
Has llegado hasta el blog de Mauro Navarro Ginés. Un cuaderno de bitácora donde se tratan los asuntos de la vida a través del poso añejo que dejaron los recuerdos sin nostalgias, las cotidianas reflexiones y sus diarios aconteceres. Si gustas, estas en tu casa. Siéntate a la mesa, busca y encontrarás .
Como mandamientos:
domingo, 29 de noviembre de 2015
Como hacerte saber.
viernes, 13 de noviembre de 2015
Quiero.
Hoy le puse voz a un poema, breve y maravilloso, del escritor
argentino JORGE BUCAY. Si ustedes gustan, y lo consideran oportuno, lean
cualquier texto de este pensador inigualable porque les aseguro, sin temor a
equivocarme, que no les dejará indiferentes y les habrá de engrandecer como
personas, hacer suyos sus pensamientos y cavilaciones. Siempre habla, para lo
bueno y con lo malo, del discurrir de la vida y sus asuntos. Materia esta, en
tiempos de tanta bajeza moral, nada despreciable.
sábado, 3 de octubre de 2015
Hoy soy feliz y apelo a la justicia.
Conozco a mi buen amigo Juan José Guardia Polaino desde los lejanos días en
que ambos fuimos titiriteros. El, avanzada con creces la cincuentena, lo sigue
siendo. Les estoy hablando de hace, cuanta lluvia caída y versos derramados,
como treinta años. Igual que, un recuerdo con posos que lo convierten en añejo,
me vienen a la mente las noches lejanas pasadas en la Cueva del Trascacho
degustando vino con versos. Y fue así, como a lo largo de los años y más de vez
en cuando de lo que quisiera, puesto que vivimos en lugares cercanos pero
distintos, descubrí a una persona maravillosa con una personalidad cautivadora.
Y ante todo, eso vaya por delante, a un hombre bueno. A un ser humano a quien
le enervan y sublevan las injusticias que pudren y salpican este mundo de
porqueriza. Y es por ello que hoy les traigo esta inconmensurable declaración
de principios a la que tuve la osadía de ponerle voz. Un gusto, amigo mío.
Siempre tuyo.
jueves, 30 de julio de 2015
Bares, que lugares.
Cierto y verdad es que no ando sobrado
de ocurrencias últimamente. Será que las musas huyen de mi o que tanto exceso
de calor me derrite hasta el entendimiento. Por ello, y siendo sincero, tenía
pensado, es lo que tiene el acomodarse en demasía, que llegado este año el
momento de enviar escrito a mi amigo el impresor Valverde para el libro de las Ferias y Fiestas habría de echar mano de alguno de los múltiples relatos que
duermen en los cajones de La Factoría Navarro.
Y miren por dónde fue
el alcalde de esta villa, con lo que está de más prevenir lo que haya de pasar,
y buen amigo, Mariano Chicharro, quien hubo de instarme hace muy escasas fechas a
que preparase con premura la misiva advirtiéndome, eso sí, que esta versase
sobre las cosas y aconteceres de la villa y sus indígenas, en uno de esos
relatos en blanco y negro que tanto gustan al personal. Materia esta, hubo de
señalarme, impulsándome a que arrancara como un cohete, en la que aseveró que era buen hacedor, con lo cual y pensando que pudiera ser que leyera los relatos
de mi posada de escritos sintiéndose así engañado, no quedó otra escapatoria
que engendrar una nueva criatura con la que llegó este parto.
Y como fue en el Bar de
Las Virtudes donde aconteció este hecho pensé que sería acertado componer un
manojo de recuerdos a los bares que se fueron y que, salvo honrosas
excepciones, ya no están. Aquellos donde vivimos momentos inolvidables. ¡¡¡Va
por ellos!!!. Por los bares y sus gentes.
Y fue en uno de ellos, sin
que recordemos cual, donde Manuel Piña Navarro, empresario que fabricó el
primer hielo que hubo de refrescar el gaznate de los santacruceños y padre
también de la conocida gaseosa La Pitusa, le contó al Bajillo, en los años en
que fue alcalde, cómo Aurelio Urquijo, regidor socialista de la villa en los
tiempos de la guerra, tenía por costumbre saludar a los parroquianos en su
llegada a los bares con un “salud y con Dios, que de “tos” estaréis”.
El bar LA GAVILLA lo dirigía
Bautista Linares Larrea, cuñado de Román el Ciego. Estaba situado en la Calle
Independencia y su tapa estrella era el tiznao, manjar muy apreciado en esta
tierra, que degustaban los clientes asiduos mientras se afilaban las uñas
jugando a las cartas. El CORTIJILLO, del que aun pueden hallar vestigios los
lectores observando su puerta desvencijada, estaba situado en el Teatro Cine
Santa Cruz y fue durante años regentado por Joaquín Puertas “Picasso” e Ignacio
López Hernández. Lo más curioso del establecimiento, dadas sus reducidas
dimensiones, es que tenía los urinarios a la vuelta de la esquina, al sereno y
en la acera de la calle del Sulfuro que, por razones obvias, no necesitaba de
vergeles para lucir “perfumada y bien oliente”
El BAR de ZOILO se encontraba en
la plaza. En el mismo lugar que después ocupó el de Dionisio Ortega y en
tiempos más cercanos e inmediatos, aunque también me he mojado en demasía la
calva desde entonces, hubo de ser la Dorotea con sus hijos quien abriese el BAR
de LOS HERMANOS famoso por sus huevos encapotados. En la Calle Santiago, además
de la taberna del CHIQUILIN, hubo otra dirigida por Aurelio a quien llamaban El
Tigre y su hijo Jesús, apodado el Mono, por lo que es fácil deducir, sin que
falta haga que se estrujen los lectores el intelecto, la razón del porque a la
tasca, alabada por sus exquisitos callos, le pusieron por nombre LA SELVA.
LOS PACHANGOS tenían una caseta
veraniega situada a la entrada del Parque Municipal. La sociedad era la formada
por los hermanos Castellanos, Virgilio y Antoñejo, junto a Paco Carrasco y
Tiori, más conocido por el zopo Pachango, y su menú estrella estaba compuesto por
vino en garrafas de arroba y gambas a discreción. Y habrían de ser sutiles
herramientas los susodichos en el arte de darle al codo, del que pocos en el
fondo nos sentimos ajenos, cuando se decía por los mentideros que el bar era
autosuficiente puesto que, aun cerrado, reportaba beneficios.
LA CEPA, cantina de paredes
enjalbegadas, donde por primera vez se pudo leer el MUNDO OBRERO, ubicada en la
Plaza de Andrés Cacho, frente a la Biblioteca, entonces sede de la Organización
Juvenil Española, estaba regentada por MANOLICO y su tapa de postín eran las
patatas “cocias” que revueltas eran con el vino a mansalva que habrían de
desaguar los clientes del local, entre ellos Pepe Leches que se autoproclamaba
como rojo de derechas, porque wáteres no había, en un bidón de gasoil cortado
por la mitad. Cuentan también los más viejos del lugar, de mentes sin duda
privilegiadas, que Manuel Gómez, al que apodaban Ojete, vecino del bar y
propietario de la única televisión existente por aquellos contornos, cobraba, a
bote pronto y sin mesura, el comercio es el comercio debía de pensar, cincuenta
céntimos por el visionado de cada corrida televisada.
Muchos años después Francisco Poveda, apodado Pelele,
buena persona y furibundo carnavalero durante la década de los 80, de vuelta de
su viaje migratorio por las tierras catalanas, hubo de abrir en el mismo lugar
el bar LA COSTA, siendo pionero en servir como exquisitas tapas las setas de
pie azul y los chorizos en aceite y fue Jesús, el mono que había en LA SELVA,
quien hubo de sucederle en la dirección del Bar hasta su postrera jubilación.
Mala leche, repartida sin tasa y
sin mesura, mostraba Mauricio en su BAR EL CONDUCTOR. Estaba situado, arriba o
abajo, en los locales que hoy ocupa la Caja de Madrid. Era hombre, como diría
Cela, de mirar huidizo y conversación escueta, pero ofrecía, eso nadie lo
pondrá en duda, unas tapas de hasta chuparse los dedos. Lo complicado era
pedirle un cubalibre, cosa extraña en aquel tiempo, porque se le elevaban hasta
índices insospechados las dosis de mala uva y si pasabas a jugar una partida
a los chinos, juego esplendoroso que ha caído en el olvido, se ponía de
tan mala jindama, que manifestaba hasta convulsiones, mientras señalaba con el
dedo tieso el cartel que entre mugres anunciaba aquello de: “en este local tan
pequeñito no se puede jugar a los chinitos”. Todo porque dada la escasa
capacidad del chamizo, en el que no cabía ni una sola silla, el negocio exigía
beber con prisa o salir zumbando.
Hablar del Bar de LOS BOTAS, que estaba
donde en la actualidad se encuentra la tienda de los paisanos de Mao-Tse-Tung,
es recordar con velos de nostalgia a José que junto a su hermano Justo, y por
decir algo, dirigía el local. “Hermoso ejemplar”, solía susurrar mientras
plantaba una tapa de exquisito boquerón o añorado coreano delante de las
narices del cliente que absorto contemplaba el bullir de los posos dentro del
vaso de vino, a lo que José, observador y conciso, replicaba: “bebe sin asco
que son los elementos”, para terminar indicando al individuo que con premura se
disponía a hincarle el diente a la tapa aquello del: “no le soples como no sea
“pa” quitarle el polvo”. Al cierre de esta universal taberna hubo de ser su
sobrino y descendiente quien abriese el MESON JOSE LUIS en la calle de Carneros
siguiendo con la tradición de la estirpe de los Botas. De igual raigambre, y
con la misma solera, tenía y tiene su bar CACHERAS en el Paseo Castelar donde
desde siempre se han podido degustar los mejores caracoles del suelo patrio.
En LA PARRALA, tasca aposentada en la
Calle del General Espartero había tres tinajas con sus leyendas grabadas. En
una decía: “si bebes de mis entrañas serás un héroe de España”, la segunda
advertía que: “si bebes para olvidar paga antes de empezar” y la última, categórica
sentenciaba que: “donde el vino entra, la verdad sale”.
Jamás, y es sentencia que
dejo clara, volverán a degustar los paladares de este manchego lugar rebozados
tan exquisitos como los de BAR DE LUIS sito en la Calle Cervantes. Crujientes y
deliciosos, elaborados por su esposa Laura, pescados, gambas y coliflores
pasaban a ser, entre sus manos maestras, manjares dignos de exigentes dioses.
El BAR DEL MEMBRILLO, famoso por sus patatas cocidas y las sardinas con sus
pimientos estaba, regido por Gregorio junto a su esposa, al principio de la
calle que aun ostenta el mismo nombre. Y en la calle San Sebastián hubo de
abrir Jesús Castro el BAR LAS VEGAS que después pasaría a ser el que
todos conocemos por RAMON, popular por sus refrescantes rebujitos.
Y en LA CAMPANA, como no hablar
del bar del pueblo, en los tiempos en que estuvo dirigida por Jesús y su cuñado
Máximo fue donde entró, algún día de un año que se me pierde en la memoria, un
despistado transeúnte que absorto no contempló el escalón perenne que había
como a dos metros de la barra, tropezando y cayendo, mientras el bueno de Paco
Mula gritaba: “Penaltyyyyyy”, desde un extremo.
lunes, 18 de mayo de 2015
Las recetas de Maurito Verbenas. Paella del señorito.
Desde hace un tiempo les vengo
cansando la cabeza con el anuncio de mi inminente regreso hasta el arte de la
escritura que, como bien saben y desde que ingrese en la empresa más boyante
del suelo patrio, que ahora por suerte he abandonado, tenía sumida en el
abandono y a punto de echar al pestilente carro de la basura. Mas como ya dice
el refranero, que tan cierto y veraz resulta en multitud de ocasiones, no hay
bien ni mal que cien años dure, ni cuerpo, hemos referido siempre por estos
sagrados lugares, que lo resista.
Y aquí me tienen de nuevo, más viejo,
pellejo y con algunas costras de adorno como los galápagos, dispuesto a
traerles una nueva receta culinaria, que aderezada irá con otros ingredientes,
del variado recetario del Maurito Verbenas que tanto éxito tuvo en sus inicios.
Figúrense que hasta el eminente actor Juan Echanove tuvo la deferencia de
leerlo e incluirlo en UN BLOG PARA COMERSELO, lugar que encarecidamente les
invito a visitar y degustar puesto que habrán de quedar gratamente
sorprendidos.
Bien saben los que habitan estos eriales
manchegos, y quienes hubieron de partir en busca de sustento y fortuna a otros
lugares, que en este pueblo castellano el día grande, o de la patrona, se
celebra el ocho de septiembre aunque también celebremos otro en el mismo lugar,
con parecido boato y con menos asistentes, el 25 de abril o día de San Marcos,
con sus bares, sus tapas, la caseta de los churros y su corrida de toros. Así
que por ello, y porque evidentemente no había cosa mejor que hacer, decidimos
el día anterior a la festividad poner rumbo a Las Virtudes para ir
preparando con tiempo la intendencia a la espera de que familiares y amigos
hiciesen su aparición para pasar en franca y agradable compañía tan grata
jornada festiva en la que no habrían de faltar, porque siempre sobran, pistos
con diversas carnes, tortillas de patata al gusto y productos derivados del
cochino que tan sabrosos resultan al calor amistoso de la lumbre.
Y en tan trabajosas celebraciones nos tenían que a
la caída del día, del que no hemos referido que era sábado, decidieron, en
estos asuntos el varón rampante suele andar escaso de voz y voto, la santa con
la infanta de los lloros, que estaba como si le hubiese pasado por encima un
camión de 50000 Kilos después de tanto jolgorio y un servidor de ustedes con
sus achaques, años , vino y cervezas encima que no era mala idea la de
quedarnos a pernoctar en Las Virtudes puesto que aposentos con sus camas no nos
habrían de faltar y leños, de momento y para alimentar la lumbre, hay remesa
como para poder asar entera una piara de benditos cerdos.
Por ello, y entramos en
faena, y porque es herramienta afín a casi todos mis gustos, ahora hasta le dio
por la lectura y devora libros de igual manera que se bebe los botellines, me
dispuse a llamar con premura a mi amigo del alma y hermano de leche y farra,
Juan Socorro Sánchez Marín, a quien todos por estos contornos conocemos
cariñosamente como El Pavo, sin saber, al menos quien esto escribe, a que se
debe semejante apelativo en un bicho de dos patas que difícilmente alzará vuelo
con sus 120 Kilos, para que tuviese conocimiento de que invitado estaba junto a
mi querida Virtudes, su amantísima esposa, a la degustación de una paella del
señorito, plato culinario de nuestro selecto gusto y que en nada, eso puedo
asegurarlo, tiene que envidiar a los arroces que se cuecen por las costas
del Levante. Antes de continuar decir, porque ustedes se lo preguntaran, que la
llamo del señorito porque todos los ingredientes, salvo almejas y gambones, van
pelados y sin raspas con lo que su degustación es cosa como de coser y cantar.
En principio, este detalle es importante y de
obligado cumplimiento si quieren aprender bien la receta, y tienen como jefe de
intendencia al ave antes mencionada, han de alojar, sin contemplación ni
miramiento, botellines y vino blanco, el tinto se bebe del tiempo, en el
congelador del frigorífico para acometer con premura y sin descanso la primera
etapa de la tarea encomendada.
Comenzaremos por poner, esto es algo que de simple
resulta evidente, la paella en el paellero que tendremos encendido y
cubriremos, este paso es de vital importancia, de aceite de la tierra, muy
verdoso y cojonudo, todo el fondo, que por aquí llamamos culo. Previamente
habremos de haber comprado como un kilo de gambones, ahora les cuento el porqué
aunque parezca excesivo, a Enrique “El Pescadero”, que freiremos cuando el
aceite esté en su punto, vuelta y vuelta, para después reservarlos y
apartarlos, dejando que suelten sustancia y será entonces cuando, sin
previo aviso y con suma habilidad, el mencionado humano volátil y un servidor
abrirán las primeras cervezas que después vendrán como en fila india y nos
comeremos, por ello fueron comprados con colmo, los primeros gambones
calentitos de la mañana, tapa sabrosa y sin igual, mientras contemplamos como
las primeras gotas de lluvia empiezan a caer sobre campos y barrancos. Con
anterioridad, esto es obvio y de ello se encarga algunas veces mi cuñada
Mercedes, hábil peinadora de las femeninas cabezas del pueblo, tendremos
cortados, sin recato ni mesura, cebollas, ajos y pimientos que sofreiremos
hasta que pasado un rato y viéndolo bien pochado, añadiremos troceados el atún,
los chipirones, el calamar y hasta pez espada y cuantos bichos de mar,
incluidos huesos de rape, estimemos convenientes y que habremos igualmente de
pochar, sin prisa pero sin pausa, añadiendo después tomate triturado al gusto y
dejándolo hacer hasta el punto de que es el momento y la ocasión, a estas
alturas los sudores empiezan por doquier a aflorar, de tomar otra cerveza y
zamparse otro gambón.
Y es ahora cuando, si no tengo la prudencia de colocarme el mandil, aquello
que me tape el “musculoso” torso, se habrá de ver como se veían, y a buen
seguro se siguen viendo, las camisas de mi buen amigo Paco Bravo cuando
comíamos pistos y tiznaos en los bares y en las fiestas de los santos viejos,
porque llegado es el instante de arrojar sobre las fauces de la paellera el
arroz, ingrediente esencial en este plato, y dispuesto hay que estar para darle
vueltas con fuerza y sin pausa evitando que se queme para llegado el
justo y esplendoroso momento en que lo oteemos sonrosado y sonriente arrojarle
sobre la crisma el caldo que habíamos reservado, si no tenemos el suficiente y
falta hiciera le añadiremos algo de agua, distribuyendo con pausa y buen tino
liquido y elementos de mar por igual en la paellera que aderezaremos con unas
hojas de laurel, el necesario colorante y unos polvos de pimienta negra molida
a la espera de que rompa el condumio a hervir. Y llegados a este punto, y nunca
después, debido al exceso del trajín, nos habremos de beber otro par de
botellines, por cabeza, a los que previamente el ave pava volandera habrá de
acompañar con unas cuñas de queso excelso, tan exquisito en esta manchega
tierra.
Y vuelve a llover, ahora con fuerza inusitada,
mientras los leños arden en el fuego como poseídos por una fuerza divina y
Mercedes, mi cuñada peluquera pide el mortero, que nunca sebe donde se
encuentra, para machacar en sus adentros ajos y perejiles que arroja sobre el
caldo que hirviendo está como caldera de Pedro Botero. Y a sus entrañas van
también un buen puñado de almejas y las gambas peladas que teníamos guardadas
para la ocasión y dándole gas al asunto, para que hierva con alegría, me quito
el mandil, puesto que pasó el peligro, y el gorro que me puse para que no
cayesen pelos en la comida debido a mi “poblada melena” mientras me dispongo a
realizar la apertura de una botella de Viña Lastra, exquisito vino blanco de
nuestro amigo y paisano Fernando Castro que habremos de degustar con otro puñado
de los mencionados gambones. Decir también que las hembras entretanto beben
vermut, exquisito donde los haya del Agapito valdepeñero o malo hasta reventar
de la última oferta de cualquier supermercado.
El caldo de la paella casi se ha esfumado cuando
me dispongo a vestirla de gala con tiras de pimiento morrón y los gambones que
sobraron, siempre los justos y ni uno más, mientras apago el paellero y
coloco sobre la paella un paño blanco e impoluto, de los que hacía hasta con
dobladillo mi siempre añorada madre, pugnando porque no me vea la santa, que
siempre se cabrea porque se mancha de aceite. Y por fin, siempre suelen ser
pasadas las 16 horas y a veces, esto ya es guasa, o no, adivinen la adivinanza,
a la llegada del telediario de la tarde, dispuestos estamos a disfrutar de tan
preciado manjar y prestos empezamos el engullimiento, los unos con prisa, la
santa también y alguna despacio, mientras El Pavo, ¡ que sutil herramienta
parió su madre!, dice y comenta con el bocado en la boca que para merendar ha
traído unos conejos que haremos al ajillo, receta de la que si no me muero, me
apetece y tengo tiempo habré de darles cumplido detalle en otra ocasión
venidera. Entretanto, llueve sobre los tejados, sobre los barbechos y sobre los
aleros de nuestra milenaria plaza de toros, mientras la vida, esa puñetera que
a veces se torna difícil, nos agasaja con una tregua. Y arropado por esta gente
a quien de verdad quiero, siento, aunque es algo que siempre tengo presente,
que su disfrute, el de la vida con sus asuntos, no va necesariamente unido a la
posesión de inmensos bienes materiales sino más bien, y esto lo tengo claro, al
delicioso hecho de disfrutar de estas pequeñas cosas que nos hacen masticar el
aire.
viernes, 10 de abril de 2015
Refugiado
Ustedes
saben, amigos y amigas míos, que escribir es algo que me place y con lo que,
además, disfruto plenamente. Por ello ahora, que el árbol está casi seco y a la
espera de que nueva savia recorra sus maltrechas venas, me arropo al cobijo de
textos que han sido escritos desde el fondo de su esencia, unas veces por
amigos conocidos y otras, las más, por personas con quien solo me une el noble
lazo del pensamiento común. Por ello, cuando cayó en mis manos esta elegía
sublime escrita por Nemesio de Lara, buena persona a quien tengo sincero
aprecio, capaz de conmover el corazón más insensible no dudé en ponerle voz y
hacerla mía. Aquí la tienen. Si así lo desean, disfrútenla y luego me cuentan.
lunes, 9 de marzo de 2015
Yo no podría vivir sin ti
El día en que publiqué
un relato de homenaje a mi querida madre hubo quien me pidió, y no le faltaba
conciencia y razón, que, por dignidad, hiciese lo mismo con mi apreciada
hermana del alma. Y fue este asunto que fui demorando a la espera de que
llegara el momento de un fatal desenlace previsto y no deseado durante años
porque solo entonces podría relatar, de forma cumplida y precisa, lo que era
una total dedicación, en cuerpo y alma les puedo asegurar, de días, meses y
años hacia la persona que le dio la vida. Y llegado ese momento, que no deseaba
y que a su vez pedía a Dios que fuese liviano sin que al final, al menos
en ese sentido, mis plegarias obtuviesen respuesta, me encontré vacío, desolado
y sin fuerzas. Y fue entonces, ahí si me debieron echar una mano desde las
alturas, cuando ella, mi querida infanta de los lloros, apareció con esta
sentida joya que ahora les ofrezco y que nunca jamás este humilde servidor de
ustedes hubiese podido ni llegar a imaginar. Después pensé que foto era
merecedora de acompañar tan sentido homenaje y no dudé al escoger una que había
tomado algún tiempo antes de que mi madre partiese hacia el país de nunca jamás
y que había sido tomada una mañana, a bote pronto y sin pensarlo. Y la escogí,
a pesar de que much@s que la conocieron la encontraran irreconocible, porque
les puedo asegurar que me inspiraba, y me inspira, tanta ternura que no puedo
evitar que velos de agua cubran mis ojos cada vez que la contemplo.
Yo escogí la canción titulada Yo
no podría vivir sin ti compuesta por el cantautor Joan Baptista Humet en 1982.
La mayoría de las personas entienden que el 14 de
Febrero es el día de los enamorados, pero ¿Sabéis una cosa? Se puede estar
enamorado de muchas personas, incluso se puede estar enamorado de algún lugar o
enamorado de algo como la música. Por ello yo os voy a hablar de un tipo de
amor que no es el típico amor de pareja, sino el amor de una madre a un hijo,
de una persona hacía otra que lo da todo por ella y por su bienestar. Os voy a
hablo del amor de mi abuela hacía mi tía.
Bueno, esta es una canción que
llevo escuchando desde pequeña porque mi padre me la ponía. De pequeña no me
paraba a pensar en la letra, no me paraba a pensar ¿qué estará diciendo? Sin
embargo, hace unos días decidí crear una lista en Spotify a la que titulé
“Recuerdos de papá” en la que he ido introduciendo distintas canciones que a lo
largo de mi vida me han marcado y que mi padre me enseñó. Entonces, añadiendo
canciones a la lista de mi padre, me acordé de esta y volví a escucharla.
Cuando terminé, me di cuenta de que lo que siempre había canturreado de pequeña
sin conocer su significado era una historia de amor preciosa en la que una
persona que no puede valerse por sí misma agradece de todo corazón a quien está
cuidándola lo que hace por ella porque, aunque no puede comunicarse con una
mirada, es capaz de decirle todo. Voy a hablar de esta canción y de todo esto
porque yo he vivido un caso parecido desde muy cerca porque he tenido una
abuela sentada en un sillón durante años. Una abuela que cayó en una depresión
que hizo que su vida fuese menguando poco a poco; hubo un momento en el que sus
piernas dejaron de responderle, hubo un momento en el que empezó a olvidar
cosas, un momento en el que ya no podía comer sola, pero ¿sabéis que?, en
ninguno de esos momentos mi tía le faltó. Mi tía la cuidaba día y noche, le
preparaba su plato de comida, se lo daba, la vestía, la lavaba. Hacía todo
aquello que mi abuela ya no podía permitirse hacer.
Cuando yo iba a casa de mi abuela observaba como mi tía
con todo el amor del mundo se encargaba de ella. A decir verdad, creo que nunca
he visto a nadie tratar a otra persona con tanto cariño como ella lo hacía. Y
entonces veía como mi abuela la miraba con unos ojos llenos de amor que lo decían
todo porque, aunque no podía expresarse bien, sus ojos hablaban por si solos
porque como bien dicen: los ojos son el reflejo del alma.
Por ello quiero que escuchéis esta canción, porque es
la canción que, si mi abuela hubiese podido, le hubiese dedicado a mi tía:
Casi todo lo que dice está canción
me recuerda a mi abuela, porque ella no habría podido vivir sin mi tía. Por
eso, esté donde esté, esta siempre será su canción.
Y a raíz de todo esto recordé una carta que un día mi padre
encontró en internet y que le gustó tanto que decidió recitarla
añadiéndole la banda sonora de la Lista de Schindler, una película que ha visto
tantas y tantas veces y que tiene pendiente volver a ver conmigo. Esa carta
narra las palabras de un padre a su hijo, en las que le pide paciencia, cariño
y comprensión conforme a su avanzada edad, le pide que le cuide tal y como hizo
él cuando era pequeño. Es una carta que me pareció que toda persona tendría que
escuchar, al menos, una vez en su vida. Por eso, hoy, la he traído hasta
vosotros. Es cierto que es una carta triste, pero está llena de verdades y
amor.
Con esto, solo quiero que recapacitemos. Para que en un futuro, seamos
capaces de cuidar de nuestros mayores como ellos día a día han hecho con
nosotros. Porque les debemos todo, les debemos lo que somos hoy y lo que
seremos mañana. Porque ellos nos dieron la oportunidad de vivir. Y nosotros,
tenemos la oportunidad de aprovecharlo.
jueves, 12 de febrero de 2015
Carnaval, carnaval. Carnaval, te quiero.
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LOS POLICHINELAS |
Pretender pretendo ahora, cada día me enredo más, el entrar a relatar los hechos y vicisitudes que hubieron de darse durante los alegres y dicharacheros días en que fui carnavalero y se preguntaran ustedes, amables lectores, como es que también fue el escribidor hombre dado a tanto bullicio y charanga habiendo quedado dicho, como quedó con anterioridad manifiesta, que nunca fue especialmente habilidoso en los artes del baile y el zapateo, más justo es reconocer que, cual perejil que todas las salsas adorna, también se metió en este fregao siendo durante más de una década integrante activo, y de qué manera, de aquella murga que alegró corazones y entusiasmó a las placidas gentes de nuestra villa santacruceña y que, bajo el nombre notorio de LOS POLICHINELAS, fue reconocida con numerosos premios y galardones.
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Dirigiéndonos Jaito |
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Con el jaulonero Vicente, infanteño "pa" más señas, ante la atenta mirada del Alcalde Antonio Cobos |
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Compungidos y apenados, bajo la bendición de Angelito "El Cabezón" |
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Con el chino FU-FU |
Los carnavales del 1989 nos acogieron en su seno vestidos de cerditos. No me pregunten el porqué, puesto que mi quebrada memoria no lo recuerda, aunque aún tiene noción de un acontecimiento memorable acaecido en aquellos gloriosos días. Ya hemos contado que el año anterior montados fuimos en briosos “tacatacas” y que los susodichos fueron de diseño y creación del Basilio Olavarrieta a quien, en otro orden de cosas, los jauloneros muchachos en su murga habían tildado de concejal cabezón. Haciendo bueno el refrán que dice aquello del “cría fama y échate a dormir”, decir diré que si sombrero me prestara el susodicho, a buen seguro, no habría de colarse en mi testuz, porque no en vano pertenecen mis ancestros a la estirpe de los Navarros, sabios y muy cabezones.
Los
varones del Jaulón metieron sus lozanas figuras en las entrañas voraces de un
dragón siendo este el último año, si la memoria no falla, que el jaulonero
compositor, Bajillo para más señas, compuso murga y vistió atuendo carnavalero,
dado que llegado fue el momento en que por moción censurable y de censura,
aunque esa es otra historia, habría de ser Alcalde del corral y sus
gallinas poniendo de patitas en la calle al edil Antonio Cobos, más conocido
por CAMY.
Agotado quedo, como podréis observar, amadas y amados míos, después de releer murgas y escanear fotos, aguantando a la “santa”, que me conmina y reprende incitándome a que duerma más, pobre ángel mío, como me cuida, y me de menos a estas tontunas de la escritura que me tienen “sorbió” el seso. Mas, que quieren que les diga, como soy Navarro y cabezón, no pienso hacerle en esta cuestión, no vayan a contárselo cuando la vean que los conozco, ni puñetero caso. Así que, calculo yo,
si el tiempo y su discurrir no
ponen impedimentos, es probable que siendo uno lento, como es, para estos
asuntos de la escritura, antes del Domingo de Piñata, pondremos broche y punto
final a esta historia. De cualquier manera, si hubiera de ser, para el domingo
que corresponda del año que viene, no me vayan a poner pegas, que tampoco pasa
“na”. A propósito del visionado de imágenes, si pinchan sobre la que
deseen, pueden ver todas ampliadas.
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Los Panteras Polichinelas |
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El escribidor, su"santa" y el niño |
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Con mi hermano de leche José Testón |
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los bucaneros Polichinelas |
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Los tres machos integrantes |
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Las féminas dominadoras |
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Los Polichinelas duendes |
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Las marujas Polichinelas |
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Un marujo servidor |
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Con la santa |
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Todos juntitos, ellos y ellas. ¿ A que tiene premio? |
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Fue premio Pulitzer. Solo queda, que nos den la jubilación |
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Otra con mi santa |
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los tres maromos polichinelos |
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¡Que caras Dios mio!. Un lujo... |
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A punto de subir al autobús |
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Con mi hermano de leche, del alma, Don José Testón |
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Aun hubieron de vestirse en el 1996 las
féminas integrantes Polichinelas, exceptuando a la santa, de vendedoras de
cosméticos y hasta hube de componerles la correspondiente murga que para mi
decepción ya no fue cantada en el vetusto escenario del Cine del Pato,
faltabamos Pepito Leré y ub servidor que al igual que Serrat y Sabina en los
tiempos presentes o Lennon y McCartney en los años de cuando reinaba Carolo,
eramos el dúo compositor de letras y músicas entre desafinaos del que escribe y
"no me cuadra" del Pepito Cagalastimas. Y las féminas muchachas,
exceptuando a Beatriz, alias "La Lala", que porta voz de soprano,
siempre tuvieron el tono como salido de un pozo, cavernoso y descompasado, por
lo que habíamos de advertirles, pero " mu bien advertío", que
frenaran sus impulsos y no cantaran so pena de parecer el orfeón un coro de
grillos a la luz de las estrellas en noche de Agosto.
Y hemos llegado al
final. Os aseguro que me bajo de este tren invadido por el poso de la añoranza
que inevitablemente da paso a la nostalgia. Nostalgia de los momentos vividos y
de los días pasados. Días de alegría, garrafón y noches de fiesta donde siempre
amanecía al albor de cubalibres y de orquestas. Me queda la amistad
irrenunciable de los amigos que siguen ahí compartiendo vida y andanzas, la
memoria de los que se marcharon para no volver y el poso amargo de los que
están e incomprensiblemente se han ido. De cualquier manera son los compases de
la vida y sus acordes.
Mencionar a todos los
integrantes Polichinelas desde sus principios sería tarea arduo dificultosa
porque siempre quedaría, sin remisión, alguno sin quererlo en el olvido. Por
ello el recuerdo es, y será, para los que fuimos componentes del murguero grupo
hasta el final y que fueron, son y serán: Beatriz Laguna, José Testón, Rafael
Rodriguez, Virtudes Ruiz, Pilar Poveda, Mercedes Delgado, María Cortés, Carmen
Delgado y un servidor de ustedes, Mauro Navarro que agotado en este intento se
despide y les pide a su vez la venia y el beneplácito de un merecido
descanso.
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LOS POLICHINELAS |
Lo dicho, el puertoriqueño cantante |