Estoy tumbado plácidamente, en
una hamaca de plástico que unos ciudadanos ingleses me han cedido con suma
cordialidad. Cuando me preguntan la diferencia entre la forma de
comportarnos, mentémonos todos y sálvese el que buenamente pueda, de los españolitos
de a pie y el resto del mundo siempre lo tengo claro. Nosotros somos del ande
yo caliente y ríase la gente o mejor aún del que venga después que arree, así
que si vemos a esta pareja que se marcha de la playa y cede amablemente su
tumbona, que ya tiene pagada, al primer calvo barrigoncete que aparece en el
horizonte, sin más paliativos le tildamos de imbécil y tonto.
Agradecido y porque no decirlo, sorprendido por tan encomiable conducta,
oteo apaciblemente el horizonte y contemplo el entorno que me brinda este
rincón de la costa granadina llamado La Herradura, cercano a Salobreña y de una
belleza deslumbrante. Observo a mis hijos que corren como pueden, estas playas
están llenas de piedras y pierden por ello gran parte de su encanto, a lo largo
de la raya que dibuja la tierra al unirse con el mar. No hago nada, solo
observar, ver, masticar el aire que periódicamente demandan mis pulmones y me
pregunto absorto, como tantas otras veces, como puede haber quien asevere que
se aburre, porque digo yo, con la poca sabiduría que soy capaz de atesorar, que
si alguien asegura que no sabe qué hacer con su tiempo y persona, bien
sea en vacaciones, días libres o llegada esa merecida y anhelada jubilación que
lo queramos o no, llegará irreversible, no tengo por más que pensar, y perdonen
los lectores la inconveniencia, que este hombre o mujer es tonto de remate.
Porque digo yo, que a largo de toda una vida, en la que tantas veces hacemos
por obligación lo que nos deseamos, o somos incapaces de encontrar aquello que
tanto anhelamos, debiéramos tener la clarividencia y sabiduría de indagar en
nuestros adentros y cultivar con desmesura aquello que nos gusta y amamos. Solo
así, llegado el tiempo de no tener que hacer nada obligados, seriamos capaces
de hacer todo por nada.
Es verdad amigo Mauro. Yo creo que la cuestión está en disfrutar de lo que en ese momento estés haciendo. Cambiar de rutina nos ayuda sin duda a conseguir esos momentos únicos que no queremos que se nos escapen. Para todo hay que tener estilo, hasta para perder el tiempo. Pero no hay que esperar a disfrutar cuando seamos mayores porque como dice Serrat.
ResponderEliminarSi el alma se apasionase,
el cuerpo se alborotase
y las piernas respondiesen...
Así que por si acaso esto no pasa es ahora cuando hay que apasionarse y alborotarse.
Un abrazo.