Como mandamientos:

Es bueno ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivirla con pasión. Perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho para ser insignificante.
Charles Chaplin

A veces uno sabe de que lado estar simplemente viendo los que están del otro lado.
Leonard Cohen

jueves, 19 de marzo de 2020

Diario de Incertidumbres. 18 de Marzo.








  

   
      Empiezo lo que he dado en llamar DIARIO DE INCERTIDUMBRES el día en que se cumplen cuatro de encierro y reclusión, cual monja de clausura en un convento a la orilla del río Tormes, por la aparición de ese enemigo invisible al que llaman CORONAVIRUS que siendo elemento que ha llamado a la puerta sin avisar, sin que le hubiese invitado nadie, y que dado además su infausto nombre, Corona y virus,  servido de golpe, y como en coktail en tarde de agosto rodeado de tábanos, intuyo que debe de ser, y es, más dañino que la rabia.
   
      Y lo hago, que ironía, la víspera del día en que había de viajar hasta la tierra de la Gran Bretaña a visitar a mi hija Amparo, que andaba por esos lugares completando su año de aprendizaje de inglés, en eso que todos conocemos como las becas Erasmus y de donde tuvo que volver a todo gas, como el bólido de Emerson Fittipaldi en la década de los 70, el pasado sábado apremiada por las recomendaciones de mi santa, que es su madre, y las de un servidor, que es su padre (…y en la casa El Agonías), que a pesar de poder serlo a retazos, tenía claro desde hace unas semanas que el panorama que se aventaba no era el más adecuado para emprender tan placentero viaje. Quien me iba a decir a mí que sería el pasado viernes, en que anduve con mi cuñado torero por los Jardinillos de Cárdenas a por agua, el último día en que, al menos de momento, iba a poder moverme con la plena libertad a la que llevábamos decenios acostumbrados.
   
      Y digo esto porque es ahora, en estos días en que privados estamos por el bien de nuestra salud y la de los demás, del tránsito libre de nuestros espacios y calles, cuando nos damos cuenta del valor de la libertad y de tantas pequeñas cosas que esta sociedad caduca y consumista en que vivimos se ha ido encargando de arrinconar.
   
      Es ahora, igualmente, cuando somos conscientes y empezamos a valorar, y no me caben dudas de que tendremos tiempo de hacerlo aún más, el calor del abrazo que no podemos dar, el beso que no dimos y ahora nos parece necesario y la charla con el amigo al que alguna vez denostamos y vilipendiamos.
   
     Vienen tiempos en los que, por unas u otras razones, habremos de cambiar drásticamente los patrones de lo que fueron nuestros parámetros de vida y no tengo duda alguna de que cuando pase este mal sueño, estaremos moldeados con otra escayola y seremos, para nuestro bien, más humanos, más solidarios y más considerados con la crítica. Mejores personas. Así al menos prefiero creerlo.
   
     Vivo, para mi suerte, en una calle del pueblo poco habitada y apenas transitada en estos días. Aprovecho esta circunstancia para dar un breve paseo de una esquina a la otra y hoy me encontré con un conocido agricultor que llevaba a cabo a lomos de su tractor las tareas de desinfección que se están llevando a cabo en las calles de la población.
   
      Y al verlo, me vinieron a la cabeza esos cientos de películas, que todos hemos visto alguna vez, en que se viven desastres, epidemias y pandemias que amenazan con destruir el mundo mientras todo se revuelve en un mar de caos y desolación. La notable diferencia ahora, aunque también vivamos un desastre que nadie suponía y que a todos sobrepasa, es que el personal empieza a ser consciente de que solo el estricto cumplimiento de las normas que se han establecido nos podrá llevar hasta el triunfo en esta guerra de enemigos invisibles.
 
      Gracias a tod@s los que cada día ponen en riesgo su salud para que los demás sigan con su ayuda subsistiendo. Ahora es cuando tenemos plena conciencia de lo débil y pequeño que resulta ser el ser humano.

     Espero seguir con este incierto diario sin la obligación de que a diario me exijan que comparezca. Será una buena manera de matar este tiempo de incertidumbre.

                                                                          



      


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