Como mandamientos:

Es bueno ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivirla con pasión. Perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho para ser insignificante.
Charles Chaplin

A veces uno sabe de que lado estar simplemente viendo los que están del otro lado.
Leonard Cohen

miércoles, 14 de marzo de 2012

De los tontos y las tontas con tres carreras.


    
   



   Las vislumbro a lo lejos. Enmarcadas en el hueco de la puerta automática del restaurante, bajo la luz delatora del foco que me chiva cuando alguien asoma sus fauces, entreveo sus gráciles figuras volatineras. Son cuatro damas y un “damiselo”. Giro la llave y el portón de cristales, (… que unos cuantos porrazos de mentes distraídas y como de estar en Babia lleva en su haber), se abre dando paso a las delgadas damiselas y a su varón acompañante. Se acercan a la barra y aquí me tienen, ustedes y ustedas, saludando cortésmente y preguntando que desean tomar las caballeras y el caballero. Ni puñetero caso. Siguen con su charla, cháchara y palabrerío, hasta que alguna de ellas, mente aviesa, decide pedir el primer café. Tras esta, la otra, después las otras y luego, al fin, el otro, reclaman lo que desean olvidándose por un momento del palabrerío y, algo importante e imprescindible, de los móviles amigos, los “jodios” móviles. Cuando empiezan a degustar el desayuno ya me voy enterando de donde vienen, que da lo mismo, y a donde van, que también da igual, aunque resulta ser Inglaterra, Londres para más señas y aquí ya me doy cuenta de que son gentes viajeras y de mundo, con trabajos tal vez, me digo yo, que deben de ser como de ejecutivas y esas cosas. Siguen con su labia locuaz y el maromo me pide un vaso de agua, que presto le coloco a su vera e ipso facto una de las señoras me pide otro, sin mirarme a la cara, debo de resultarle demasiado feo, y también se lo pongo con la misma premura e inmediatez, y una tercera, cuando ya he metido la botella en la nevera me pide uno más, mientras las tripas se me empiezan a poner de un color parecido al de Kunta Kinte.

     Ponen un billete en la barra, cobro, pasan las maromas y el maromo a los servicios, mean, cagan o hacen lo que les parezca, mientras un servidor de ustedes recoge vasos, platos y restos varios de azucares y papeles, mientras una tras otra y con el otro, van saliendo de los chiqueros donde se deponen las deposiciones y se encaminan hacia la puerta con la misma charlatanería, despareciendo por donde habían venido. Unos minutos después, casualidad de las casualidades, vuelve a repetirse la misma escena con cuatro sevillanos bien plantaos, de esos que son más chulos que las pesetas.

     Se preguntarán, queridos y queridas míos, el porqué de esta disquisición y a cuento de que les cuento este cuento. ¿No notaron algo extraño en tan educado comportamiento? De ser así habré de pensar que se les apagó un poco la perspicacia y el discernimiento del que siempre les creo poseedores, porque debieran haber notado que en ningún momento he dicho que las susodichas y susodichos hayan tenido la gentileza, el detalle y la buena educación de saludar y decir siquiera buenas noches al insignificante, casi despreciable para sus excelsas señorías, camarero que les puso los cafés, y que no pasó en ningún momento de ser un alfeñique, un pobre gusano, indigno siquiera de la cortesía de un saludo de tan honorables excelencias.

     Pueden imaginar, que, a lo largo de treinta años ejerciendo tan menospreciado oficio, he tenido que tragar de todo. Carros y carretones, ruedas de molino y hasta sapos y culebras que me vinieron servidas en bandejas de oro. Pero hay algo que con el pasar de los años cada vez se me hace más cuesta arriba y es la indignidad de no sentir dignidad. Por ello me rebelo contra los que ven en la humildad de estos oficios algo así como la escoba con la que se barre todo, sin pensar que alguien habrá, a tan importantes señores y señoras, de ponerles el café, de hacerles las labores domésticas, de limpiarles los ceniceros y servirles lo que deseen en sus vuelos de alto copete. Siempre me han resultado indiferentes esos a los que llamo tontos de tres carreras, aquellos que confunden estudios y conocimientos, determinados y concisos, con cultura y educación.

 

   Otro día cualquiera. Abro la puerta del lavavajillas. Seco los vasos mientras observo al viajero de mediana edad que bebe parsimonioso un café. Son altas horas de la madrugada. Su mirada discurre ávida por las páginas de un libro que devora con fruición. Cuando observo que alguien lee, siento la imperiosa necesidad de saber que está leyendo. Entorno los ojos en el intento de poder visionar las letras que adornan el lomo del ejemplar, ya saben que soy miope y de vista cansada, pero solo consigo alimentar mi curiosidad cuando el viajero se encamina hacia el servicio dejando el libro huérfano sobre la barra.

     De vuelta, el viajero sigue con su lectura y un servidor, con la curiosidad satisfecha, le pregunta: - ¿Le gusta García Márquez?-. El viajero me observa como absorto y confundido, como si de un espectro se tratara, como diciendo, que lo piensa, ¿qué coño dice este? ¿Cómo?, ¿Que si le gusta García Márquez? Algo raro, contesta, cuesta leerloEs este un libro, puntualiza en plan erudito, que no está al alcance del conocimiento de cualquiera, ya le veo venir, porque mezcla historias reales con otras que parecen ser ficticias y que blablablá… Tenga en cuenta., le digo hincándole con gusto la puntilla, que Cien años de Soledad es una de las mejores novelas jamás escritas, cumbre además del llamado realismo fantásticoAh, ¿pero usted la ha leído? Anonadado, como desvanecido y de una blanca palidez. Por supuesto caballero, Aureliano Buendía y un servidor, casi como de la familia y no le cuento del placer que sentí leyendo El Otoño del Patriarca, La Crónica de una muerte Anunciada, El Amor en los Tiempos del Cólera y…..

     Perplejo. Como ido queda el elemento. Deposita su moneda en el mostrador y se encamina hacia la calle pensando, que lo piensa, como es posible que un camarerucho de carretera haya leído todo lo que poder pudo y cayó en sus manos del magistral Gabo. Y de Vargas, Carpentier, Hemingway, Delibes, Borges, Cortázar, Cela, Machado, Lorca y…, que se yo, le digo y le cuento a mi interior a tan altas horas de la noche, mientras pienso, y me ratifico, en la idea de que hay sueltos por el mundo multitud de tontos y tontas con tres carreras que no saben estar y que son como La Mosca Cojonera que dejé plasmada en un relato allende por la semana santa de hace como dos años.

     Porque digo yo, por último y para terminar, que un servidor puede haber sido tonto por haber consentido en ser en este vivir terreno camarero, aunque de todo tiene que haber en esta villa del señor, pero no por ser camarero ha de ser necesariamente tonto. ¿O no?.

                                                                                   

                                                           

                                                      

24 comentarios:

  1. Querido Mauro, pero si te lo puedes pasar genial con esas criaturitas. El mayor placer de una persona inteligente es aparentar se un idiota delante de un idiota que aparenta ser inteligente. Te lo puedo asegurar, no hay nada parecido. Que más te da, son personas que no vas a volver a ver. Si te haces el tonto vas a evidenciar sus ignorancia y su estupidez y te vas a reir un buen rato. Yo lo hago con frecuencia, es que soy un poco mala....jijiji.

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    1. Que tal Marga del alma mía?. Llevas mucha razón en tus planteamientos y no dudes de que en multitud de ocasiones soy maestro en hacer lo que me aconsejas, (... de algo me ha de servir llevar "confesando" a los referidos durante decenios), pero ello no es óbice para que otras veces, depende mucho del estado de ánimo, me haya de sentir como ninguneado. A veces salto como un muelle y entonces me explayo quedándome agustito.
      Un gusto volver a recibirla por estos rincones. Besos.

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    2. Pero Mauro, que más te da que te ninguneen personas que pasan como un suspiro por tu vida cuando tienes toda la admiración de tu club de fans al que por supuesto pertenezco. Ay vanidad de vanidades.

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    3. Porque son muchas, excesivas y nocivas para la salud. Y no siempre pasan como un suspiro. A muchas la aguantas a perpetuidad, te lo digo yo. Como eres Marguita ...

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  2. Es que te falta carácter, Mauro... Creo que ya leíste la historia de los huevos de Ernesto. A Ernesto nadie nunca habría osado no decirle buenos días a riesgo de que el vaso de agua se lo llevaran puesto, vestido en la cara, jejeje...me acuerdo de tres compañeras de clase que iban todas las tardea a cotillear y tomaban siempre tres cafés con leche... Ernesto las odiaba de una manera especial. Yo también. Cuando llegó la primavera cambiaron y pidieron tres cafés con hielo. A Ernesto, que estaba entrenando puntería con el gato del dueño le pudo la costumbre y les puso café con leche como todos los días. Jijijiji, jijiji, Ernesto, hombre que los pedimos con hielo, jijiji, jijiji.... Ernesto se puso serio posó la bandeja en otra mesa, apoyó las dos manos en la mesa de estas y las miró una por una y les dijo muy bajito: "Me voy a cagar hasta en mi puta madre. Ahora los tomáis" y ellas se tomaron el café con leche y luego lo de jijijiji lo hacíamos nosotros :D

    Y en cuánto a lo de el lector de García Márquez...bueno, bien dice el sabio que la ignorancia tiene remedio, pero la estupidez nunca.



    Un beso

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    1. ¡Que me falta carácter!. No sabes tu la leche que gasta el tuerto cuando llegado es el momento. Lo que pasa es que ahora, en estos tiempos, a la primera de cambio ya estamos con la dichosa hoja de reclamaciones, aunque sea por "na". Tu Ernesto, (... desde ahora mismo recomiendo a quien a bien lo tenga leer esta historia en la Cuevalagua), forma parte de esa raza que Dios diseminó por el mundo al crearlo, (... si es que lo creo) y que hacen lo que les sale de los bajos con el beneplácito de cualquiera. De cualquier manera, la mejor defensa es un buen ataque. De eso no tengo duda. El del libro era tonto, imbécil y engreído o sea tres en uno. Un besazo manchego.

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  3. Querido Mauro, cuántas veces he observado eso mismo que dices tú, pero desde el otro lado. Ya sabes que el ínclito progrenitor que me dio la luz (padre Tortas) fue también camarero, y fue él, con sus lecturas y su insistencia, el que me inculcó el amor por la lectura. Cada vez que voy a un bar o restaurante, si me apuras incluso cuando los domingos bajo a por los churros, siempre deseo los buenos días. Y no porque piense que es una fórmula de cortesía obligada que se deba exclamar para iniciar una conversación, algo así como el Ave María purísima de cualquier charla. No, qué va. Es porque respeto y tengo en altísima estima a aquellas personas que están trabajando y desempeñan su labor dignamente, sea la que sea. Por eso he afeado muchas veces a un montón de gente su desprecio por un camarero, albañil, agricultor o recolector.
    En cualquier caso, querido Mauro, en el mundo académico en el que estoy empecinado en entrar (a ver si lo consigo algún día) ocurre también lo mismo. En cuanto alguien intenta hacer cosas distintas con los niños, llevarlos de excursión, enseñarles la historia de forma distinta, lo miran con condescendencia, como sentados en un sitial inalcanzable, y sonríen, una sonrisa de esas a medio colmillo, lobuna, que es casi más hiriente que cualquier pulla dialéctica. Claro que luego, cuando se celebran esas reuniones de maestros y profesores, los resultados académicos te dan la razón y abofetean al carcamal que te puso en duda. Y no te voy a hablar del mundo de la investigación histórica porque en el relato entran señores trajeados, corbatas, pipas humeantes y pedantería en tan elevado grado que no es plan de que acabemos "gomitando". Excelente relato, por cierto.

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    1. Amigo Daniel, es que cuesta tan poco ser amable, que a veces te cuesta a su vez entender que a muchos parezca que les cobran por serlo. Siempre compadecí, en el buen sentido de la palabra, al bueno de tu padre, porque tuvo que resultarle como de trago y "traganta" dejar el trabajo que tenía por narices, para pasar a formar parte del sufrido mundo de la hostelería. En tu referencia al mundo académico no dudes de que toparas, como en todos los oficios, con el trepa acomodaticio que no quiere que le cambien nada, para seguir tranquilamente campando a sus anchas. ¿Como va a desear semejante pájaro que vengas tu a romperle los moldes preestablecidos?, cuando lo que desea es seguir vegetando todo lo posible, sin importarle ni la meta, ni los resultados. De cualquier manera continúa con tu empeño que es loable y digno de admiración. Gracias una vez más por pararte en este anden. Saludos.

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  4. Es que la educación no viene añadida a los estudios que uno realiza en la vida. A mi, particularmente me han enseñado más aquellos a los que entiendo, a los que son cercanos a mi, y no siempre coinciden con los más sabios o los que más carreras tienen. Las personas somos o no somos, no por lo que sabemos sino por lo que damos. Es verdad que lo que sabemos nos ayuda, pero solo si sabemos utilizarlo, como todo. Te voy a recomendar humildemente una peli que he visto hace muy poco y que me ha impresionado (también soy muy impresionable) pero, por si acaso te apetece. "Criadas y Señoras" igual ya la has visto, pero si no, no dudes en hacerlo por que sé que te gustará. Por cierto, soy Amparo. Es que no he aprendido todavía cómo hacer un comentario con nombre y apellido. Espero disculpes mi ignorancia

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    1. Un gusto recibirla en mi humilde morada amiga mía. Y digo amiga sinceramente. Aunque hayan pasado demasiados años desde aquellos en los ¡éramos tan jóvenes!, queda como un regusto de los momentos compartidos entonces, que ahora, visto desde la distancia, viene teñido con el recuelo de la añoranza. Es cierto, muy cierto, todo lo que me dices con la sabiduría que emerge de la persona que es sincera y siente empatía, (... algo vital e importante), hacia quien le rodea. Pero también es verdad que si algo odio en esta vida es a ese personaje prepotente que se cree eternamente por encima del bien y del mal. No lo soporto. Pidiendo a Dios que no me lean los de la sociedad de autores, te diré que ya he puesto la película a bajar y cuando la vea ya te contaré, aunque a buen seguro que teniendo usted buen gusto, me habrá de gustar a mi..
      Cuando hagas un comentario, en vez de anónimo, selecciona nombre/URL,pones Amparo en el casillero correspondiente y si quieres en el otro la dirección de tu blog, aunque no es necesario. Así saldrá con tu nombre el comentario y podrá quien lo quiera visitarte. Un abrazo.

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  5. Como te he comentado mi querido amigo, mi amado padre era de tu oficio y detalles de gente altanera o como tu les llamas tontos de 3 carreras, a diario, y lo mismo le sucedió cuando para matar su aburrimiento se compró una Olivetti portatil, que hecha la compra y tomandose una cañita en el bar del barrio al entrar con ella en la mano fue víctima de burlas y mofas, sobre todo de un doctor matasanos que presumiendo de lo que suele presumir alguna gente titulada no le daba entrado en la mollera que él, siendo médico tuviese que escribir a mano y mi padre, un simple camarero, escribia a máquina para pasar el rato.
    Gente estupida e ignorante... no se dan cuenta que se aprende más tras una barra que en un pupitre, que ellos llegan a su tope en cuanto obtienen el diploma, y que el camarero estudia diariamente y que a un simple comentario ya cala a la gente... sabiduría que no se aprende en ninguna escuela.
    Mi querido amigo, usted para esos pasó desapercibido sobre todo por tener más educación que ellos, pues con el detalle del agua yo los hubiese mandado a la fuente más cercana por no mandarlos a un lugar más lejano... se me entiende no.
    En fin, serán listos no lo discuto, pero andando por el mundo van como burros, pues por la educación y el buen trato se diferencia al burro del caballo y que un burro si quiere puede ser muy listo pero un caballo siempre será un caballo.

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    1. Un servidor siempre asevera, amigo Manolo, que un camarero es como un cura, solo que cambia el confesionario por la barra. Y si se trabaja de noche, a la luz incierta de los luceros, para que voy a contarle, aunque lo cierto es que desde que se pusieron en marcha los controles de alcoholemia, han bajado notablemente las confesiones realizadas.
      Mi padre no escribía, pobre mío si apenas aprendió a hacerlo, pero si tuvo a bien regalarme una Olivetti Lettera no se cuantos, con la que aprendí a escribir de mala manera con los dedos que usted sabe. Y bien que me vino el hacerlo para estas practicas actuales de escribidor de poca monta.
      El problema Manolo, que ya mencioné más arriba, es que aen estos tiempos calamitosos, vamos a volver a aquello de que el cliente siempre tiene la razón, aunque te esté tocando los ......., en estereo. Un abrazo maestro.

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  6. Maurito, no te empecines!! Siempre ha habido y habrá gente de cien mil realeas. Lo que tienes que intentar es que no te afecte. Tu sigue haciendo tu trabajo lo mejor que puedas porque siempre habrá alguien que conozcas que merezca la pena, o que simplemente te de los buenos días y se despida como Dios "quirimanda". De todas formas, yo creo que a todos nos ha pasado alguna vez que no hemos tratado a alguien como se merece, bien porque todos vamos pensando en nuestros asuntos sin darnos cuenta de las cosas de alrededor, o bien porque ese día estamos de mala leche y la pagamos con el primero que pillamos. Pero lo importante es que estas cosas no nos afecten, al margen de que es verdad que se están perdiendo las buenas costumbres. Si te das cuenta de una cosa solo los mas viejos, por lo menos eso me parece a mi, se despiden de una forma admirable: ve con Dios ó anda con Dios. Es algo que no se debería perder nunca.
    Bueno Mautito, recibe dos besos retorcíos...y ve con Dios.

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    1. Es verdad, me encantan esos saludos de siempre. A veces utilizo para saludar este: "A la paz de Dios".

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    2. Si lo que trato de decir, querido Pepillo, es lo que al final terminas diciendo tu. Bien puedes imaginar que vengo ya como de vuelta de estas cosas, aunque ello no es óbice para que a veces me cabree. Lo de las susodichas y susodichos pasó el otro día, pero no afectó a otra cosa que al recuerdo de un hecho tantas y tantas veces ocurrido. Por ello se me ocurrió escribir este relato con la intención de hacer ver a quien a bien lo tenga, que no son estas maneras de comportarse y marchar por la vida, porque como bien dices se estas perdiendo las buenas costumbres y el buen hacer, con lo que me da que pensar que de aquí a un par de decenios solo caminaran patanes por el globo terráqueo. Ya que me dejaste a Dios de acompañante, ve tu con la Virgen que tampoco habrá de ser mala compañera. Besos retorcios.

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  7. Hola Mauro, ya en una ocasión te comenté algo al respecto de lo que nos has relatado, y me hago cargo además de estar bastantes años de camarero, -digna profesión donde las haya- soy comercial el resto de mis años hasta la fecha, y cierto es que se revuelven las tripas" cuando se ve y se nota tanta ignorancia e indiferencia a quien dignamente va a ganar su pan, (no a que se lo regalen), pero ya estoy curado de espantos. Al igual que tu, yo, -en muchas mas veces de las que la gente pueda creer- lo primero que hago es saludar cordialmente y presentarme, y si tu crees que los que entran en un bar-cafeteria y son tontos de tres carreras, imagina lo que yo llego a pensar en oficinas de "gran postín", con secretarias curvilineas y menguada falda, pero que no saben hacer la O con un canuto, y despues de mirarte con desprecio infinito, te sueltan: Hoy el gerente no va a poder recibirle, y dandose media vuelta y haciendo como que teclean algo en el ordenador, pues noto a primera vista que no tienen ni "zorra" idea de informatica, creen que te darás por aludido y te irás por la puerta como perro con el rabo entre patas. Desde luego que me voy, (si no, vomitaria allí mismo), pero para mis adentros pienso, "te jodes" (perdón por la expresión) pero te has perdido conocer a una persona como yo.
    A veces y aunque no lo creas, las citas funcionan, y.

    Así como trates, serás tratado.
    Un abrazo y que disfrutes de tus vacaciones.
    Pepe

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    1. Que tal amigo Pepe?. Que me vas a contar de lo que aguantan los sufridos comerciales de nuestros días, a quien un servidor gusta de llamar viajantes como se hacia antiguamente, si yo mismo he tenido que poner la cara multitud de veces para decirles que se vayan por el mismo lugar por el que llegaron con las orejas gachas. Son oficios, y me ratifico en lo dicho, vilipendiados y desagradecidos, aunque siempre cabe el consuelo de conformarse. No nos queda otra. Un abrazo paisano, desde esta tierra tuya en la que hoy nieva a rabiar.

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  8. Estoy contigo Mauro, tu trabajo no es indigno en absoluto, si muy desagradecido a veces, pero no por ello no se puede ser tan culto y más que otros "licenciados"...

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    1. Los conocimientos determinados sobre algo, los adquieres estudiando esa materia concreta, pero la cultura se adquiere de mil maneras, en la calle, en los libros, conversando y conociendo la vida, a quien transita por ella y la educación es algo que no se vende. Por eso hay tantos patanes sueltos. Un abrazo gélido y frío, entre la nieve que nos rodea.

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  9. Esos tontos de tres carreras que dices, merecen, a su vez dos medallas: una, precisamente por ser tonto y otra por si la pierde... Si alguno de esos que cuentas en tu historia, se pasara por este blog y leyera parte de alguno de tus relatos y comprobara la amplitud de vocabulario y majestuosidad con que utilizas la pluma (en este caso teclado), otro gallo cantaría. Seguro que te hacían hasta reverencia al entrar...jejeje. Pero vamos, por otro lado nada me sorprende. La ignorancia campa a sus anchas en este país. Así nos va...

    Un saludo, Mauro.
    Miguel Angel.

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    1. Perdona Miguel aAngel que no te haya contestado antes, pero creo que borré la entrada del correo sin darme cuenta. Gracias por tus halagadoras palabras que me infunden ánimo para seguir con estas historias. Yo pediría a los mencionados en el articulo que aprendieran a aprender de la gente humilde. Esa que siempre enseña retazos de vida que solo se aprenden viviendo. De cualquier manera esa vida y su devenir los acaba poniendo en su sitio. Saludos.

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  10. Muy bueno, sí. Siempre me gusta escuchar o leer historias reales, de éstas cotidianas q pasan a nuestro lado sin fú ni fá pero q no se sabe bien por qué un día "caes" en ellas y te sorprenden...supongo q en un oficio de cara al público es lo q toca pero, tambien querido Mauro es lo q te enriquece como esos cubitos de caldo .
    Cuando leí "Cien años de soledad" fue por una apuesta con un ciberamigo (
    para q luego digan de los interneses...)


    tengo q reconocer q disfruté un montón, pero tu relato me recuerda a la portera de aquel edificio de París de aquella novelilla q me prestó Mise a la q yo no hice gran jolgorio (cuando me llevo un libro a casa es igual a llevar a unos amigos...)bien, esa portera es mi referencia en muuuchas cosas, me encanta y creo q tú, eres como esa portera, Renée y a mi no me importaria para nada ser como la niña q aprende de ella, leyéndote a ti, para empezar compartimos el nombre, Paloma.

    Ah! el título de esta dulce novela es: "La elegancia del erizo".

    Te sigo.

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    1. Dicen que la vida se compone a veces de casualidades y fíjate por donde la casualidad hizo que este relator de historias mundanas no haya leido el libro que mencionas, aunque si ha visionado la pelicula EL erizo, basada en la historia mencionada y que he de reconocer que me encantó. por lo que te recomiendo su disfrute,( ahora que no nos oyen los de la sociedad de autores, puedes bajarla en Internet. Cien años de soledad y García Márquez en general son y un gozo para los sentidos y un balsamo curativo para las heridas que nos deja este transcurrir mundano. No logro adivinar, como investigador hubiese sido nefasto, que paloma mensajera eres, pero estoy encantado con tu estancia en mi humilde posada. Un abrazo.

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