Llevo más de cuarenta años disfrutando de tu música
bendita, deleitándome con tus versos, devorando cada entrevista, cada aparición
televisiva, cada charla radiofónica, saboreando todo aquello que inventa tu
forma de pensar y de escribir. Creo en lo cotidiano, en lo sencillo, disfruto
de la lluvia en otoño, de los pájaros nocturnos, del amanecer de mayo, de
tantas pequeñas cosas que la vida ofrece sin precio, por nada. Por ello, espero
tus discos como bocanada de aire fresco, porque no he encontrado jamás, mejor
manera de expresar los sentimientos que con esas canciones tuyas, paridas con
el alma. Mi pasión es compartida con amigos que crecieron igualmente cobijados
entre tus versos y los sábados de invierno nos reunimos en mi casa de Las
Virtudes, una pequeña aldea entre montes cercana a nuestro pueblo.
Y allí, escuchamos y sentimos tus
canciones arropados por la lumbre. Oyendo la lluvia que cae inundando los
regueros de las alamedas, mientras bebemos unas copas de buen vino manchego y
asamos en las brasas gustosas chuletas de cordero. Y añoro no conocerte. Aunque
en numerosas ocasiones he disfrutado de tu música, en tus idas y venidas por
estas tierras. En esos momentos deseo que sea caprichoso el azar y le pido, sin
respuesta, que tenga la gentileza de brindarme la ocasión de poder encontrarte
algún día para darte un abrazo, para decirte de tu a tu, que eres un bálsamo en
forma de poesía cuando la vida se torna difícil, un buen remedio para el cuerpo
y el alma cuando las fuerzas flaquean y los asuntos de la vida dejan de tener
sentido.
Probablemente no sabré
nunca si esta carta escrita con humildad y sincera veneración ha llegado hasta
tus manos. Pero de cualquier manera si existe algo más allá de esta vida y ese
algo se traduce en sentimiento, seguramente nos veremos, porque soy de los que
piensan que las almas gemelas terminan por encontrarse.
Mientras llega ese
momento, recibe un sincero abrazo de este amigo a quien no conoces y afánate en
concederme el capricho imposible de no fenecer. De no morirte nunca.
Un abrazo y hasta siempre, amigo.
Comparto veneración por este "dinosaurio" que nos ha llenado tantas veces de alegría el alma.
ResponderEliminarSabes que hemos disfrutado juntos de sus canciones que siempre llegan al corazón.
..Sería bueno que pudiésemos compartir con el una velada en las Virtudes con una buena lumbre, el buen yantar y beber que no falte, una guitarra, y para seguir soñando, invitamos también a Sabina.
Quien sabe.
Un abrazo
No estaría mal, amigo Pepe, que asistiese a la velada Joaquinito y a buen seguro, llegadas las horas nocturnas y como tantas otras veces, con las cabezas cargadas y el ambiente distendido, degustaríamos unas sabrosas gachas regadas con un buen tintorro, a la vera de la lumbre y acodados en la barra. ¿Quien sabe?, soñar es gratuito. Un abrazo.
ResponderEliminarHermosa y sentida exaltación a la maravillosa obra poética y musical de Serrat; uno de esos fenómenos que de tanto en tanto aparecen en el mundo para transmitir mensajes de amor que llegan al alma con la profunda intensidad de los sentimientos puros y simples.Un abrazo de este serratista colombiano.
ResponderEliminarDesde La Mancha del hidalgo Don Quijote, gracias amigo Kapizán por leer mis escritos, que son fruto en buena parte de la poderosa influencia que buena gente, como Serrat,ejerció sobre mi humilde persona. Un abrazo de vuelta.
ResponderEliminarNo, Mauro, no se va a morir jamás :)
ResponderEliminarUn beso