Difícilmente
podré expresar un sentimiento de mejor manera que a través de la poesía y más
si esta sale como un parto desde el alma. La poesía no nace cuando quiero, sale
a la luz siempre que los sentimientos afloran por los poros de mi piel estremecida.
Así me pasa cuando observo una injusticia contra la que me rebelo y clamo, si
ante la pérdida de un ser querido el corazón se me desgarra y ante la
contemplación de todo aquello que nos fue dado para ser gozado y compartido:
los pájaros del cielo, la flor en primavera, el sol en la amanecida y el calor
del amor de quien nos quiere y se entrega aunque le vaya la vida en ello. Desde
este testimonio un día me detuve a pensar en la estampa de mi madre, en su
discurrir cotidiano cuando niño, en su vida de incomodidad y trabajo. De ahí,
de ese poso, salió esta pequeña ofrenda, este canto a su vida duramente
transcurrida.
ENTRE LAS NOCTURNAS
SOMBRAS
Como
acordes he oído tus pisadas
por los
largos pasillos de la casa,
penitente,
esa tos carraspeante
que te
acompaña cada día en la alborada.
Tus
sigilosos pasos entre sombras
recuerdo
de chiquillo, te escuchaba
lentamente,
barriendo los rincones
con el
canto del gallo en la mañana.
¡Que
costales tan duros soportaste
en los
años en que todo nos faltaba!.
También
recuerdo largas noches de hospital
que
pasaste con padre, madre amada,
las
escasas alegrías que te dio
la vida,
tan penosa y trabajada.
Quisiera
darte madre, tantas cosas
esparcirte
la luz por tus ventanas
y te
basta una sonrisa acariciada
un
momento de charla, unas palabras
para
bullir feliz, que poco pides
y cuanto
a cambio entregas con el alma.
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