Con premura los países desarrollados envían ingentes cantidades de alimentos,
medicinas y material de todo tipo para ayudar a paliar este infierno
acontecido, mientras el mundo entero asiste asombrado al bochornoso espectáculo
que en directo ofrecen distintos canales televisivos. El aeropuerto de la
capital es un inmenso almacén, pero toda esa ayuda no puede ser distribuida,
por miedo al caos que reina en el país. Es entonces cuando vemos como arrojan
los alimentos desde helicópteros y observamos como miles de personas corren y
se devoran para conseguir una porción de este maná caído del cielo.
Me cuesta ver a seres humanos tratados como perros o aún peor, hundidos en la
mas inmunda miseria provocada casi siempre por aquellos que viven como pachas.
¿Qué sería del mundo rico y civilizado si todos los miles de millones de pobres
reclamasen su parte del pastel?“Arriba los pobres del mundo, en pie los
esclavos sin pan”. Me viene a la mente esta estrofa de la Internacional y aun
encontrando dentro de su contenido la esencia vital de la justicia social, una
mueca de sarcasmo se dibuja en mi semblante y un sentimiento de rabia me corroe
el interior, porque precisamente allí, en aquel lugar de América están muchos
de los más pobres del mundo y todos sabemos que Haití fue el refugio de todos
los esclavos que escupió después de la abolición de la esclavitud la madre de
todas las patrias, “los santos Estados Unidos de América.
Así llego a la
convicción de que los intereses de los países ricos pasan porque otros sigan
siendo pobres de solemnidad y concluyo que esta ayuda que se envía, ahora Haití
y después a todos esos países africanos consumidos por el hambre y las
enfermedades es positiva, pero lo sería mucho más si a estos desheredados
del universo se les enseñase a producir sus propios alimentos, a crear sus
industrias, a construir sus infraestructuras, en una palabra enséñenles a
valerse por sí mismos, a que no tengan la eterna dependencia de los que más
tienen, que a fin de cuentas es lo que interesa. ¿Os imagináis el día que todos
los chinos dejen las bicicletas y quieran tener un coche? o ,dicho de otra
manera, el momento que ya ha llegado en que aquellos que nada tienen, en
justicia y por derecho ,reclamen su parte de la tarta?. Será entonces, tal vez,
cuando los agraciados de la tierra dejaran de estar sentados en sus cómodas
poltronas. Tiempo al tiempo.
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