Hola de nuevo amigos. ¿Han visto
al príncipe de Inglaterra y a su esposa Camila batiendo palmas a la puerta de
su casa? Si no lo han hecho, háganlo. Al menos se reirán. Les aseguro que no
tiene desperdicio. Y lo harán más aún, si cierran los ojos y, sin verlos, oyen
el desbaratado ritmo con que lo hacen, cada uno por su lado y sin orden ni
concierto. Para llevarlos a un tablao flamenco. Y eso que, según oigo en la
radio, la aristócrata referida ha empezado, con setenta y dos años cumplidos, a
dar clases de ballet. Debe de ser un gozo el verla bailar entre bambalinas y abogo
porque habrá de llegar, con toda seguridad, a figura del baile antes que a reina.
Porque pretender escalar hasta el puesto de soberana de la Gran Bretaña con el aguante que ha
demostrado tener su suegra es como querer, a tan provecta edad, que conserve la
ilusión por ser rey su orejudo esposo.
Parece ser, por lo que se oye y
comenta que, después del varapalo que nos está doblando, habremos de engendrar
un horizonte diferente desde el que, según dicen, lucirá un sol más luminoso y
bello. Pamplinas. No descubriremos un mundo nuevo si seguimos, que seguiremos,
usando mapas viejos. Y tampoco tengo duda de que, desde donde sea y como
convenga, se seguirá ampliando cada vez más la distancia entre ricos y pobres.
No duden de que ya hay muchos de posibles que están en ello.
“Al Partido Popular no le
importan los números de la epidemia, solo recuenta meticulosamente el de los
muertos, porque utilizar a las víctimas es de lo que más le gusta a este
partido. Le da igual que este país este atravesando la peor situación en décadas,
le da igual que no sea un problema exclusivo de España, que media humanidad esté en la misma
situación, le da igual el contexto, le da igual que salgamos mejor o peor de
esta, le da igual lo que nos pase a los ciudadanos porque solo tiene un
objetivo: desgastar tanto al Gobierno que caiga por su propio peso, que no
aguante la legislatura y que las cosas vuelvan a ser como el PP cree que tienen
que ser, es decir, con ellos gobernando. Porque el PP, o gobierna o gobierna.
No tiene manual de instrucciones para estar en la oposición.
La sesión de control de este
miércoles en el Congreso demostró que al partido de Pablo Casado le da igual la
coyuntura, que la vida fuera de las puertas de la cámara nada tenga que ver con
la vida de hace un par de meses. El PP sigue aferrado a su vieja forma de hacer
política.
El Gobierno de Pedro Sánchez
puede haberse equivocado, puede que se siga equivocando, puede que tenga
problemas con la comunicación y la improvisación, pero está gestionando una
crisis para la que nadie estaba preparado. ¿O es que el Partido Popular si lo
estaba? Porque si lo estaba, nunca nos lo ha contado.
No sabemos nada de su estrategia,
ni de sus recetas, ni sanitarias ni económicas, porque hacernos creer que con
ellos en el poder tendríamos otras cifras y el país funcionando es tomarnos por
tontos, y a estas alturas del confinamiento les aseguro que de tontos, ya no
nos queda nada.
¿Qué hubiera hecho el PP en el
confinamiento? ¿Qué haría ahora en la desescalada? Porque cuando nos
encerramos, porque nos encerramos. Y ahora, tampoco parece gustarle cómo vamos
a salir.
Bueno algunas pistas tenemos. El
PP gobierna en algunas autonomías, con el apoyo de la ultraderecha (esto
siempre hay que recordarlo). Entre esas autonomías está Madrid, campeona de
recortes en sanidad y en el estado del bienestar, responsable del desastre de
las residencias de ancianos y con una presidenta que presume de darle a los
niños pizza para comer.
La crítica es lícita e incluso
necesaria, la crítica furibunda sin propuestas solo tiene un objetivo: noquear
al Gobierno. Se queja a diario Pablo Casado de que el gobierno no le escucha,
pero ¿tiene algo que proponer? ¿Tiene algo que decir?". Lo dijo ayer Angels
Barcelo en el Hoy por Hoy, y me parece tan acertado que lo suscribo en su
totalidad.
También fue ayer cuando le habló
sin pelos en la lengua Pablo Iglesias a la señora diputada de Vox. “Ustedes son
una formación de grandes apellidos y poca vergüenza, que falsean títulos para
ejercer sin poder hacerlo, que no tienen más patria que su dinero. Ustedes ni
siquiera son fascistas. Son simplemente parásitos. Es miserable utilizar la
muerte para hacer política. Es miserable hablar de familias cuando ustedes no
han apoyado ni una sola de las medidas para defender a las familias de este país.
Es miserable que critiquen la eutanasia en el contexto en que estamos. Ustedes
tienen muy pocos escrúpulos y tratan de disfrazar su discurso de valores
religiosos.
Fíjese, yo no soy creyente, pero me gusta mucho el Papa Francisco y
creo que últimamente está diciendo cosas que van en la dirección contraria de
lo que ustedes expresan. Porque ustedes representan el odio, la hipocresía y la
miseria moral. Y les aseguro que España, y nuestro pueblo, una vez más, como en
el siglo XX, se quitará de encima la inmundicia que ustedes representan”. Se quedó "agustito" el de la coleta. Y yo también.
Y al replicar de los tambores de
tan sonado discurso no han tardado en asomar los periodistas defensores de los
valores del suelo patrio, con Carlos
Herrera a la cabeza, diciendo que ha amenazado a los rivales (... como si estos
no lo hicieran cada vez que tienen ocasión de ello), a los empresarios, a la
Justicia, a los ahorradores y a los medios de comunicación. Cuando la realidad
es, y quedó bien claro en su discurso, que se estaba refiriendo al fascismo y a
las maneras fascistas de Vox, que es un partido, que nadie lo olvide, que vive
amparado por la legalidad de una Constitución que votó en contra, aunque
entonces se llamasen Fuerza Nueva, que nunca quiso y que siempre repudió.
Hoy se cumplen 75 años de la
muerte de un fascista llamado Adolf Hitler en los sótanos convertidos en bunker
de la Cancillería del Reich en Berlin. Un personaje siniestro que, al amparo de
un discurso muy parecido al que ahora de nuevo se extiende por muchos países de
la vieja Europa, fue capaz de llevar al mundo entero a una guerra devastadora
en la que murieron más de sesenta millones de seres humanos. En los primeros
días de Enero del 1945 había dictado la orden de que fuesen llamados a filas
los niños y mayores que pudiesen resultar útiles para la defensa de una ciudad
que estaba perdida y con los rusos a sus puertas.
Ciento cuarenta mil personas
murieron defendiendo lo que ya estaba perdido. Y su última hazaña, horas antes de pegarse un
tiro en la sien como el más vil de los cobardes, fue la de condecorar a veinte
niños con la cruz de hierro por su valentía en la defensa de Berlin. Aún así, y
viendo lo que fueron capaces de hacer sátrapas como este, Mussolini, Stalin,
Franco, Pol Pot y un largo elenco cuya enumeración se haría inacabable, hay
quien vuelve a las mismas y les sigue encumbrando. No aprendemos. Ni a tiros.
Idearios como los que auspiciaban
estos innombrables nos empobrecen como personas porque solo admiten, aunque en
principio lo escondan, el uso de la fuerza para conseguir sus miserables fines.
Dicho esto, que cada cual piense y haga lo que le parezca ateniéndose a
las consecuencias. Y que, a toro pasado, nadie se llame a engaño.
Magnífica reflexión. Suscrivo, absolutamente todo lo expuesto. Gracias por decirlo tan claro. Un abrazo virtual
ResponderEliminarOtro de vuelta, amiga o amigo desconocido. Soy de pocos tapujos. Alto y claro. Que se oiga.
Eliminar