a habérselas con aquellas tecnologías que nos fueron convirtiendo al credo de las imágenes que unas antenitas puestas sobre el tejado de la casa,captaban.Cordiales saludos.
ResponderEliminarGracias Beatriz, aunque como me sigas animando con esos fueros, al final me lo voy a creer y pasaré al camposanto de los útiles caseros cualquier otro cacharro. Es bueno tener decisión. Lo que ya no lo es tanto es el atreverse con cualquier cosa sin tener ni pijotera idea de que va el asunto. Y de eso, un servidor, tiene bastante. Un saludo y un abrazo desde el otro lado de los mares...
EliminarQue recuerdos me ha traído ver estas fotos!!, pero que bien nos haces revivir el tiempo pasado.
ResponderEliminarAna, me dijo alguien en un comentario que no era bueno echar la vista atrás y vivir de los recuerdos. Y yo le contestaba que no es mi intención, ni lo será nunca caer en ello, aunque este presente de hoy en día no resulte demasiado halagüeño. Otra cosa diferente es recordar,algo que siempre se hace desde la nostalgia y un poco también, justo es admitirlo, desde la exageración de algunos hechos para que la cosa tenga sustancia, rememorando aquellos años a los que no deseo volver porque poco teníamos y de casi todo nos faltaba. Por cierto, leo tu lista de blogs y pienso que si eres capaz de leerte todos los que añadidos tienes, debieras presentar instancia en la NASA, porque debes de tener cabeza para lo que haga falta. Un abrazo.
EliminarMauro,un relato muy divertido y lleno de recuerdos, la Tienda de David, allí me llevaron mis padres infinidad de veces para hacernos fotos a mi y mis hermanos, tambien te digo que no sabia que habia ido al colegio de las Concepcionistas, yo tambien acudí a estudiar a él hasta que me llevarón a Catalunya, y por la edad que tienes lo mismo hemos coincidido, pués yo nací en el año 1963, por eso te comento que puede ser que estuviesemos en esa época los dos en el colegio.
ResponderEliminarTe digo más tu tia Maria (la peluquera ) me peinó par el dia de mi comunión, y mi madre siempre iba a ella para que la peinase y rizara el pelo con la "permanente". Tambien conocí a tu abuelo , aún parece cuando a veces lo has mencionado, recordar verlo por la calle y si no me equivoco siempre con las manos atrás.
Muchas gracias por recordarnos tantos momentos que aún permanecen en un rincon de nuestra mente y de nuestro corazón de nuestras vidas en el pueblo.
Gracias Isabel. Fijate que, estableciendo paralelismos con la edad de tu marido que dijo andar por las seis décadas, te hacía mayor y resulta que el muy "jodio" se llevó un pimpollo.
ResponderEliminarTal vez coincidiéramos en el colegio, aunque yo te gano en años, pues la semana que viene me caen 51 del ala. De cualquier manera en aquellos tiempos los chicos iban con los chicos y las chicas con las chicas, para que no hubiese roce, así que dificilmente cruzaríamos ni siquiera la mirada.
¡Ay la tía María!. Recuerdo que tenía en la peluqueria un armatoste que debió importar de los Estados Unidos que servía para hacer las permanentes y liaba un pestuzo que nos irritaba las fosas nasales todos los día que lo enchufaba. Tambiésn creo que servía para calentar las tenazas con las que hacía los turabuzones. Si la conociste a ella, conociste también a mai madre porque fué su ayudanta hasta que se quedo ella con el negocio.
Si era mi abuelo el de las manos atrás, aunque siempre fue conocido por sus refranes y la peculiar manera que tenía de saludar a todo bicho viviente que venía a decir aquello del ."adios hijo mío", por lo que el día que murió, Miguel Esparza, cura del pueblo en aquellos años anunció en la misa de la tarde que se había muerto el padre del pueblo. Un abrazo y otro para Pepe, que dice estar últimamente muy atareado con el puñetero trabajo. Cuidate y cuidalo, aunque con tus recetas culinarias, a buen seguro que está hecho un roble.
Genial como siempre!!! gracias por hacerme reir y disfrutar mucho leyéndote. Venga...sigue con tus "tontás"
ResponderEliminarYa te echaba de menos en esta mesa. Gracias, es un placer hacer reír, aunque si es removiendo sentimientos, también es bueno, de vez en cuando, hacer llorar. Seguiré con las tontunas, pero me parece que pronto tocará una reflexión, que tampoco viene mal. Un abrazo y acércate por aquí mas a menudo.
EliminarMuchas gracias por el animo que nos mandas, por estar ahí en estos malos momentos y por saber que nunca estaré solo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
De nada Opaito. En esta vida la buena gente siempre encuentra sombra y amigos en los que cobijarse. Y a vosotros, a buen seguro os han de sobrar. Un abrazo manchego.
ResponderEliminarVaya, vaya, que aquí el que suscribe, no era el único inquieto y curioso chapuzas del universo. No se la de aparatos que he arreglado (satisfacción y halagos de "que manitas es este hombre") pero estoy seguro de que son bastantes menos de los que me he cargado. Chapuzas es poco para definirme. No se si te pasará a ti, pero soy de esos que si tienen la solución con la adecuada herramienta y en ese momento no la tengo en mi poder, lejos de acudir a comprarla o pedirla prestada a un vecino, tiro del convencional alicate multiusos (que para eso está) con el conocido resultado de no conseguir nada, cargarme la tuerca y en muchas ocasiones incluso lastimarme las manos. Vale, pues con todo eso, pasadas 42 primaveras siguen siendo los alicates la pieza más mimada de mi caja de herramientas, enorme caja de herramientas que contiene de todo (todo lo guardo) y que a la hora de la verdad de nada me sirve.
ResponderEliminarUn placer visitar tu casa. Magnífico blog Mauro y magnifico post. Te sigo yo también compi.
José Carlos http://compendiodepoetica.blogspot.com
Como decimos por el pueblo "calcao". Los alicates son como el tres en uno, aptos para todo. Y si me pongo a recapacitar haciendo balance, por supuesto que me he cargado más aparatos de los que devolví a la vida. Es lo que tiene el atreverse con todo sin tener excesivos conocimientos de nada. Sin ir más lejos hoy estuve transitando por las tripas de la factoría, (el temido HTLM) porque quería pasar las etiquetas a la parte superior, como estás en tu blog y en muchos otros. No lo logré. aunque estuve a punto y otra vez será, pero al cambiar el nombre de algunas de ellas me cargue las entradas que tenía en la sección de colaboradores, entre las que había una del amigo Senovilla, por lo que tendré que volver a publicarla. Mi caja de herramientas es una mezcla de artilugios, unos que sirven "pa" algo y otros que me regala un amigo, que tiene pasión por comprar inservibles herramientas en los chinos, que a la primera de cambio se doblan como barra de chocolate sin que nos sirvan de "na". Gracias por pasarte y sentarte a la mesa porque con ello logro dos cosas, tener a uno más, que es mucho de agradecer y romper el maleficio que me perseguía con el numero sesenta y tres. Gracias por los halagos, pero el que verdaderamente es un magnifico blog, por contenido y diseño, es el tuyo. Un abrazo y nos seguiremos viendo y leyendo.
EliminarPero bueno Maurito. ¡¡Para chapuzas las que hacíamos en el Teatro!!! Y aunque siempre has dicho que teníamos muy poca imaginación, yo creo que lo que teníamos era poco dinero para hacer las cosas. Aparte, es posible que tengas razón, que no éramos unos lumbreras.
ResponderEliminarMuy divertido el relato, por cierto, lleno de recuerdos de otros tiempos en los que tener un televisor o un radiocassete era todo un lujo al alcance de pocos. Yo recuerdo que las televisiones, que eran en blanco y negro, se les ponía delante una pantalla de colores varios y así parecía que era de color. Lo que pasa es que lo mismo veías las caras rojas, los árboles azules...
¡¡Eso si que era una chapuza!!!
Yo no he sido nunca de verle las tripas a los cacharros. Y mucho menos de arreglarlos. Para eso soy un poco bastante desmañotao.
Como siempre, querido amigo, un beso retorcío.
¡¡Cuídate!!
Ya te echaba yo de menos, y es que siempre te quedas "pal" último so "jodio". El teatro merecerá mención aparte aunque ya mismo te emplazo a que me mandes por urgente correo electrónico listín con la aberraciones que pudimos cometer y no recuerdo. Ya se yo que tu eres más comedido y prudente, con lo que habrás de asignarme la autoría de los muchos desmanes acontecidos, pero de cualquier manera el diploma de chapuzas lo tenemos bien ganado, el de lumbreras creo que se nos quedó largo. Joder, las pantallas aquellas de TV en la época de Bonanza. Algunos se sentaban tan panchos diciendo que veían la tele en color y aquello era "calcao" a lo que ocurre si te pones unas gafas de sol de las que regala el Cola Cao y te pones a visionar una playa en Torrevieja. Me cuido lo que puedo, sobre todo los sábados, y yo también te quiero. Dos besos retorcios.
EliminarTe he releido y me estoy riendo una "jartá" con "las lombrices pugnando por seguir vivas en el mismísimo ojo del culo" Hay que tener arte para contar las cosas como tú lo haces.
ResponderEliminarLa gaseosa La Pitusa...
Gracias de nuevo por hacerme reir a carcajadas.
Fíjate Feli, que me pongo a escribir y a veces me lío que es un gusto, porque empiezo a darle vueltas a un asunto y acabo en el contrario. Pero lo que si es verdad, es que las luces, cuando tienen que venir, vienen sin que las encienda. En cambio otras veces me cuesta trago y "tragantá" esto de parir escritos. Seguro que tengo más de diez a media fase de embarazo y cualquiera sabe cuando los habré de parir. El próximo será de un evento celebrado este fin de semana, con lo que la segunda parte de las chapuzas habrá de quedar aplazada. Un gusto recibirla tantas veces como haga falta. Ya me dijo mi benjamina Amparo, que si por ella fuera me montaba un zoológico en el patio de la casa, que te había conocido. Abrazos.......
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