Conozco a mi buen amigo Juan José Guardia Polaino desde los lejanos días en
que ambos fuimos titiriteros. El, avanzada con creces la cincuentena, lo sigue
siendo. Les estoy hablando de hace, cuanta lluvia caída y versos derramados,
como treinta años. Igual que, un recuerdo con posos que lo convierten en añejo,
me vienen a la mente las noches lejanas pasadas en la Cueva del Trascacho
degustando vino con versos. Y fue así, como a lo largo de los años y más de vez
en cuando de lo que quisiera, puesto que vivimos en lugares cercanos pero
distintos, descubrí a una persona maravillosa con una personalidad cautivadora.
Y ante todo, eso vaya por delante, a un hombre bueno. A un ser humano a quien
le enervan y sublevan las injusticias que pudren y salpican este mundo de
porqueriza. Y es por ello que hoy les traigo esta inconmensurable declaración
de principios a la que tuve la osadía de ponerle voz. Un gusto, amigo mío.
Siempre tuyo.