Decidí, por aquello de que much@s no saben volver atrás en los caminos de la factoría, volver a sacar del baúl este relato. Además permítanme, por aquello de que es tiempo vacacional, aunque de momento mis vacaciones sean perpetuas, que me tome un descanso mientras le doy a lo más recóndito de mi pobre intelecto. Y aunque nada tenga que ver con lo narrado, aunque en el fondo lo tenga, les quise regalar también una maravilla hecha canción por mi buen amigo Joan Manuel Serrat y que fue escrita, comprobaran que ha llovido, en el año de gracia del 1983. Escúchenla, porque su vigencia es total en nuestros días. Sobre cuando dice aquello de: “ No esperes de ningún modo que se dignen consentir tu acceso al porvenir los que hoy arrasan con todo”. Y que no se les olvide ser felices. O al menos intentarlo si algún hijo de mala madre les nubla el día …
Melchor, Gaspar y Baltasar ocuparon una parte importante de mi primer transcurrir transido por los caminos de la vida. Y digo esto, porque dada mi débil condición y el hecho añadido de que la hacedora de mis días fuese mujer siempre ocupada en las hacendosas tareas del aseo y mantenimiento de la infame casa de mi infancia, bien en la mera limpieza de los suelos, que hacía hincada de rodillas, fregando con un trapo desharrapado en la mano y el cubo de cinc a la diestra, cuantos kilómetros haría mi pobre madre lustrando aquellas baldosas cual penitente dolorosa, con sus rodilleras de trapo, a la espera de que Manuel Jalón Corominas, ingeniero aeronáutico y oficial del ejército del aire en la base aérea de Zaragoza inventase la fregona, u ocupándose del lavado de las ropas, en la pila que ubicada estaba junto al pozo en un patio inmenso y desangelado en las escasas horas que le dejaba el mísero trabajo de ayudanta en la peluquería de la tía María, poco tiempo tenía para ocuparse de mis andanzas y peripecias de tierno infante, con lo que la solución rápida a esta vicisitud era provocarme el susto, la alarma y el sobresalto diciéndome que no me asomara a la escalera porque venía el Tío del Saco, El Marango o algún otro bicho mitológico de pueblo que provocar pudiera mi pavor y espanto.
De esta guisa,
la llegada de los venerables magos de Oriente se me antojaba, cuanto menos,
como algo enigmático e inexplicable y la sola idea de pensar que hubiera de ser
el negro Baltasar quien llamar llamase a mi puerta, provocaba en mi exiguo ser
de ochomesino, una convulsión estremecida de pavor mezclada con espanto.
Figúrense, sufridos lectores y lectoras de este humilde relato, que ya hemos
dicho en otras ocasiones que la vida y su discurrir en aquellos tiempos era como
en blanco y negro, por lo que poco abiertos estábamos a la contemplación de los
seres que habitaban otros lugares de este mundo. Por ello, sorprendidos quedábamos
cuando, durante las Ferias y Fiestas, contemplábamos la llegada de los moros de
Marruecos, vendedores de todo lo vendible, hasta condones entonces prohibidos y
vistos como de gente de mal vivir , enfundados en túnicas y chilabas hasta las
rodillas, rodeados a su vez de los olores desprendidos por tanta ocultación y
envoltura, y mucho mas atónitos y pasmados permanecíamos, algo así como
extasiados, cuando algún habitante negro como el betún, llegado desde la Cuba,
del África u otro lugar, aparecía por los confines del pueblo.
Imbuido pues por
estos pensares, la sola idea de que el negro Baltasar apareciera por el balcón
de la casa, ese que hoy permanece abierto contra vientos y mareas, me hacía
estar aquellas noches heladas de enero, con los ojos avizor y los sentidos
alerta, hasta que irremediablemente quedaba vencido por el cansancio y el
sueño. Era entonces, al despertar y al albor de un nuevo día, cuando con
prontitud recorría los rincones de la casa buscando lo que hubieran podido
dejar los magos y era así como terminaba dando con lo dejado por sus reales
altezas, que pocas veces se correspondía con lo que esperaba y quería de
antemano.
El
Exin Castillos era un juego que me apasionaba, o mejor quedará dicho, dado que
jamás he poseído ninguno, con el que quedaba entusiasmado y absorto al observar
las construcciones que ensamblando sus numerosas piezas podían realizarse, en
los anuncios televisivos que visionaba en el añejo televisor Optimus que
emplazado estaba para deleite de sus socios en el Circulo de Recreo. Tal vez
por ello, imbuido todo mi menudo ser de tal afán constructor, hube de pedir a
mis progenitores en alguna Navidad de finales de los sesenta que tuvieran a
bien concederme la petición de pedir a sus realísimas altezas de Oriente tan
instructivo juguete, siéndome concedida de tal manera, que durante los días que
siguieron mi vida transcurrió como a lomos de una nube, visionando anuncios e
imaginando las fortalezas que habría de crear y construir. Llegada la mañana
del seis de Enero enfilé presto hacia el balcón a por el ansiado deseo de mis
sueños y cuál no sería mi estupefacción, hasta el habla se me cortó, al
contemplar en el interior de un tubo de plástico, unas cuantas piezas que
ensambladas no daban para construir un chozo.
El Cine Exin fue motivo de otra cansina tabarra, hasta que hubo de
llegar la Tere, sobrina carnal de la tía María, para regalarme un ajado
proyector que había pertenecido a su primogénito hijo. El día que irrumpió al
fondo de la escalera de la casa de mi infancia con el inservible armatoste
sumergido en una caja de cartón, estaba este pobre infante esperando ver
emerger de aquellas entrañas el proyector de sus sueños cuando estupefacto
quedó pasmado, con los ojos miopes como platos y acercando la nariz hasta el
objeto deseado pudiendo visionar, entre brumas, como en Londres, que se trataba
de un artefacto de color verde, horroroso y de chapa,”pa” que no diera
calambre. Acompañaban al espantoso cacharro unas cuantas películas de Dumbo y
el Pato Donald y unos discos de pizarra, más viejos que La Bella Otero,
rotos y unidos con esparadrapos, que supuestamente se colocaban en la parte
superior del cinematográfico aparato, hasta la que llegaba un brazo articulado,
cual gramófono de otro siglo, y del que puedo asegurarles, por mi honor y
dignidad, que jamás brotó sonido alguno o emisión que no fueran los relativos a
algo así como gruñidos o estertores de ultratumba de esos que suelen salir en
las psicofonías.
Más
cercano en el tiempo queda, solo hará como treinta años, el día en que hubimos
de echarle una mano, en los albores de la tierna juventud, a Manuel Sáez “El
Jefillo” en la realización de un belén viviente. Decoramos carros y remolques
como suntuosas carrozas en la bodega de Isidoro Bravo, desde donde habrían de
partir en real cabalgata mi amigo Gregorio “El Pavo”, cual San José muy barbado,
llevando sobre la burra, que debía ser del Guagui, a Conchi, la del Chocolate,
hasta las escuelas centenarias del Jardinillo, donde esperaban de manera regia
los soldados romanos, tal vez Joselito Testón anduviera en este lance,
pastores, reyes magos y hasta el tío que en el portal siempre aparece cagando,
para una vez hecho este inciso en el camino, partir por la Calle Real hasta el
belén que se encontraba en la plaza.
Así hubo de ser,
como fue, que llegados al destino San José, la Virgen, el borrico y los
pastores hubiera de acercarse hasta Gregorio el bueno de Pepe Pollos, que Dios
tenga en su santa gloria, para decirle al oído, sorprendido y confuso, aquel
decir que decía algo así como este dicho: “Jamás había visto yo, por mucho que
tenga visto, a un pavo de San José y una Virgen de chocolate”.
¡Bah! menudo timo el del Exín Castillos.
ResponderEliminarBonitos tus recuerdos de esa España empeñada en creer en lo que nunca vio.
¡Que pobres fuimos siempre, coño!
Sería un timo, pero uno estaba que no cagaba con aquellos anuncios en blanco y negro donde anunciaban que con aquel armatoste se podían construir castillos a mansalva. Me ha gustado eso de que "se empeñaba en creer lo que nunca vio". Tal vez por ello, por creer siempre que fuimos lo que nunca llegamos a ser nos vemos envueltos en estos barros. Un abrazo y que este año que se asoma nos sea al menos benévolo ....
Eliminar...pues yo queria contar que cuando terminé de creer en los Reyes ((porque todas mis amigas se reian de mí ) ya que aún creia en los tres caballeros caminando toda la noche
ResponderEliminarMe dijeron en secreto que buscara por la casa, que seguro que mi madre tendría algo escondido para mí.
Manos a la obra, a trastear por todas partes.
Habia un sitio "la alacena" palabra árabe alhacena, que mi madre como buena andaluza la decia con mucho orgullo.
Ella la llamaba así, pero en aquellos años poca vajilla buena habia y aquello era más un trastero de recoger y guardar las cosas que tenian un poco de valor y a lo que los crios, ni se nos ocurriera meter allí las narices.
Bueno, cuando mi madre se fué a comprar y yo creyendome la dueña del cobijo, me metí dentro y empezando abrir maletas viejas y quitar papeles me encontré con un cabás nuevecito !!que maravilla!!
En el momento en que llegó mi madre y después de la consabida torta, me dijo: !ah! pues ya que sabes quienes son los Reyes, de ahora en adelante no hay más regalos.
!!Vaya jarro de agua fría!!
Y ahí acabó mi sueño de los tres señores montados en camellos, recorriendo toda la noche para entregar regalos a los niños.
Que bueno. A mi me vino a ocurrir lo mismo pero de distinta manera, En la escuela era un secreto a voces la verdadera identidad de sus excelsas majestades por lo que la noche anterior al día de Reyes mientras cenando nos calentábamos los pies con el escueto brasero de carbón alrededor de la mesa camilla se me ocurrió decir que sabía quien eran lo Reyes Magos hecho por el cual los ojos de mi padre se me clavaron hasta casi la coronilla pues estaba mi hermana pequeña presente. No contento aseveré: "son los padres", con lo cual me quedé e hice que se quedara mi pobre hermana sin regalos de por vida. Un gusto recibirte desde tus lejanas tierras. Supongo que eres Juana.
EliminarMe he sentido muy identificado con el comentario de la chica anterior, ya que una situación muy parecida pasó en mi casa cuando antes de que llegaran los Reyes Magos, descubrimos debajo de la cama el que iba a ser nuestro último regalo, unos "Juegos Reunidos Geiper".
ResponderEliminarEn cuanto al "pavo de san José", aquí sigo un poco mas granado, y como por aquí no puedo dejar la foto, la pondré en facebook para que la pueda ver el que quiera. Fué allá por el año 1981, cuando decidimos montar esa cabalgata que nos quedó muy original.
Granado no, ¡¡¡granadísimo diría yo!!!. Ya tienes puesta la foto en la cabecera del artículo aunque había otra en la que ibas por las calles del pueblo tirando del borrico en que bien parecías San José entrando en Belen con la Virgen a cuestas y que a mi personalmente me gustaba. De aquel año y del montaje del Belen se pueden contar algunas anécdotas de calidad. Sobre todo con las haciendas del concejal de cultura en aquella época en que aun nos gobernaba la UCD. ¡¡¡Que tiempos!!!. Un abrazo pavo volandero. Yo también te quiero ...
EliminarCuando estaba leyendo el relato, me he preguntado;donde estaba yo que me perdí tan interesante y original belén? Gregorio me ha sacado de la duda...1981.Me encontraba ya por entonces ejerciendo mi papel de esposa y madre y fuera del pueblo. Vaya por Dios! Pero ya ves Mauro las nuevas tecnologías y los buenos narradores como tu, nos deleitan y nos hacen revivir episodios pasados, ayudado por el gran Gregorio que nos lo enseña con sus fotos y así lo disfrutemos doblemente. Mauro, como siempre... un placer leerte!
ResponderEliminarY un gusto saber que me lees Olaya o mejor ......, no digo el nombre para mantener el misterio. Gregorio le tira fotos a todo cuanto se menea y si en aquel momento hubieran existido las cámaras digitales, colgada habría llevado una del cuello, aun siendo San José barbado. Un gusto recibirla y feliz año querida amiga ...
EliminarPues si Maurito. Por allí andaba, pero de paje del Rey Melchor ó Gaspar (no recuerdo). El Rey era Julio (Carulo) y el caballo que me tocó fue el del basurero que era un poco falsa y pasé mucho miedo por si me daba una coz. También estaban por allí, Esteban hijo de paje de Baltasar, que le pintaron la cara con un corcho quemado. En el castillo de Herodes estaban de centuriones romanos Dani y el bueno de Jose Ramón. Seguro que había mas gente conocida, pero ya no me acuerdo. Luego, años después, hace mas o menos 12 años a Moya se le ocurrió la idea de promocionar su negocio haciendo que S.S.M.M. los reyes magos, visitasen a los niños y les diesen sus regalos despues de la cabalgata. Así que allí que ve vi como Melchor, Moya de Gaspar y un Ecuatoriano, negro, negro, pero negro, que era buenísimo de Baltasar. Esa noche Mauro fue mágica. Nos ocurrieron un montón de cosas y nos reímos mucho. Sería muy largo de contar. Solo contaré una de las muchas anécdotas que nos pasó. En una casa que se juntaron 3 ó 4 familias con 8 ó 10 niños, nos dejaron los juguetes para que pasásemos con ellos fuera en los coches que habían dejado sin cerrar para poder cogerlos. Cuando llegamos a la calle, había como 20 ó 30 coches aparcados y no sabíamos cual era. Así que estuvimos probando en todos los coches para ver si los podíamos abrir. Luego nos reíamos porque mira si salta la alarma de alguno de ellos y salen o llaman a la policía y ven a 3 vestidos de Reyes Magos intentando abrir los coches, no se si se hubiesen creído la verdad.
ResponderEliminarBueno Maurito, este año le pediremos a los Reyes, además de salud, que nos echen un trabajillo digno para ir sobreviviendo.
Mientras tanto, recibe como felicitación del año nuevo, tres besos retorcíos.
Tu respuesta da para otro artículo. Ya sabia yo que tú, perejil de tantas salsas, debías haber andado en tan celebrada celebración, máxime cuando casi todos los integrantes de tu pandilla de entonces andaban de integrantes del belen u otras cuestiones. ¡¡¡Como pasa el tiempo amigo mío!!!. Parece que fue ayer cuando ocurrió este evento ya han pasado más de treinta años del ala. Y lo curioso es que los cubatas me siguen gustando. Y hasta me sientan bien. Sera que Dios, en su eterna misericordia, al crear el mundo disemino a unos cuantos inclasificables por el suelo terreno. Me encontraré entre ellos?. Un gusto sentirle, palparle y tenerle en el sumo altar de mis preferencias. Y a quien le pique que se rasque. Besos retorcios para las jachas tierras ....
EliminarMauro cada vez que leo tus relatos parece como si volviera a mi niñez. Sigue escribiendo pues personalmente disfruto leyéndolos.Te deseo un Feliz, pero feliz año. para ti y tu familia.Un abrazo-
ResponderEliminarPues vuelve Concha, que recordar es de nuevo vivir. Eso si, hazlo sin nostalgia y sin deseo de vuelta porque esa tarea es imposible. Gracias por tener en tan alta estima a este pobre escribidor que no pretende más que, pasando un buen rato, hacérselo pasar a quien tenga la deferencia de leerlo. Y hacer extensivos tus buenos deseos para ti y para los tuyos. Gracias por llamar a la puerta ....
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