Como mandamientos:

Es bueno ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivirla con pasión. Perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho para ser insignificante.
Charles Chaplin

A veces uno sabe de que lado estar simplemente viendo los que están del otro lado.
Leonard Cohen

lunes, 15 de abril de 2013

Por los bares y tabernas, móvil y sin internet






   El comedor de la Tía María es como una flor mustia, como un querer y no poder. Será por ello que alimentan esta estancia de la casa dos sillones de mimbre con más años que Matusalén, un aparato de radio que, según ella misma dice, fue regalo, de bodas o posterior, de su primo Bernardino, una mesa con pañito bordado a mano, cuestión que por estos tiempos se lleva como de moda, donde asienta sus reales el mencionado aparato, un jarrón encima del susodicho que contiene un manojo de cardos borriqueros traídos de las Virtudes y un par de sillones de mimbre. En uno de ellos me encuentro sentado oliendo el olor a viejo, a rancio y primitivo que desprenden los aparejos mencionados y hasta las mismas paredes de tan escueta estancia.

   Poca importancia tendría el relato de asuntos tan vacuos y triviales de no ser porque he tomado la decisión, de momento sin objeciones, de la susodicha ni de mis respetables padres, de aposentar mis reales, por aquello de gozar de independencia, entre estos vetustos rincones. Ello me habrá de permitir, pienso yo, saborear en plenitud de las aficiones que me sorben el seso y que no son otras que la apasionada lectura de los libros de José Luis Martín Vigil, José María Gironella y otros tantos que devoro traídos desde las entrañas de la biblioteca de Acción Católica, lugar pío donde hay buen suministro de lecturas acordes con mis años de púber adolescente. He traído también a cuestas la máquina de escribir, una Olivetti Lettera 27, que mis progenitores han tenido a bien comprarme en la tienda de Velasco, con el loable afán de que aprenda el asunto de darle a las teclas y la mecanografía para poder tener como más amplitud de miras a la hora de abrirme paso por entre el mundo y sus gentes. Así, me tienen con la mesa camilla plena de trastos. A un lado los cuadernos, al otro los libros de estudios que a buen seguro ni abriré y en el centro la máquina que empiezo a aporrear con la intención de abordar la escritura de un libro que cuente la historia de Salomón Restrepo y que basado estará, ya lo tengo en mente, en la figura conocida de Ambrosio “El Relojero”.

   Apenas debo haber escrito un folio cuando me entra la desgana y a la vez las ganas de poner los pies en polvorosa, de salir a tomar unos chatos de vino con los amigos. Por ello, rápido me enfundo el coreano, que es prenda de moda en este tiempo y que viene a ser como esos abrigos con pelo en capucha que usan los esquimales. Bajo las escaleras y cierro la puerta de la portada de la infame casa de mi infancia mientras cae la noche y un velo tupido de negro se apodera de todos los rincones. En la puerta de su morada, saliendo de ella, se encuentra José Lázaro Carreter que con el sombrero puesto encaminará sus pasos hacia el Circulo del Recreo, Por si dicho no está, diremos que es lunes y son pocas las almas que a mi paso encuentro, Por ello, porque es día laborable y de hacienda, opto por no ir a buscar a mi buen amigo Juan Carlos Laguna que debe andar enfrascado en sus estudios de incipiente estudiante de magisterio y escojo lo de siempre, que no es otra cosa que dar vueltas sin ton ni son por el pueblo con sus bares a la espera de encontrar algún alma comprensiva con quien gastar tiempo y palabras.

   Empiezo, porque me pilla muy a mano, por asomar mis ya clamorosas napias por el futbolín del Chato donde tan solo Chente juega una partida en la máquina de Pin-Ball mientras quien da nombre al apodo, dueño del local, y cuyo nombre es Antonio dormita al calor de los efluvios del brasero. Más adelante echo un ojo en el Bar del Conductor, que todos conocemos como de Mauricio y observo a través de los cristales entre una nube de humo al Chispitas con sus hijos. En el bar de Luis que se encuentra un poco antes del citado florean en esta noche de invierno, no hemos dicho que hace un frio que hiela el aliento, tan solo los ácaros, porque moscas quedan pocas, mientras el susodicho se bebe un botellín fresco de la Mahou para matar el tiempo y su paso. En la Campana, para todos el bar del pueblo, hay algunos pobladores más. Aunque tampoco demasiados, Julián Espinosa y su cuñado Ángel “El Canchino” son dos de los que adivino pero les veo enfrascados en importante conversación y opto por cruzar hasta el Botas, famoso en el mundo entero por sus coreanos, sopas de pan frito con un compuesto, puesto encima, de bacalao, tomate y no se que más, que haría los deleites de los dioses del Olimpo si existir existieran y allí encuentro a mi padre que debe haber optado por abandonar su sempiterna costumbre de bajar todas las noches al casino, que le pilla como más cerca y a la mano, para acercarse hasta la plaza. Me cuenta que llegó hasta tan alejados lugares a la espera de que un acaudalado deudor apareciese para pagarle algunas deudas contraídas en el arreglo de los zapatos, pero me dice también que no es la primera vez que plantado lo deja en la resolución de tan delicado asunto y como asevera el dicho que las penas con pan son menos penas creo adivinar que trasladable debe hacer tal aseveración a la cata del vino y su regusto, porque eso es lo que hacemos y tomamos. Degustado el vino y zampado el coreano, que me sabe a gloria, mientras la Regina nos observa desde la cocina y José saluda con la mano, partimos, el uno a rematar los clavos en el Casino y el otro, que es un servidor, hacia la última meta del camino que no es otra que el Bar del Membrillo, ubicado en la calle del mismo nombre. Me separo de mi padre en la esquina de la calle Real, donde estuvo ubicado el añejo establecimiento zapatero de Amando y que hoy ocupa, creo que ya lo dijimos en anteriores ocasiones, el estudio fotográfico del valdepeñero Navarrete. La separación se lleva a cabo entre recomendaciones de que vuelva pronto a casa porque ya no son horas de ir andando entre callejones y gatos.

   Haciendo caso omiso, y asegurando que habré de volver a la sórdida mansión en menos que canta un gallo, llego entre saltos y vaivenes, en época tan pretérita uno era como muy grácil y volatinero, hasta la puerta de la mencionada tasca y adivino entre los cristales de la ventana empavonados por el frio, la por esos tiempos delgada figura de mi amigo Gregorio “El Pavo” y la estampa aún más escuálida de Altamirano, que también porta, ya hemos dicho que porque está de moda, un coreano que de abrigo le sirve contra las inclemencias del tiempo. Frotándome las manos consumido por el gusto de haber encontrado compañeros de farra pido un chato de vino al camarero y dueño del local, que también se llama Gregorio, y quedo a la espera de que venga la tapa, que habrán de ser unas patatas que en este lugar cocinan a las mil maravillas. Es así como empezamos a charlar sobre los asuntos políticos acaecidos. No son tiempos como los presentes en que la información fluye por multitud de cadenas televisivas, emisoras de radio y ordenadores conectados al Internet. Muy al contrario, en esta época solo tenemos dos cadenas de televisión, la primera y el UHF, que todos conocemos como la segunda, unas cuantas cadenas de radio y un manojo de periódicos que ni podemos comprar a diario, con lo que la información es asunto que todos conocemos visionado por las mismas fuentes. Por ello no es de extrañar que más pronto que tarde los ánimos se exalten. El escribidor ya empieza a sentir conatos izquierdosos que le habrán de acompañar de por vida y además principia a arrastrar con rotundidad una vehemencia extrema en la exposición de cualquier cuestión que de su gusto sea. Y es por ello que al final de la noche los ánimos se caldearan y habremos de cabrearnos dos de los contendientes con la intermediación del otro, más calmado y sereno en el trato de tan terrenales asuntos, que habrán de llevarnos a partir con el humor de perros y hasta mosqueados, aunque en el fondo sepamos que todo quedará en agua de borrajas al día siguiente a la vera de los vinos y sus tapas. Salimos del garito entre el andar huidizo de los gatos y el fulgor lejano de las estrellas, dos de los contendientes encaminando sus pasos juntos hacia la Calle del Prado y la Casa Cuartel de La Guardia Civil y un servidor hasta la calle que lleva el nombre del insigne botánico, hijo ilustre de la villa, Don Máximo Laguna. Cuando arribo por la mansión de los fríos encuentro a mi madre recogiendo los platos sucios que quedaron tras la cena, mi padre y hermana partieron hacia los frescos aposentos y este mortal saborea sin gana y por obligación las sardinas con pimientos fritos que sobraron, mientras descalzado pone los pies cansados sobre la tarima y al lado del brasero, que apenas calienta a tan tardías horas, y piensa en las vueltas dadas en la tarde noche que se acaba hasta encontrar contertulios con los que tomarse un chato.

   Más de treinta años después, con menos pelo y más canas, el escribidor observa a la benjamina de los lloros, que es su hija, teclear con pasmosa habilidad sobre el teclado del ordenador como si del piano de Beethoven se tratara. Es entonces cuando le insto a que me deje un rato el aparato porque lo necesito para algún menester que ya ni recuerdo y es en ese preciso momento cuando me contesta que no puede “porque tiene que quedar”. Absorto y pensativo, o mejor embelesado, le pido que me repita sus razones y a su vez extrañada y como atónita me dice “que eso, que tengo que quedar”.

     Pregúntense, sufridos amigos y amigas, la cara que me quedó y como habría yo de poder explicarle mis vueltas dando tumbos por callejuelas y callejones que acababan muchas veces, eso no lo hemos dicho, a la vera de una esquina esperando la salida de una soñada dama que sorbido me tenía el seso por aquellos años, a la búsqueda y captura de amigos y conocidos con los que poder matar el rato en aquellos tiempos en que el móvil y los “interneses” eran cosa que ni la calenturienta mente del Stanley Kubrik habría imaginado.

 


    



   

22 comentarios:

  1. En eso del uso de la compu,es igual en cada hogar.Siempre debemos esperar a que nuestros chicos, y no tan chicos, nos la presten! Pero así y todo,siempre hay tiempo para nuestra propia producción. Cordiales saludos.

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    1. A veces hay que sacar el tiempo de las horas en que los gatos maúllan y se arrastran por los tejados. Es entonces cuando, entre gallos y medianoche, a mi al menos me llega la inspiración. Gracias Beatriz, por asomarte ...

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  2. Eres la leche Maurito. como siempre me has hecho pasar un buen tato, aunque tengo que decirte que a un te queda mucho por escribir, y describir, eres todavía muy joven y te queda mucho por ver, por lo tanto muchos relatos por contar. Me gusta como cuentas lo de tu hija, y magínate cuando te hable de igual a igual tu nieta o nieto, imagínatelo, jejeje, y no te puedes permitir el lujo de asombrarte por nada, Tienes que estar a la altura de las circunstancias, para asi estar mas cerca de ellos y poder hablar y a la vez aconsejar pero sin parecer que lo haces, un rollo, esto de las terceras generaciones, pero precioso y enriquecedor a la vez, ellos, al menos a mi me enseñan mucho, no se los años de tu niña, la mia hará pronto 16, y el niño en diciembre 19, son muy buenos crios, y a mi me encanta hablar con ellos, y a ellos conmigo, salvando las distancias, jeje. Enhorabuena Maurito sigue así, eres una joya para todos los que te leemos...

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    1. Voy a tener que proponerte la fundación de un club de fans del que habrías de ser presidenta, no por edad,(...aun eres una niña), sino por las lisonjas que siempre me ofreces. Por años tal vez me queden cosas por escribir, pero si es por que me queden neuronas sanas será asunto de otro cantar ya que cada vez estoy más chocho, o "pacá y pallá" que dice la santa. La infanta de los lloros cumplió los 14 en febrero, pero es más lista que el hambre y me coge las vueltas a las primeras de cambio y como el vástago primogénito anda por los 17, teniendo en cuenta que hoy las nuevas generaciones no corren a la hora de emancipase y menos aún de tener hijos, me da que los nietos, teniendo en cuenta la desmemoria, habré de verlos envuelto entre bruma o desde el séptimo cielo a la vera de Dios padre si tiene a bien acogerme en su regazo. Gracias por tanto piropo inmerecido y también por pasar a echar un vino en la tasca...

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  3. Amigo Mauro Ángel, gran alegría me ha producido verme de coprotagonista de uno de tus relatos. Ciertamente, hemos tenido muchas e intensas tertulias que algunas veces terminaban en enconadas discusiones. Ni yo te llevaba a mi terreno ni tu me llevabas al tuyo y el amigo Gregorio, como bien dices, demostrando ya a esa edad una madurez y serenidad ejemplares, tratando de apaciguar el debate. No han sido pocas las veces que me han venido a la memoria aquellos momentos y los cabreos que me hacías pillar, pero algo había de especial en estas discusiones cuando al día siguiente empezábamos de cero.
    Un abrazo y espero continues con estos relatos que tan buenos recuerdos nos traen.

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    1. Me daba que acudirías a esta cita. ¡Que tiempos, amigo!. Más abajo, si lees el comentario de Gregorio verás que dice pensar que de juntarnos hoy en día piensa que mantendríamos las mismas posiciones. Creo que este pavo de buena crianza olvida que el paso de los años dan mesura y asiento. De cualquier manera, si lo piensas, nunca ocurrió nada que no fueran las típicas discusiones que daba la visceralidad contrapuesta de los contendientes hacían parecernos a los gallos de pelea. Pero al día siguiente,como bien dices, volvían los chatos y la charla, señal de que todo en el fondo era sano y pasajero.
      Un abrazo de vuelta y si algún día nos vemos habremos de tomarnos unos chatos con la calma y mesura que dan los años...

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    2. Como bien dices, los años suavizan el caracter y dan perspectivas más serenas. Nunca se me ha olvidado una frase que repetía un profesor de filosofía en el Instituto de Valdepeñas: "la variedad de opiniones es lo que da riqueza a una sociedad".
      No estaría mal repetir la escena algún día, estoy seguro de que con mis nuevos argumentos ahora sí te convencía, ¿o sería al revés?
      Un abrazo y otro para Gregorio.

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    3. Creo que, entrados en la madurez, no necesitamos que nos convenza nadie porque como aviesos pajarillos a estas alturas picoteamos de donde más nos place y es muy cierto eso que dices, que viene a decir aquello de que "en la variedad está el gusto". Repetir la escena en el lugar de autos sería dificil, sobre todo porque El Membrillo cerró las puertas hace unos años, pero trasladarla a otro lugar solo es cuestión de tiempo. El que tardes en arribar por estos lugares. Mañana le doy el abrazo a Gregorio a quien supongo que sabes que puedes seguir en Facebook, lugar del que es un apasionado seguidor. Ahora anda enfrascado en dejar constancia fotografica de todos los oficios del pueblo. Y a fe mía que lleva más gente retratada que trabajando hay en el pueblo ...

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  4. Dios, Martín Vigil... Tenía hasta una edición de en piel de Obras completas, no sé si cuatro o cinco tomos, lo sé porque las catologué yo cuando llegaron a la biblioteca (en mi época onegera fui bibliotecaria sin sueldo de un proyecto que recuperaba el material de los contenedores azules, hasta un Quijote de 1714 apareció en la basura...la gente no mira, oye, se pone a tirar, jijiji)Era un trabajo acojonante, todo aquello para mi sola, esto lo expurgo, esto lo vendo, esto se queda, organizando las prácticas de los chicos que venían y usando una base de datos llamada debase III plus, osea, contemporanea del homo erectus cuando en casa ya andabamos echando pestes del windows 98....lo malo es que no tenía sueldo, mira tú, pero el trabajo era la caña, jajaja. A Gironella, con el que jamás he podido, también lo teníamos. A mi Vigil me parecía un poco como la revista Pronto, que te la encuentras y la lees pero de aquella manera, jaja. Mi hermano también tuvo una coreana, él le daba tratamiento femenino, yo no, claro porque era muy chica...leo el post y me parece estar viendo Cuéntame como pasó :D Yo soy de edad de la niña pequeña, ahora me están contando lo que me pasó "a mí", pero la guaja no me gusta nada. El post si que me ha gustado, Mauro. Un beso y resígnate, siempre serás un inmigrante digital, la infanta de los lloros es, en cambio, ciudadana de pleno derecho ;)

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    1. ¡Que tendrán estas dos almas que hasta en estos asuntos coinciden!. Ay!, Alma del alma mía, de Martín Vigil me leí todo lo leible, aunque siempre tengo como grabado a fuego en la memoria LA VIDA SALE AL ENCUENTRO, una epopeya de niños pijos que transcurría en el norte de España y que un servidor traba de ajustar a sus vivencias de pobre diablillo en la aridez de esta tierra manchega. De Gironella me zampé LOS CIPRESES CREEN EN DIOS, un tocho de mil páginas con el que entonces, cándido adolescente, disfruté como un enano y que formaba parte de una trilogía que pasados los años fui incapaz de terminar. Martín Vigil que murió con casi 100 años en el 2011 lo mismo servía para un roto que para un descosido, de Gironella me fascinaba, aunque no es autor muy de mi gusto, la facilidad con que se movía entre las farragosas aguas y turbulencias en sus novelas sobre la, guerra civil donde, al menos un servidor, no lograba encuadrar si estaba a favor de un bando o del contrario porque jamás se mojaba el culo. También veo que es su merced seguidora de CUENTAME. Ya digo yo que algo en común nos alimenta porque no me he perdido ni un capítulo de esta serie en la que me ubico en el personaje central de Carlos Alcantara que tiene también mis años. Y como no decirle que es usted muy aviesa amiga mía, porque una de las cosas que más me gusta de la serie son los diálogos en off que realiza magistralmente el actor Carlos Hipólito y de los que he de reconocer que intento, en mi tarea de humilde escribidor, copiar la intención y la sustancia. Lo de inmigrante digital me ha llegado al alma!. Y pensar que me tenía por el más versado de la casa en esta materia!. Un abrazo y mil gracias por llegar, por asomarte y por estar siempre ahí. No sabes cuanto lo agradezco ...

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  5. Gregorio Márquez.16 de abril de 2013, 4:08

    Al leer tu relato me haces de que mi dañada memoria recuerde aquellos tiempos vividos de nuestra juventud y que ya tenia casi en el olvido. No se por que, pero pienso que si nos volviesemos a juntar los tres protagonistas de tu relato, volveriamos a estar en las mismas posiciones, aunque ahora que somos amigos por facebook ya no es lo mismo.
    Otro bar que te has pasado por alto es el bar de Luis, de donde tambien podrias sacar repertorio para otro de tus relatos, o cuando me contabas como José el "Botas" fué a perder su dentadura en cierto lugar. Ahí tienes corte para hacernos de reir un poco.

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    1. ¿ También tu andas a estas alturas chocheando?. La verdad es que no te veo yo falto de memoria precisamente porque tienes cabeza para llevar tres ayuntamientos con sus partidos judiciales correspondientes. Discutiríamos Gregorio, pero sin tanta visceralidad. Los años dan asiento y mesura, esa que entonces nos faltaba, aunque uno es Navarro y cabezón. Aunque la verdad, ahora que lo pienso, si empiezas a chochear porque del bar de Luis hablo en esta historia medio cierta y medio ficticia. Lo de la dentadura siempre se dijo, pero no tengo la certeza de que fuera cierto. Habré de enterarme. Un abrazo y gracias por llamar...

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  6. Tendrían que contratarte para guionista de Cuéntame Mauro,je,je. Un abrazo y sigue así, nos gusta.

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    1. Eres la tercera que me lo dice. ¡Que más habría de querer yo!. Haría lo que me gusta y disfrutaría con ello. ¿Que más se puede pedir?. Gracias, y seguiremos con el empeño.

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  7. Algo no me cuadra Mauro, "Me separo de mi padre en la esquina de la calle Real, donde estuvo ubicado el añejo establecimiento zapatero de Amando y que hoy ocupa, creo que ya lo dijimos en anteriores ocasiones, el estudio fotográfico del valdepeñero Navarrete", esto lo has escrito una de estas noches entre maullidos, quiquiriquís y alguna mahou o, años ha y has reciclado?, aunque también pudiera ser yo, la equivocada...es una historia tierna y magistralmente llevada, ya desde el principio nos sitúas en ese comedor oscuro y frio, nos sacas a la calle y caminando contigo lo vivimos todo, GENIAL,me gusta y, como todo lo bueno si breve dos veces bueno. Un sexo llamado débil,de Martín Vigil, de la biblioteca de las madres concepcionistas...no digo más. Un beso, Mauro Ángel

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  8. Ese hoy se refiere al momento en que estoy con mi padre, del que deben haber transcurrido más de treinta años, y no al presente actual. Tal vez no se entienda bien o no lo he descrito acertadamente, pero lo leo y me cuadra, aunque es cierto que puede darse a la confusión. Igual lo cambio si encuentro el modo acertado de hacerlo. No lo he reciclado. Ocurrió que la benjamina de los lloros me dijo eso de que no podía dejarme el ordenador porque había de quedar y me puse a pensar en los "quedaos" de mi adolescencia. Después, echando unos chatos en el garito del amigo Vicente, salió a relucir lo ocurrido y empezamos a contar historias de como salíamos en busca de alguien e invariablemente íbamos a parar a La Campana, lugar de farra y reunión. Me alegró que te gustara y ya te advierto que para el próximo, si es el que estoy enjaretando sobre el estreno triunfal de LA CASA DE LAS CHIVAS, habrás de comprar una bolsa de pipas de tamaño familiar porque va camino de hacerse interminable. Pero, ¿como voy a ser escueto, si pasaron multitud de cosas?. El del sexo llamado débil, lo tengo, (... me lo debió comprar mi tia Isabel, un verano de los que venía de Cataluña, en la tienda ajada de Matute) en la casa de mi madre. Tengo que reconocer que los libros de ese hombre, que después se metió a cura, me encantaban en aquellos tiempos. Gracias y corto, que va a ser mas extensa la respuesta que el articulo. Un gusto recibirla en esta posada...

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  9. Hola me encanta,me encanta y me encanta,entiendo que estos últimos,meses te relajaras pero de momento como tienes (por desgracia ) tiempo escribe todo lo que piensa esa cabecita porque un café y tus relatos un gustazo sea de dia o de madruga .Un saludo mon ami

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  10. ¡Cuantos encantos juntos!. Ocurre que este tiempo del que gozo es tan poco apetecible que me resquebraja dejándome roto y vacío. En mi tiempo de currante nocturno, como pasaba tantas horas en soledad, le daba al intelecto y mientra hacía las cotidianas tareas tomaba notas para una vez llegado muy de mañana a casa desparramar sobre el papel lo que llevaba pensado. Y a veces me daban las tantas entre "quejios" y broncazos de la santa. Pero disfrutaba más de mi tiempo libre. De cualquier manera intentaré seguir con este empeño. Aunque solo sea para que degustes placenteramente tu café. Un beso amiga mía.

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  11. Gracias Mauro por tan entrañables recuerdos, leyéndote me has hecho hasta que sienta los olores de aquellas tabernas y personas que al recordarlas me acuerdo mejor de lo que cene anoche y de todo lo que más es de esa memoria fotográfica que tienes” mamon”, me has trasladado a los mejores años de mi vida. Gracias Mauro

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    1. ¡Miguel, que alegría acogerte por estos lugares!, aunque un servidor ya sentía tu aliento porque en más de una ocasión me has dicho que lees mis divagaciones. Tus recuerdos son los míos amigo, porque con algunos años de diferencia hemos transitado por aquellos años con sus vivencias. No creas que ando muy ducho de memoria, más bien me ocurre como dices que recuerdo mejor el pasado que el presente y de cualquier manera también recurro un poco a la inventiva cuando hace falta. Es la mejor manera de ocupar este tiempo que ahora me sobra y de espantar los pájaros negros. Siempre, como decía Jorge Manrique, tendemos a pensar que cualquier tiempo pasado era mejor aunque a veces no sea cierto. ¡Aunque ciertamente eramos tan jóvenes que todo nos importaba un pijo!. Lo dicho, un gusto haberte ayudado, aunque sea con la imaginación, a pasar de nuevo por la tasca de Mauricio y te aseguro que otro día daré mejor cuenta en otro relato de las ocurrencias ocurridas en los bares y garitos de aquel tiempo, que un servidor, como buen animal de barra, recuerda perfectamente. Y si no, tengo al Bajillo que me asesora. Gracias por llamar a la puerta de esta posada y a ver si vuelves más a menudo porque los vuestros comentarios son mi alimento. Un abrazo...

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  12. Pero bueno Maurito, si tu ya dominas los mundos de las redes sociales y demás menesteres.
    Es cierto que en aquellos entonces, que yo no había nacido todavía, se me antoja que como el pueblo no era muy grande había muchas posibilidades de encontrar siempre a gente.
    Yo también tuve un coreano, yo creo que como casi todo el mundo. Fué una prenda que marcó una etapa. Ya en el declive de la subsodicha, me la ponía para ir a vendimiar. Pero la verdad es que abrigaba un montón y cuando te ponías esa capucha tan característica no entraba ni pizca de frío.
    Buenos tiempos Mauro, del botas, Mauricio, Luis, La campana y de todos los amigos que fueron quedando en el camino.
    Un abrazo y dos besos retorcíos como siempre.

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  13. La redes sociales las podré dominar, pero el parecer de los infantes me cuesta cambiarlo. Eso de que no habías nacido supongo que va con retranca porque eres casi tan viejo como este escribiente aficionado.¡Que manía la de quitarte años si cuando murió Franco estabas a punto de partir hacia la mili!. El coreano fue prenda universal de todos los mindones y tiernas damiselas de la época,que además supongo adquiridos en la tienda de Matute o algun otro comerciante del lugar y sus contornos. La verdad es que son tiempos y bares que se añoran. Como se habrá de añorar el TAPICAO del Vicente cuando le de por jubilarse. Aunque como también es otro que se las da de eterno puber adolescente igual le quedan treinta años para llegar a tan esperado día. Yo también te quiero Ciezo del alma ...

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