Como mandamientos:

Es bueno ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivirla con pasión. Perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho para ser insignificante.
Charles Chaplin

A veces uno sabe de que lado estar simplemente viendo los que están del otro lado.
Leonard Cohen

domingo, 5 de abril de 2020

Diario de Incertidumbres. 5 de Abril









    Buenas noches amigos. Muere un abuelo. Llega su hijo. Pregunta que donde lo van a llevar. No saben que contestarle. La enfermera, que ha estado junto a él hasta su muerte, le dice que ha estado bien y se ha ido en paz. Y el hijo, todo serio, en el pasillo, comienza a aplaudirla.

  Hemos cambiado en la manera en que recibimos el desgarro de la muerte durante esta pesadilla. Así lo cuenta una Auxiliar de Enfermería del hospital Gregorio Marañón acostumbrada a de ver cada día como se afrontan las perdidas. Dice, que los familiares ahora no lloran, que no protestan, que no dudan, que sienten una gratitud inmensa hacia ellos y se sorprenden de la dignidad y la entereza que muestran en tan difícil trance mostrando una actitud cordial, un afán de no querer molestar en ningún caso, de dejarse ayudar. Y no es eso algo habitual. Antes de que asomase el bicho, la muerte, sobre todo la inesperada, generaba protestas, desconfianza y llanto. Algo entonces está cambiando.

   Pese a ello, leo la columna que en El País escribe habitualmente Javier Sampedro y no puedo estar más de acuerdo con él en todo su contenido. Intuye que “se están equivocando los analistas, que parecen en exceso confiados en que esta lacra que nos consume transformará y hará mejor a la sociedad. Duda, a su vez, de que este caos genere un mundo más luminoso que el anterior. Que vayan a cambiar las prioridades de la política y las doctrinas de la economía. Esta no es mi primera pandemia, dice, aunque si la peor. Y vislumbro, continua, por experiencia lo que ocurrirá cuando esto acabe. La gente se olvidará del coronavirus, los daños económicos acabaran asumidos por las clases medias y bajas, la ciencia volverá a no importarle un carajo a nadie y la desigualdad intolerable seguirá mediando en unos sistemas económicos que ya estaban cuando esto empezó al límite de la maldad. Llamadme cenizo, pero ya empiezo a estar harto de tener razón, como decía el matemático loco de PARQUE JURASICO cuando se escapó el tiranosaurio.

  La opinión pública, continua, es muy fugaz y antojadiza. Los medios están volcados en la pandemia porque, de momento, nadie es capaz de pensar en otra cosa. Pero, en el preciso instante en que el confinamiento se relaje y se descubra una vacuna eficaz, los periódicos y los telediarios se tendrán que dedicar a otra cosa porque el público estará estragado del coronavirus y querrá volver a su pan nuestro de cada día. Y los medios, nunca lo olviden, se deben a su público. Una parte de la prensa, fiel a a la voz de sus amos políticos, ya no ha podido aguantar más y ha recuperado su estrategia imprudente de derrocar, a cualquier precio, a este gobierno infectado de comunistas, con el agravante nauseabundo de utilizar una grave crisis nacional, e internacional, para sus propios intereses. ¿Imaginan entonces lo que habrá de ocurrir cuando acabe la pandemia? NADA.

    El empleo se pierde a chorros. Ya se perdió en la crisis del 2008 y la vida del personal no mejoró mucho cuando llegó lo que dieron en llamar recuperación. Trabajo basura, contratos por horas, pérdida del poder adquisitivo, penalidad y miseria. La desigualdad no solo siguió siendo como era antes, sino que se hizo aún mayor. Ahora, creemos que somos más sabios, que aquello no se volverá a repetir, pero no nos dice eso la realidad. Ya lo hemos empezado a ver con la insolidaridad de los países más ricos de Europa”.  Un análisis certero y, por desgracia, magistral de lo que muy probablemente ocurrirá cuando lleguemos hasta el fondo del pozo negro y empecemos la subida a la búsqueda de luz. Nada nuevo bajo el sol. No hay ninguna novedad.

  Sería de necios negar que vivimos un drama de colosal magnitud, Pero convendría recordar que no es el único que acontece a lo largo y ancho del mundo. Cuando iban cerca de cuarenta mil personas fallecidas de a causa del virus, también habían muerto casi tres millones de personas por hambre, un millón y medio por no haber recibido atención médica, setecientas veinte mil por accidentes de trabajo, noventa y seis mil mujeres por no haber recibido atención en el embarazo y seiscientos setenta y dos mil niños habían nacido muertos por idéntica razón. Y esto se viene repitiendo a lo largo de años y décadas. Pero nos suele pillar lejos y nos importa un carajo. Ahora, como el peligro acecha detrás de la puerta, nos cubrimos con la manta muertos de miedo.

   En el colmo de la más rancia estupidez leo, en un periódico de Jaén, que vecinas de la localidad de Porcuna han celebrado la Semana Santa saliendo en procesión, sin santos ni carrozas, y a pesar del estado de alarma y de la orden de confinamiento, haciendo bueno el dicho de que la realidad supera siempre con creces a la ficción. Nueve espabiladas, o mejor cortas de luces, desfilaron de negro, con sus velas y sus mantillas a la española por las calles del municipio pensando, quizás, que con tan sentido acto salvaban al mundo. En este país de acémilas retrasadas parece ser que es irrenunciable el renunciar, por el bien de nuestra propia integridad, y por un año, al hecho de exteriorizar públicamente, y con golpes de pecho, el arraigo profundo a tan vetusta tradición. Y así nos va.

  Por ello, quiero hablar ahora de algo también relacionado con la religión mucho más tangible y necesario. Hoy me siento en la obligación de agradecer la hermosa labor que han realizado Don Amadeo Y Don Justino, sacerdotes de nuestro pueblo que, a falta de feligreses que pudieran asistir a la misa de este Domingo de Ramos inusual, han tenido la feliz ocurrencia de transmitirla para todos a través de Internet y del Youtube, confirmando con ello que siempre se pueden generar iniciativas buenas a través de las nuevas tecnologías. Y no cabe duda de que el éxito obtenido ha sido multitudinario puesto que más de mil quinientas almas la han visualizado a través del canal de la parroquia. Cuando se reanude la normalidad, y de seguir en persona esta tendencia, van a tener que alquilar el Wanda Metropolitano para poder tener más amplitud y aforo a la hora de decir la misa. Seguro que tienen mano. Los dos son colchoneros como este que les escribe.


     Me voy a despedir con el deseo de que se quieran. Den su corazón a quien se lo pida, cobíjenlo bajo su techo y denle lo que le resulte necesario. Pero háganlo de modo que parezca una cosa natural y espontanea. Y que nunca sepa su mano derecha lo que la izquierda está haciendo. Gracias por todo. Hoy me quedo en la grata compañía de Nina Simone.

   



   

4 comentarios:

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    1. Mas bien, hoy hice mías las razones de otro. Son de cajón. Buen día, con sus viandas y caldos. Un abrazo.

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  2. Pues sí, esa e la cuestión, el drama éste ""lo olvidaremos"" , si no enseguida, en una generación. Porque el lema del humano es No aprender NADA...Desgraciadamente..Una servidora Juana (la que te debe una cerveza)

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    1. Si es en una generación no estaría mal porque, al menos a nosotros, ya no nos afectaría la vuelta a la hecatombe. Pero me da que lo fías demasiado largo. Tu también me debes cervezas?. No me acordaba. Va a ser un gusto salir de bares cuando esto acabe. Un abrazo.

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